Ya el año 2016 advirtió en el buque científico “Cabo de Hornos” que la marea roja debía ser monitoreada para poder identificar con mayor precisión las causas que estaba teniendo la expansión de la industria salmonera en el archipiélago de Chiloé.
Dos años después, el biólogo marino y Doctor en Oceanografía, Tarcisio Antezana, miembro de la Mesa Regional de Humedales y presidente de la Asociación de Defensa del Ambiente y la Cultura de Chiloé (ADAC-Chiloé), asistirá a la sede de Pudeto bajo en Ancud, Chiloé, donde dará una conferencia titulada “Salmonicultura y marea roja: las tinieblas e impunidad”, este martes a las 19:oo horas. La actividad está convocada por organizaciones sociales, ambientales, culturales e indígenas de Chiloé, Aysén y Magallanes.
En conversación con El Ciudadano adelanta parte de los temas que presentará a la ciudadanía, y es enfático en señalar que se debería decretar “una moratoria total de lo que ya está funcionando mientras no se conozcan esa cantidad de residuos y la contaminación”. Respecto a la industria salmonera expresa: “¿Cómo es posible que se mantengan estas operaciones, que se siga evacuando mugre contaminante sin que las empresas, el gobierno ni los ciudadanos, puedan detenerlo”.
Además, el biólogo aclaró que la moratoria debiera incluir a los actuales centros, porque “están evacuando una cantidad que ni ellos, ni el gobierno ni nadie, ha medido”.
Uno de los problemas más importantes es que no se sabe cuál es la acumulación de estos residuos en el mar. Tampoco se conoce si es que se están degradando naturalmente o están saliendo hacia el mar exterior. “No existen estudios de la circulación general dentro del mar interior de Chiloé, no se sabe cuánta mugre entra o cuánta sale”, afirma. Además expresa, aludiendo al título de su conferencia, que “ante estas tinieblas y esta impunidad en el mal funcionamiento de quien ejerce las funciones, no podemos seguir y lo que primero necesitamos es conocer y para conocer, se necesita un núcleo de investigadores, un buque oceanográfico, pero por sobre todo, se necesita una decisión política de alto nivel”.
Antezana grafica de la siguiente forma la situación actual: “Si usted en su casa tiene restos domésticos del baño, no los estaría echando al mismo lugar donde va a tomar agua. Es sabido que las empresas acuícolas tienen residuos y una carga orgánica que han sobrepasado la capacidad de degradación de la carga y aún así se mantienen las operaciones y la evacuación de estos residuos”.
En ese sentido, explica que lo grave es que han pasado 30 años y no hay datos que calculen la carga posible en el ambiente de Magallanes, y aún así “se siguen realizando las operaciones que significan los residuos orgánicos, antibióticos y otros contaminantes». Entonces, añade, «no hay quién le ponga el cascabel al gato”.
Cada vez que hay una “crisis” la industria salmonera se apura en comunicar que no existe relación entre ellos y la marea roja. El 2016 manifestaron que se debía al fenómeno de El Niño y otras causas naturales. ¿Qué piensa usted respecto a estas explicaciones que parecen más bien excusas?
La verdad es que no tenemos información científica dura que pueda excluir el factor de la industria salmonera sobre algunos otros procesos oceanográficos naturales. Es más, creo que no son válidas o, al menos, son muy cuestionables las conclusiones de hace dos años en que atribuyeron la marea roja de entonces simplemente al Fenómeno de El Niño y al cambio climático. Pues bueno, ahora no hay Fenómeno de El Niño y tenemos igual la marea roja y aún así se está blindando a la industria salmonera de cualquier influencia. Es importante considerar el factor de la industria porque se usan nutrientes, especialmente el amonio y otros, que se han demostrado en otras latitudes -en Chile no se han hecho estas investigaciones- que gatillan, hacen más intensa o extienden en el tiempo la marea roja.
¿Cómo es posible que se llegue a esta situación de crisis, sin antes haber sido alertados por la institucionalidad?
El sistema de monitoreo actual y la institucionalidad no permite hacer predicciones con tiempo para poder conocer cuándo va a venir desde el punto de vista científico una crisis como esta, y no simplemente alertar cuando ya ha llegado. En definitiva, la institucionalidad no da el ancho como para poder hacer esa predicción con tiempo, porque hoy día realmente no sabemos cuán intensa va a ser y cuánto tiempo se va a extender. Mucho menos sabemos las causas que no parecen ser tan naturales, sobre todo por la intensificación y recurrencia con que está pasando esto.
¿Con qué se debiera contar para poder hacer un seguimiento científico y poder alertar esta situación?
No existe centro de investigación, laboratorios y no existe un buque oceanográfico que esté haciendo cruceros de diagnósticos previo a la primavera cada año, ni menos se han dado facilidades de buques para hacer el seguimiento. Por ejemplo, sería importante poder disponer de una flota de embarcaciones pequeñas o grandes que pudieran hacer seguimiento de esta marea roja, compararla con aquellos sitios donde no existe y poder determinar en forma precisa y científica cuál es la dinámica y cuáles son las causas y las condiciones que determinan el fin de la marea roja, porque ¿hasta cuando va a seguir?, no lo sabemos.
¿Si bien ahora existe un momento de crisis, qué otros problemas se pueden identificar producto de la presencia de la industria salmonera en la región de Magallanes?
Se conoce el problema de la acumulación de antibióticos, donde se sabe que los remedios que usan las empresas salmoneras no solo alcanzan a los salmones, sino que se han encontrado en la fauna silvestre y otras especies, por lo que finalmente uno se lo come y termina con una resistencia a esos antibióticos. También se sabe de residuos de carne orgánica que afecta a las comunidades del mar pero también hay impactos a la sociedad, a las tradiciones a la cultura de Chiloé que no se han incorporado dentro de todas las decisiones que fundamentalmente se guían por un beneficio económico y bastante concentrado.
¿Y cómo ha afectado la industria en términos socioambientales a la zona?
Ha habido una usurpación de un área que ha afectado a una cultura sin que haya habido participación de la comunidad. Los campos están desocupados porque ha habido una capacidad de absorción de trabajo que habría que examinar bien, porque parecen ser trabajos precarios en comparación a una industria de esta envergadura. Además, vemos que hay un ambiente que está cada vez más contaminado, la capacidad de carga es multivectorial, es decir, se debe reducir la materia orgánica, el paisaje, el ruido, los olores. También hay una contaminación visual en las playas que nosotros hemos estado observando.
¿Y cómo se podría resolver esta situación pensando en un mediano y largo plazo?
Desde un punto de vista científico, lo que básicamente se requiere es un centro de investigaciones con un núcleo estable, con un presupuesto y un equipo de investigaciones como para poder abordar estos estudios que en cualquier país se estarían estudiando. Pero si vamos al fondo, la solución comienza por una decisión de la envergadura de la industria y que considere el estudio del ambiente y no solamente de la producción que puede dar el ambiente y del que está a cargo el Ministerio de Economía, porque aquí el ministro ve a Chiloé como una fuente de producción económica y la Subsecretaría de Pesca supongo que está encargada de eso.
En otras palabras, se requiere una decisión política de alto nivel, quizás una comisión interministerial, porque el desarrollo de Chiloé requiere una decisión política que examine en su totalidad y de forma integral y a largo plazo el desarrollo de este territorio y de esta cultura. Esto, obviamente, es más que el análisis científico porque en el archipiélago hay un uso del territorio y una parte de la sociedad chilena que requiere considerarse como un todo y proyectarse en su propio desarrollo y de acuerdo a sus propios valores y, por ejemplo, el puente no es parte de esas necesidades.