Anthony, el joven arrojado al río Mapocho por el carabinero Sebastián Zamora frente a la impunidad en su caso: «Lo que me hicieron no tiene perdón»

El dos de octubre del 2020, Anthony fue arrojado al río Mapocho por Sebastián Zamora, funcionario de Carabineros. La imagen dió vuelta al mundo, mientras que a 10 meses de la escena intenta sobreponerse del impacto. Esta es la primera vez que contará la historia de lo que pasó ese día, la muerte de su tío abatido por carabineros en Panguipulli y su detención en mayo pasado. Además, su madre Deisy Alvear, confirma que la defensa de Zamora busca el cierre del caso. Aquí su testimonio.

Anthony, el joven arrojado al río Mapocho por el carabinero Sebastián Zamora frente a la impunidad en su caso: «Lo que me hicieron no tiene perdón»

Autor: Ciudadano

Por Josefa Barraza

Es la tarde del jueves 19 de agosto, y en Alto Jahuel, un pequeño poblado ubicado a las afueras de Buin, está Anthony (17) conversando mientras calienta un plato de tallarines con salsa y papas fritas. Su tímida sonrisa refleja que, pese a su edad, aún mantiene algunos rasgos infantiles. Sus ojos almendrados se esconden a ratos entre unos rizos castaños que intenta peinar hacia el costado. Está nervioso, ya que es la primera vez que contará la historia que aún lo persigue y que por las noches recuerda con claridad; pese a que su declaración entregada a Fiscalía fue filtrada a la prensa en febrero pasado.

-Anoche no dormí bien. Me quedé despierto hasta tarde. Me cuesta dormirme por las noches. Esa es la verdad-, comienza diciendo ante la mirada atenta de su madre, Deisy Alvear. Debido a que el adolescente cumple en dos meses su mayoría de edad, decide acompañarlo en esta conversación, la que cuenta con su autorización.

Durante el viernes dos de octubre del 2020, Anthony fue arrojado desde el puente Pío Nono por el funcionario de Carabineros Sebastián Zamora Soto. Producto de la caída sufrió la fractura de ambas muñecas y un traumatismo encéfalo craneano cerrado. Dos días después, Zamora fue formalizado por el delito de homicidio frustrado, quedando en prisión preventiva y dado de baja por la institución.

Antes de referirse a lo ocurrido, Anthony prefiere recordar su infancia en el lugar que lo vió crecer: La población Bajos de Mena de Puente Alto. Solo al nombrarla se relaja y ríe.

-Antes de ese día, ¿cómo era tu vida?

-Mi vida era feliz. Me juntaba con mis amigos a jugar a la pelota, salía andar en bici, iba al estadio a ver partidos de la U. Me reía mucho. Era muy conversador, no había cómo callarme. Aunque eso no quita que crecí viendo lo difícil que es vivir en Bajos de Mena, en donde hay delincuencia, violencia, pobreza, desigualdad, narcotráfico, problemas que hay en todas partes, pero en esta población aumenta más, ya que es el patio trasero de Puente Alto, en donde su gente está olvidada, botada y por eso mismo entre nosotros nos ayudábamos a salir adelante. Yo crecí en el Chile desigual.

-¿Qué te motivó a manifestarte durante la Revuelta Social?

-Recuerdo que estaba a punto de cumplir 16 años en la semana del 18 de octubre, en la que participé en varias evasiones masivas en el Metro. Luego de eso, empecé a ir a Plaza Dignidad con amigos a manifestarme, nos juntábamos e íbamos juntos. Y con la pandemia igual intentábamos ir, pero también apoyábamos en ollas comunes, recolectando y entregando alimentos no perecibles a adultos mayores de la población que muchas veces no tenían para comer. Salí a la calle por mis hermanos menores, para que ellos puedan vivir en un país mejor, sin tanta desigualdad, porque no lo negaré, crecí entre varios problemas y no quiero eso para ellos. Por mi madre, para que cuando sea mayor tenga una pensión digna. Esa es la verdad, mi familia es mi motivación.

Mientras dos limones se achicharran en una pequeña estufa a parafina, Anthony la observa con detención. Su rostro se endurece al intentar continuar con su testimonio. Hace una pausa, pero sigue.

-¿Qué recuerdas de ese día (dos de octubre del 2020)?

