Análisis del segundo aniversario del «Estallido» en el quinto número de la revista YNHVA

A mediados de octubre, el colectivo «Vamos hacia la vida» lanzó el N°5 de su periódico «Ya no hay vuelta atrás»

Análisis del segundo aniversario del «Estallido» en el quinto número de la revista YNHVA

Autor: Wari

A mediados de octubre, el colectivo «Vamos hacia la vida» lanzó el N°5 de su periódico «Ya no hay vuelta atrás». A continuación, presentamos la primera sección del texto y un enlace para continuar leyéndolo en el sitio web de la agrupación.

A dos años de la revuelta: un esbozo de balance y perspectivas para el debate colectivo

Este número de “Ya no hay vuelta atrás”, sintetiza algunas ideas y perspectivas elaboradas colectivamente en base a nuestras propias discusiones, como las desarrolladas con otr@s compañer@s, tanto de manera informal, como formal. Tal y como lo indica el título, se trata de un “esbozo”, es decir, un “borrador”, por tanto, de un texto de carácter “provisorio” y “abierto”, destinado a ser leído, debatido, nutrido y criticado de manera compañera por el entorno antagonista.

Edición dedicada a la memoria de Emilia Milen «Bau», Francisco Martínez, Ángela González, Luisa Toledo, Ester Quintana “Techy”, Pablo Marchant, Isidora Bravo y Denisse Cortés, compañer@s que orientaron sus vidas a construir una existencia comunitaria radicalmente distinta, solidaria y sin explotación, sobre las ruinas de este mundo de miserias.

I

El capitalismo en su actual etapa de desarrollo transita por una crisis de alcance mundial que no puede ser superada dentro de los márgenes del sistema mismo. El capital es una contradicción en proceso, ya que tiende, mediante la competencia entre productores privados, a reducir al mínimo el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir mercancías, mediante la aplicación de nuevas tecnologías, que paradójicamente requieren de cada vez menos mano de obra –seres humanos– en el proceso de producción: el problema radica en que solo el trabajo vivo realizado por la humanidad crea valor. De esta manera se mina la base sobre la cual se desarrolla la autovalorización del capital, aumentando vertiginosamente una masa cada vez mayor de personas que “sobran”, son “superfluas” y “no sirven” para las necesidades del capital, pero que continúan necesitando dinero para no morir. Por si esto fuera poco, la lógica irracional propia del capital, también socaba las bases materiales de la vida en el planeta, devastando la tierra, es su loca carrera de generar más dinero a partir del dinero[1], poniendo en riesgo a la propia especie humana y provocando daños ecológicos, en muchos casos ya irreversibles: el cambio climático es su consecuencia más evidente, pero no la única.

Además, esta forma alienada de relación social, también tiene repercusiones directas en el desarrollo psíquico de los individuos, ya que detona una crisis de carácter antropológico que colapsa a los sujetos. El narcisismo se transforma en la “norma” dominante de la personalidad, lo que atrofia cualquier capacidad de empatía, solidaridad y apoyo mutuo: la enemistad, la manipulación, el acoso, la violencia ciega y el egoísmo se imponen ya que son coherentes con la competencia despiadada promovida por el capital y solo consolidan la sensación de impotencia. Las personas además se hunden en un pesimismo inmovilizador que genera una pérdida de la reflexión crítica, que hace impensable imaginar en común otra manera de autoorganizar la sociedad y satisfacer sin mediaciones mercantiles las necesidades de la humanidad: de aquí proviene aquella idea que afirma que en nuestra época es más verosímil pensar en el fin del mundo, que en el fin del capitalismo. El miedo al fracaso está siempre a la vuelta de la esquina en la sociedad mercantil generalizada: las tasas de suicidio siempre en constante aumento, y la adicción generalizada a distintos tipos de drogas y fármacos, son una salida desesperada a la insoportable realidad que nos aplasta cotidianamente.

