Becerro anticipa los 24 años de Perrera Arte: «Este espacio es un territorio/obra»

Un aire húmedo, de paz, se respira en el lugar

Becerro anticipa los 24 años de Perrera Arte: «Este espacio es un territorio/obra»

Autor: Absalón Opazo

Un aire húmedo, de paz, se respira en el lugar. En el invierno que se acerca, el Centro Experimental Perrera Arte cumplirá 24 años de existencia como espacio independiente de creación y Antonio Becerro, fundador y director de la maestranza, ayuda a regar las plantas que Óscar Oróstica -“el nuevo jardinero de palacio”, según apunta el artista visual- cultiva en la parte superior del edificio histórico, de arquitectura industrial, ubicado en el Parque de los Reyes. “La idea es inundar de plantas la terraza, muchas, algunas de ellas carnívoras y otras colgantes para que desborden por los muros”, dice Becerro.

-Además del jardín, ¿qué hitos destacas en estos 24 años de trayectoria de Perrera Arte?

-La Perrera es un territorio/obra, sin ninguna duda es un espacio cultural ciudadano. Me gusta la idea de recuperación de espacio, de lo autosustentable, del renacer permanente. Son muchos hitos que contar, pero el gran hito es mantenerse como un territorio vivo que incluye a otros para completarse y dibujarse. Fuimos los pioneros en este sector de Santiago en compartir y dar a conocer las artes visuales más experimentales, abrimos caminos en la compresión cultural educativa para las nuevas expresiones de arte que se tuercen de los lenguajes comunes de la cultura. Y la comunidad vecinal nos reconoció como tal. A pesar de todas las dificultades que hemos superado, el territorio físico e imaginario de Perrera Arte está latente, está pulsando.

-Pero la contienda es desigual.

-Sí, aunque tuve una epifanía. Ya lo he dicho antes, la Perrera comparada con la realidad económica de las fundaciones y los grandes centros culturales financiados por el Estado no es otra cosa que la carpa de Violeta Parra. Ha sido una lucha heroica, con su propia campaña, grandes enfrentamientos e interesantes escaramuzas. Es impresionante como llegamos hasta aquí.

-Ustedes persisten en su modo de hacer las cosas. ¿Qué destacas de este modelo de gestión de la Perrera en pleno canibalismo del mercado?

-Este centro de arte experimental tiene algo épico, siempre renace de los escombros, de las cenizas, como las antiguas historias de los griegos o romanos, como el ave Fénix. Quiero decir que esta permanencia es por la sutileza: la decisión poética nos reafirma en la creación, está en el cromosoma de estos 24 años, eso nunca se perderá, como lo clásico. Hemos sido fieles a nuestros orígenes y hemos compartido esa idea con los públicos que nos prefieren. No se trata de un archivo adjunto, sino que está encriptado en el ADN del espacio. El mundo afuera de estas paredes se cae a pedazos y se reconvierte en un esperpento con sus propias reglas. Aquí, en este palacio urbano, todo sigue en su propio tiempo, como la pieza sin tiempo del Saiyajin Goku. No sé, es algo así como la grandeza que se escucha en “La entrada de los dioses al Valhalla”, del gran Richard Wagwer.

-Pero igual, pese a esa ausencia de tiempo y lugar, que señalas, la Perrera siempre está haciendo ruido. ¿Cuán útil ha sido el manejo de las redes sociales para fortalecer el proyecto?

-Muy útil y efectivo, estamos adentro del fenómeno virtual. En la difusión, la formación de audiencias y en cautivar nuevos públicos es clave estar en línea para inyectar nuestros contenidos. Por decisión propia, no estamos hasta el momento en todas las plataformas, solo en Facebook, la cual es una herramienta de trabajo que manejamos editorialmente con imágenes, notas, entrevistas, datos e informaciones de nuestro quehacer. Todo lo que subimos a través del muro de Facebook lleva un contenido editorial tratado como si estuviéramos escribiendo un libro que va desde ensayos hasta novelescas historias reales ficcionadas con la metáfora y algo de sarcasmo. Si alguien toma todo y lo publica en el papel, verá que estamos escribiendo a gusto personal reflexiones contemporáneas que salpican los imaginarios colectivos.

-Me llamó la presencia de Claudia Vicuña en el video promocional de los 24 años. Ella ha sido musa de varios de tus trabajos, en particular en las colaboraciones con el fotógrafo Jorge Aceituno.

-Sí, fue un trabajo que siempre lo concebí y pensé así. Mientras grabábamos “Fauna” (2011), el vídeo de danza experimental de Paulo Fernández, se me cruzó por la cabeza la idea de la pieza sin tiempo y gravedad, y una bailarina como Claudia Vicuña, que tiene el coraje y ese control del cuerpo, completaría la performance. No solo grabé ese video con la idea de jugar con texturas, humedades y objetos raramente comunicantes. También ocupé rincones, lugares poco vistos y obras como soportes visuales para futuras promociones. Todos esos trabajos que hice con Paulo y Claudia en una sola jornada todavía no salen a la luz, están almacenados.

Por Pablo Asenjo
Perrerarte


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