Esta mañana, el Papa Francisco encabezó la “Misa por el Progreso de los Pueblos” en el aeródromo de Maquehue, ciudad de Temuco. En la antesala de su visita a La Araucanía, había cierta expectación por el tono de su discurso, debido a la vigencia del conflicto entre el pueblo Mapuche y los estados de Chile y Argentina.
“Esta tierra, si la miramos con ojos de turista, nos dejará extasiados. Luego, seguiremos nuestro rumbo sin más y acordándonos de los lindos paisajes. Pero si nos acercamos a su suelo, lo escucharemos cantar y con tristeza. Arauco tiene una pena, que no la puedo callar, son injusticias de siglos, que todos ven aplicar”, dijo el Papa citando la recordada canción de Violeta Parra.
En conversación con El Ciudadano, Aucan Huilcaman, encargado de relaciones internacionales de la organización mapuche Consejo de Todas las Tierras –quien descartó una reunión con el Pontífice–, manifiesta su disconformidad con la homilía papal.
“Si comparamos las palabras de el Papa Francisco y el mensaje de Juan Pablo II, esto es muy mínimo. Queda en evidencia que el Papa no tiene ningún compromiso con los derechos humanos del pueblo Mapuche y de ayudar a buscar un tipo de solución. La frase de Arauco tiene una pena, que dijo el Papa Francisco, no es suficiente. Esa pena consiste en el genocidio en el que participaron los estados chileno y argentino. Hay que aclarar qué tipo de pena es y no lo ha hecho”, señaló.
“Lamento que el Papa haya venido a manifestar una cierta complicidad con los estados chileno y argentino en la búsqueda de una solución aceptable, porque el Papa tuvo la oportunidad de proyectar un discurso más amplio en materia de derechos humanos y de la dignidad de la cultura”, añadió el dirigente.
Unidad y reconocimiento
En su comentario del Evangelio, Francisco se detuvo a reflexionar sobre la unidad. La caracterizó como algo que “no nace ni nacerá de neutralizar o silenciar las diferencias. La unidad no es un simulacro ni de integración forzada ni de marginación armonizada. La riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás. No es ni será una uniformidad asfixiante que nace, normalmente, del predominio y la fuerza del más fuerte, ni tampoco una separación que no reconozca la bondad de los demás”.
En este sentido, el líder de la Iglesia Católica advirtió que “una de las principales tentaciones a enfrentar es confundir unidad con uniformidad”. Además subrayó que “no es arte de escritorio la unidad, ni tampoco de documentos. Es un arte de la escucha y del reconocimiento, en eso radica su belleza y también su resistencia al paso del tiempo y de las inclemencias que tendrá que enfrentar. La unidad que nuestros pueblos necesitan reclama que nos escuchemos, pero principalmente, que nos reconozcamos”.
Consultamos a Aucan Huilcaman por su lectura sobre los dichos del Papa, que aunque no apuntan a hechos concretos, despiertan reacciones de parte del integrante del Consejo de Todas las Tierras.
“De alguna manera, habría que interpretarlo como un llamado a reconocer al otro, al pueblo Mapuche. Pero independientemente a lo que piense el gobierno de turno, los pueblos indígenas ya están reconocidos internacionalmente, incluso hay dos declaraciones de Naciones Unidas que dicen que los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación. Entonces, creo que el Papa omitió grandes cuestiones y desperdició una gran oportunidad para referirse al tema de genocidio, la restitución y reparación del daño causado, por la toma y confiscación del territorio mapuche”.
La violencia y la responsabilidad del Vaticano
Ante los miles de feligreses que llegaron hasta Maquehue, Francisco sostuvo que no se puede “aceptar cualquier medio” para lograr la unidad. Dicho esto, presentó dos formas de violencia que amenazarían los procesos de acercamiento.
«Debemos estar atentos a la elaboración de bellos acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados necesarios, pero que, al no volverse concretos, terminan borrando con el codo lo escrito con la mano. Esto también es violencia, porque frustra la esperanza”, afirmó el jefe del Estado Vaticano.
También dijo que “es imprescindible reconocer que la cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y represión (…) la violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa”.
Para Aucan Huilcaman, la exposición realizada por el Pontífice es “una invitación a que se busquen nuevos caminos. Sin embargo, los nuevos caminos si no se señalan, simplemente quedan en una constatación de la realidad. Lo que el Papa ha hecho es constatar lo que sucede y mínimamente, omitiendo las cosas fundamentales, pero es comprensible. Por eso digo que el Papa es un vecino ilustrado, porque sabe las consecuencias que tendría decir una u otra cosa”.
A pesar de las omisiones de Francisco, Aucan lo considera un “vecino ilustrado de lo que pasó en la Conquista del Desierto en Neuquén, Río Negro y Chubut, y de lo que pasó en la Pacificación de la Araucanía”.
Al respecto, indica que el Papa “está plenamente consciente de que el Vaticano tiene responsabilidad en los hechos históricos y actuales. Por ejemplo, él sabe de los secuestros masivos de miles de niños mapuche en la Conquista del Desierto, que fueron llevados a Buenos Aires y repartidos allí. Él sabe que ese es un crimen de lesa humanidad no resuelto y el caso de Ceferino Namuncura es simbólico, porque ellos secuestraron al niño, se lo llevaron a Buenos Aires y luego a Roma y allí se les falleció. Entonces, para omitir su responsabilidad institucional, lo devolvieron convertido en un santo, pero están omitiendo la responsabilidad del crimen de lesa humanidad en el secuestro”.