Por Felipe Portales
Como integrante de la “comisión política” de la Democracia Cristiana Universitaria de la Universidad Católica, para el golpe de 1973 fui partícipe de un hecho tan desconocido como revelador. Ya habíamos manifestado una clara oposición al Movimiento Gremial (precursor de la UDI) que presidía la FEUC cuando a mediados de 1973 iniciaron una campaña para solicitar la renuncia de Allende, ya que consideramos que aquello era una forma de promover un golpe de Estado, a lo cual nos oponíamos.
Luego del golpe, el gremialismo logró de la Junta militar la notable autorización para que se efectuara ¡la elección anual de la presidencia de la FEUC que estaba programada con antelación para octubre! Aparentemente era algo ridículo; pero tomando en cuenta que dicha federación era un “reducto” gremialista; que la izquierda lo menos que pensaría en esa circunstancia era participar de cualquier forma en ella y que la dirección de la DCU y su pre-candidato (Enzo Pistacchio) habíamos sido contrarios al golpe, era evidente que el gremialismo, en esas circunstancias, arrasaría en una “elección”, pudiendo mostrar la estrenada Junta un gran “triunfo electoral” al país, por muy acotado que fuese. Obviamente habría sido la primera y última elección orquestada por la dictadura.
En la comisión política de la DCU nos dimos cuenta que debíamos evitar aquello no participando, puesto que nuestra postulación era imprescindible para que aquella “elección” tuviese algún viso de seriedad. Para hacer efectivo lo anterior dignamente, y aprovechando que los gremiales ya habían cometidos irregularidades en contra nuestra en el proceso eleccionario, le hicimos una serie de exigencias al presidente de la FEUC (Javier Leturia) que habrían correspondido a un escenario mínimamente normal y legítimo y, por tanto, imposible de ser satisfechas.
Guardo todavía el texto de esas exigencias que hoy también parecen surrealistas: “Con el fin de garantizar un proceso eleccionario limpio y democrático, como ha sido tradicional en nuestra comunidad universitaria; y teniendo en consideración que se han llevado a efecto ciertas irregularidades en el proceso previo a la presentación de las listas (plazos y faltas de garantías en el Tribunal Calificador de Elecciones), la Democracia Cristiana Universitaria exige del Presidente de FEUC, Sr. Javier Leturia, las siguientes garantías mínimas, sin las cuales, la DCU no estaría dispuesta a participar en dicho acto:
1.- Representatividad de todas las listas en el Tribunal Calificador de FEUC.
2.- Las resoluciones del Tribunal Calificador de FEUC deben ser tomadas por la unanimidad de sus miembros en ejercicio.
3.- Postergación del plazo de inscripción hasta el Viernes 12 de Octubre a las 18:00 hrs.
4.- Presentación del pensamiento de las diferentes candidaturas en el órgano periodístico de la universidad “Debate Universitario”.
5.- Realización de Foros en todos los Campus de la universidad.
6.- Garantización, por parte del Presidente de FEUC, dentro de sus posibilidades, de la integridad personal de los candidatos como tales.
7.- Igualdad de condiciones para las diferentes listas en el Canal de nuestra universidad.
Todos estos puntos deben ser garantizados por medio de la firma de un Acta de Garantía por el Presidente de FEUC”.
Obviamente, el presidente de la FEUC se negó a aquello y nosotros no presentamos candidato, con lo cual la “elección” no podría realizarse. Sin embargo, luego sucedió algo todavía más surrealista: El presidente del PDC, Patricio Aylwin, a través del vicepresidente de la JDC, Gutenberg Martínez, nos dio “orden de Partido” de presentarnos a las elecciones, ya que aunque seríamos derrotados, aquello le daría argumentos al Partido para pedirle a la Junta que se efectuaran elecciones en otras partes… Le dijimos a Martínez que ya habíamos hecho exigencias de garantías al presidente de la FEUC, las que habían sido rechazadas; y le preguntamos que si de todas formas continuaba la “orden de Partido”, a lo que reconoció que en tal circunstancia se hacía imposible que nos presentáramos…
Sin embargo, lo anterior se comprende perfectamente a la luz de la reunión secreta efectuada entre la directiva del PDC y la Junta Militar el 10 de octubre de 1973, revelada recientemente por CIPER (Daniel Meza; 6-9-2023). En ella, la DC le expresó a la Junta su interés en retomar prontamente las elecciones para que “los partidos políticos democráticos puedan volver, cuando se normalice la situación (…) sin perder terreno ante los partidos marxistas, que, lamentablemente, pueden aumentar sus fuerzas en la clandestinidad”… ¡Qué triste y vergonzoso papel quiso seguir jugando dicha directiva!…