Este declive del capital se arrastra desde hace décadas, pero en nuestros tiempos, ya no basta con la “financiarización” de la economía, la gestión neoliberal, la deslocalización productiva o cualquier otro artilugio utilizado en el pasado para frenar o posponer la caída de la masa de plusvalía a nivel global: esta vez ninguna reestructuración de envergadura parece ser capaz de salvar el barco que se hunde. Tampoco se puede volver atrás a la “época” de estabilidad y bonanza económica: no existe ninguna posibilidad de sostener una especie de Estado de Bienestar –que acá en la región chilena nunca tuvimos–, de Compromiso, o Subsidiario, que garantice ciertos derechos sociales a la población, ni tampoco implementar un modelo de desarrollo e industrialización “nacional” nos salvará, tal y como nos vocifera y promete a los cuatro vientos la izquierda y el progresismo que aspira a la administración del orden existente. La dinámica interna del capitalismo, de ahora en adelante, solamente deja ver en el horizonte un empeoramiento todavía mayor de nuestra situación económica, desarrollando simultáneamente una brutalidad más profunda y salvaje a diferentes niveles del patriarcado. El Estado de esta manera evidenciará más crudamente su naturaleza represiva, difuminando la delgada línea entre “democracia” y “dictadura”, estableciendo un “estado de excepción permanente”.

Este proceso de crisis, al degradar aún más la vida y agudizar la miseria, genera las condiciones propias para la explosión de revueltas protagonizadas por la población proletarizada –y, sobre todo, por sus sectores más golpeados y que no tienen mucho que perder y también por aquellos que se resisten a ser proletarizados, como los pueblos indígenas–, tal y como lo experimentamos en primera persona en octubre de 2019. En Chile el modelo de desarrollo neoliberal impuesto a sangre y fuego durante la dictadura cívico-militar de Pinochet, que había funcionado por décadas sin mayores contratiempos, se agotó para por lo menos cuatro millones de personas que participaron en la revuelta. La región chilena es uno de los países más desiguales del mundo[2] en cuanto a ingresos de sus habitantes, un porcentaje enorme de la población solo puede sobrevivir en base al crédito, el sistema de salud pública es un desastre, las pensiones miserables, acceder a una vivienda propia es cada vez más imposible, las mujeres experimentan una explotación agravada –tanto a nivel asalariado, como doméstico–, el trabajo cada vez es más precario, el costo del transporte altísimo, el ambiente en que vivimos es cada vez más hostil, tanto en las ciudades, como en los sectores rurales –las “zonas de sacrificio” son la máxima expresión de esta tendencia– y un largo etcétera.

Este es el contexto histórico general que abrió la puerta e hizo posible que estallara de forma generalizada la contestación social más imponente de las últimas décadas en la región aquel viernes 18 de octubre a partir de las evasiones masivas protagonizadas por el combativo proletariado juvenil secundario. Las contradicciones no solo continúan existiendo, sino que hoy, dos años después –con el fenómeno de la pandemia de COVID-19 incluido–, continúan desarrollándose y agravándose.

(1) Recomendamos el folleto del grupo Barbaria “Dinero que incuba dinero”, disponible en: http://barbaria.net/2020/05/15/dinero-que-incuba-dinero/

(2) Cuestión reconocida incluso por la OCDE: “La OCDE insta a Chile a que se centre en reducir las desigualdades para reforzar la recuperación social y económica del COVID-19” [Disponible en: https://www.oecd.org/newsroom/la-ocde-insta-a-chile-a-que-se-centre-en-reducir-las-desigualdades-para-reforzar-la-recuperacion-social-y-economica-del-covid-19.htm]. También recomendamos leer críticamente los siguientes artículos: “La geografía de la desigualdad y del poder” [Disponible en: https://www.ciperchile.cl/2020/02/26/la-geografia-de-la-desigualdad-y-del-poder/]; “Según informe de la OCDE: Chile es uno de los tres países latinoamericanos más desiguales en cuanto a ingresos” [Disponible en: https://www.elmostrador.cl/noticias/2020/03/09/segun-informe-de-la-ocde-chile-es-uno-de-los-tres-paises-latinoamericanos-mas-desiguales-en-cuanto-a-ingresos/].

Continuar la lectura en el sitio web de «Vamos hacia la vida»..


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