El pasado lunes se inició el juicio contra Pablo Ossio Muñoz (74), ex alcalde Ancud, en el Tribunal Oral en lo Penal de Villarrica. Con los alegados de apertura se dio el puntapié inicial a un proceso que comenzó a gestarse en marzo de 2017, cuando el Ministerio Público abrió una investigación contra el político democristiano por una denuncia de abuso sexual presentada por una menor de edad.
De acuerdo a las informaciones de La Estrella de Chiloé, la Fiscalía expuso que a principios de marzo del año pasado, Ossio se ofreció a trasladar a una adolescente de 15 años por el camino que une a Pucón y Curarrehue. En el trayecto, el ex alcalde habría realizado insinuaciones y tocaciones a la estudiante. Sin embargo, la calificación jurídica cambió de abuso sexual a ofensas al pudor o ultraje a las buenas costumbres.
Al término de la audiencia, el fiscal adjunto jefe de Pucón, Jorge Calderara, señaló al medio regional que la menor declaró «a través de un sistema de biombo o mampara para proteger su integridad psicológica que impide el contacto visual del imputado y la víctima”.
El persecutor añadió que cuentan con otro testimonio que se incluiría en las pruebas contra Pablo Ossio, para quien piden tres años de presidio. «Pudimos escuchar el testimonio de una persona que el año 2012 era menor de edad, hoy ya adulta, que quiso venir hasta Villarrica por lo que le tocó sufrir a ella en Ancud, un episodio casi calcado al que estamos ventilando”, afirmó.
En marzo de 2017, El Ciudadano tomó conocimiento acerca de las denuncias contra Ossio. En ese momento, este medio reflotó otros episodios del ex alcalde. En 2007 fue removido de la alcaldía de Ancud, por notable abandono de deberes. Un año después la justicia determinó que presentó una licencia de enseñanza media falsa, con el objetivo de inscribir su candidatura, por lo que quedó con una inhabilidad perpetua para ejercer cargos públicos.
El año 2010, una psicóloga delegada de Libertad Vigilada del Centro de Reinserción Social de Puerto Montt lo denunció por “insinuaciones de connotación lasciva, tomarla de las manos y tocarle la cara, además de invitarla a almorzar y a cenar en ambientes más íntimos, transgrediendo con ello gravemente el contexto de la intervención psicológica que se llevaba a cabo”, según reportó La Opinión de Chiloé.