-Ese día me levanté tarde, y me organicé con mis amigos para ir a Plaza Dignidad a manifestarnos. Nos separamos, Carabineros empezó a reprimir y yo corrí hacia el puente Pío Nono. De repente cuando iba corriendo, sentí un empujón con mucha fuerza por atrás mío, lo que me levantó. No pude controlar mi cuerpo por la fuerza con la que me empujó. Todo pasó en cosa de segundos. Tengo la sensación de ir cayendo y de ahí la mente se me va a negro. Luego, el primer recuerdo que tengo es cuando me están subiendo en la camilla, y veo al rescatista que me sacó, que es Víctor. No sabía lo que estaba pasando, no sentía dolor, no sentía mi cuerpo, solo veía como la gente me miraba y yo los miraba desde la camilla, mientras me daban apoyo. Cuando llegué a la clínica, quienes me recibieron me miraban en círculo, y no entendía el porqué me miraban todos. Cuando recuperé el calor en mi cuerpo, empecé a sentir dolor. Mucho dolor. Pero, si me preguntan si perdí la conciencia, no fue así, recuerdo lo que pasó.

Sin embargo, confiesa que prefiere bloquear algunos momentos vividos en el río, como una forma de cuidar su salud mental.

-¿Qué pasó después?

-Cuando estaba en la clínica, mi familia no me quiso mostrar vídeos ni nada de cuando me lanzaron al río. Pero después, prendí la tele y vi que estaban mostrando lo qué pasó en todas partes. Debo decir que cuando lo vi no creía que era yo, pensaba que era otro cabro que habían botado. Vi todo en tercera persona, y decía “ojalá que ese niño que tiraron esté bien, se haya recuperado”. Prefería pensar que no era yo, ya que no podía creer que eso me había pasado a mí, y que había sobrevivido a una caída desde una altura de 7 metros. Ha sido un proceso ver los vídeos, y darme cuenta que sí soy yo. No es fácil asimilarlo.

Días posteriores a la agresión de Anthony, se difundió por redes sociales un falso documento del Poder Judicial -incluso compartido por el ex candidato presidencial Tomás Jocelyn-Holt-, afirmando que el adolescente había participado en diversos hechos delictivos como venta de drogas, asalto a mano armada y violencia intrafamiliar.

-Realmente hubo gente que ensució mi nombre, dijeron que era delincuente lo que es falso, con el propósito de justificar o defender al carabinero que me botó. Ya me resulta chistoso ese prontuario. Pero, lo que no me causa gracia, es la gente que dice que me tiré al río y que este carabinero me quiso sujetar. De verdad, ¿cómo pueden creer que me voy a tirar a un río? Ya es estúpido pensar algo así. Yo no me caí ni me lancé: me tiraron-, dice tajante.

Pancho, su tío malabarista abatido en Panguipulli y otros nuevos pesares

El pasado viernes cinco de febrero, Francisco Martínez fue abatido por Carabineros mientras realizaba malabares en un semáforo en Panguipulli. El “Pancho”, como era llamado por sus cercanos, era tío paterno de Anthony.

La noticia remeció a la familia, especialmente a su hermana mayor, Rocío Caviedes, quien lo crió desde los seis años. Los vídeos del joven cayendo al suelo ante los gritos de los transeúntes, llegaron rápidamente a manos de la familia, quienes aún no confirmaban la identidad de la víctima, pero sospechaban que era él.

-Cuando vi ese vídeo del Pancho siendo baleado, fue fuerte porque mientras más miraba la imagen, más quería creer que no era él. Habían pasado solo unos meses desde lo que me había pasado, y ver que nuevamente Carabineros le causaba un dolor a mi familia… da rabia. Reviví lo que me pasó-, confiesa, mientras su hermano menor lo abraza, tomándolo por sorpresa.

Sin embargo, la familia volvería a recibir un nuevo golpe, puesto que, la mañana del 25 de mayo, el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago decretó la medida cautelar de arresto domiciliario parcial para Sebastián Zamora, quien está imputado por el delito de homicidio frustrado por lanzar a Anthony desde el puente; decisión que fue ratificada por la Corte de Apelaciones. Cinco días después de este fallo, el adolescente fue detenido durante una manifestación por la liberación de “los presos de la revuelta”.

