Queridas mamás, papás y quienes sin serlo, se hacen cargo de la educación de miles de niñas y niños. Las profesoras les hemos visto madrugar por años, en distintos rincones del país. Ustedes saben lo que cuestan los útiles escolares, el transporte, el uniforme. Nos dicen que hoy la educación ya es un derecho, pero sabemos en nuestra propia experiencia que eso no es así. La libertad de enseñanza de las que nos hablan, se define por quienes pueden pagar a qué colegio pueden ir sus hijos e hijas, si pasan frío en la escuela, o si tendrán oportunidades una vez que salgan de ella.
Hoy debemos ser honestas con ustedes. Las profesoras, aunque les animamos diciendo que “todo es posible”, sabemos que el esfuerzo no lo asegura todo, no hay mérito que funcione como dicen hace décadas. Que no es suficiente lo que se puede hacer en educación si no se tienen garantizados los demás derechos sociales, una vivienda digna, alimentación sana, salud de calidad, descentralización o una vida libre de violencia.
La educación, cuando no es un derecho, no lo puede todo. Y hoy tenemos por fin la oportunidad de decidir qué entenderemos por educación de manera colectiva. Cómo transformamos las comunidades educativas en espacios democráticos, cómo dotamos de dignidad los procesos educativos, cómo hacemos más llevadero el trabajo docente, cómo se reconoce en las escuelas a la diversidad que compone actualmente nuestro país. Fundamentalmente, cómo hacemos de la educación un espacio para la Igualdad.
Hemos visto jóvenes dejar sus estudios por un embarazo, por la drogadicción, porque tienen que trabajar por sostener a sus familias, o renunciar a sus vidas por la transfobia y la ignorancia. Pedimos una Educación Sexual Integral, pero nos dijeron que eso también era “responsabilidad de las familias”, sin darles ninguna ayuda ni garantía. Una desprotección disfrazada de libertad, otra cara del “sálvense quién pueda” bajo el lema de “con mis hijos, no te metas”. Mientras tanto, damos clase con un bebé en la sala, preparamos exámenes extra, lidiamos con la violencia o hacemos citaciones a apoderados y apoderadas que nunca podrán venir. Porque una familia que está ocupada en sobrevivir, ha perdido el derecho de educar a sus hijos.
Frente a una oportunidad tan crucial como la que tenemos este domingo, no podemos guardar silencio. No podemos avalar que la educación siga como está, lo sabemos nosotras que nos manifestamos hace años, y lo saben ustedes porque lo han vivido en carne propia, y qué motivo más fuerte para votar Apruebo que tener la experiencia de la cotidiana desigualdad. De tener la esperanza de contar con una Constitución que garantice todos nuestros derechos.
Tenemos la oportunidad de aprobar una propuesta de nueva Constitución que nos mira y nos reconoce: que ve a las y los estudiantes, a las familias en su diversidad, a profesoras y educadoras. Una Constitución que nos nombra, como mujeres y como trabajadoras. Las profesoras tenemos confianza en que este es un primer paso para construir la escuela que queremos, la que no pudimos ofrecer antes, la que nos hubiera dado una vida digna y más feliz.
Una escuela que nos ejercite en una vida libre de violencias y desigualdad y en la vida que quizás no tuvimos, pero que podemos dejar a otras, porque la educación es esa herencia que nos llega a todas. Hagamos posible una educación que nos mire a todas.
Red Docente Feminista, REDOFEM
Foto Portada: FOTO: Jesús Martínez/El Ciudadano