De acuerdo al estudio “Acoso Sexual en el Trabajo: ¿Denunciar o sufrir en silencio? Análisis de denuncias”, realizado por Celina Carrasco y Patricia Vega, el acoso sexual en el trabajo es una manifestación de abuso de poder, habitualmente fundada en una discriminación de género –principalmente de hombres sobre mujeres–, que se ve agravada al tratarse de un vínculo de poder formal entre distintas jerarquías laborales, perturbando además el clima laboral.
Por otra parte, antes de la aprobación de la Ley N° 20.005, publicada el 18 de marzo de 2005, que tipifica y sanciona el acoso sexual, la Dirección del Trabajo, haciendo uso de sus facultades, realizó acciones de sensibilización y capacitación orientadas a los diferentes actores laborales, recibió las denuncias de acoso sexual, creó los primeros registros al respecto y especializó a fiscalizadores para abordar esta temática.
A continuación, te dejamos con algunos relatos de la investigación sobre acoso sexual laboral en Chile:
“Me propuso que si yo salía con él no iba a tener más problemas en la empresa ni con el trabajo; que lo hiciera como mi compañera que ya no tenía problemas en el trabajo y que además tenía horas extras. Yo le respondí que no, que yo no era ella y que nunca iba a ser como ella. Luego de lo anterior comenzó a hostigarme laboralmente, dándome más trabajo de lo que podía hacer; me dijo que yo no era nadie, que era una simple auxiliar, que no tenía profesión, humillándome hasta hacerme llorar”.
“Mi uniforme de trabajo es una falda a la rodilla y mi espacio de trabajo es reducido entonces, estaba sentada y la falda se me había subido un poco y mi supervisor entró a buscar algo y me miró las piernas para luego señalarme que “me estás obligando, induciendo a tocarte”. Esto no me lo dijo una vez, sino muchas veces; me decía constantemente “en cualquier minuto la voy a tocar, y usted me provoca”.
“Comenzó a decirme que era bonita, rica, que era una mujer deseable. Ingresaba a las habitaciones donde me encontraba haciendo las camas, sin previo aviso; en esos momentos yo siempre estaba sola. Era habitual que me estuviera halagando; nunca le contesté nada, sólo le decía, “oye no me molestes, soy casada, nunca me fijaré en ti”. El me respondía que quien tiene perseverancia siempre logra lo que quiere. Un día estaba haciendo la cama de una habitación y él estaba limpiando vidrios, en un momento lo miro y me doy cuenta que él estaba tocándose sus genitales.”
Es necesario y urgente siempre denunciar este tipo de abusos, además de reflexionar como sociedad y sensibilizar ante la problemática a jefes y trabajadores.
Por Francisca Arriagada.
El Ciudadano