-¿Cómo fue tu detención?

-Ese día estaba con unos amigos participando en una cicletada, y pasamos por el memorial de Jaime Guzmán. En ese lugar hice un rayado que decía: “Libertad a los presos”. Y cuando estábamos terminando de hacer el rayado, alguien gritó que venían los pacos. Arrancamos, y cuando venía en el Parque de los Reyes, una moto policial me empezó a seguir, me chocó, y caí, golpeándome la cabeza contra el suelo. En segundos aparecieron más de cinco carabineros, más un guanaco, mientras estaba en el suelo. Incluso me apuntaron con una pistola para que me quedara quieto, mientras me decían: “ya conchetumadre, no te movai”. Me levantaron, me esposaron y me empezaron a doler las muñecas. Cuando estábamos en el carro, se dan cuenta que soy yo y empiezan a decir que “andaba webeando ahí si supuestamente estaba molido”, y puras cosas así. Los insultos aumentaron. Estuve en la comisaría, dormí ahí, y al otro día me llevaron a Santiago Uno por el delito de desórdenes públicos. Ahí los gendarmes me trataron muy mal, me pegaron palmadas en la cabeza, e insultaron. Cuando me liberaron por la puerta de la Penitenciaría, los gendarmes me dijeron «te salvaste conchetumadre de lo que te íbamos a hacer aquí adentro». Hubo hostigamiento por ser quien era.

-¿Cómo sientes que cambió tu vida en estos meses?

-Ha cambiado mucho, especialmente en mi personalidad. Antes siempre salía, iba para todas partes, era muy conversador, me reía por todo, y ahora paso encerrado en mi casa, ya no salgo, me volví una persona muy tímida, me cuesta conversar, perdí esa fluidez. Me cuesta reírme, y, por sobre todo, me siento muy inseguro en la calle. No es miedo a salir, es sentir esa inseguridad de que algo te pueda pasar. Sufro de insomnio, porque en las noches es cuando más pienso sobre mi caída, y es cuando más recuerdo. Estuve cuatro meses en rehabilitación por mis muñecas, y aún me duelen. Lo positivo es sentir el cariño de la gente, lo mucho que me apoyaron, a quienes me salvaron. Incluso, aún soy amigo del Misha, el cabro que saltó al río para sacarme, a pesar de tener fierros en sus piernas. A él lo considero mi hermano. Pero, sinceramente siento que lo que me hicieron me quitó la alegría. Psicológicamente no estoy bien.

Deisy Alvear confiesa que hace un par de días se enteraron que la defensa de Zamora busca el cierre del caso, mientras que el Ministerio Público solicita la ampliación del plazo para continuar con la investigación.

-Me molesta que quieran cerrar el caso de mi hijo habiendo tanta evidencia de que el culpable fue Sebastián Zamora. Quieren defender lo indefendible, cuando todo está tan claro. Los videos, los testigos aseguran que si lo tiro, mientras que el cobarde arrancó, sin prestarle ayuda. Aún confío que se hará justicia y paguen todos quienes están involucrados en el caso, y no me refiero a Zamora solamente-, explica Deisy, mientras su hijo la escucha con la vista hacia el suelo.

Con respecto a lo anterior, el abogado de Anthony, Fernando Monsalve, sostiene que la parte defensora de Zamora busca el cierre de la investigación, quienes además solicitarán la revisión de medida cautelar de arresto domiciliario nocturno, para presuntamente cambiarla por arraigo nacional.

Antes de despedirse, Anthony camina por el antejardín de su hogar, mientras la fría brisa del atardecer se hace sentir. Se vuelve a ordenar sus rizos, los que ahora son sujetados por el gorro de su polerón gris. Camina lento y respira hondo.

-Duele ver tanta injusticia. Lo que me hicieron y la impunidad que hay en mi caso, no tiene perdón. Si hubiera sido yo quien hubiese lanzado a un carabinero desde un puente, aún estaría preso. Pero hay que seguir luchando por los chiquillos que siguen presos siendo inocentes y por los que fuimos víctimas de violación a nuestros derechos humanos. La lucha continúa-, dice.

Cierra el portón de madera, y se va jugando con su pequeño perro que le corretea las piernas. Ya es de noche.


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