Comisión de Mujeres de la Cámara aprueba proyecto de “Ley Adriana”, un paso más hacia el fin de la violencia gineco-obstétrica

Según la Primera Encuesta Nacional Sobre Violencia Ginecológica y Obstétrica en Chile 2019–2020, realizada por la Colectiva Contra la Violencia Ginecológica y Obstétrica, un 67% de mujeres considera que ha vivido violencia ginecológica y un 79% violencia obstétrica

Comisión de Mujeres de la Cámara aprueba proyecto de “Ley Adriana”, un paso más hacia el fin de la violencia gineco-obstétrica

Autor: Anais Lucena

El proyecto legislativo conocido como “Ley Adriana” fue aprobado en forma unánime por la Comisión de Mujeres y Equidad de Género de la Cámara de Diputados, dando un paso más en el camino a poner fin a la violencia gineco-obstétrica, así como regular, garantizar y promover los derechos de la mujer, del recién nacido y de la pareja, aplicado a los ámbitos de la gestación, preparto, parto, postparto y aborto, además de su salud ginecológica y sexual.

La propuesta legal, impulsada por la diputada Claudia Mix (Comunes), revela estadísticas preocupantes en las que una de cada cuatro mujeres atendidas en el sector público recibió violencia física al interior de los hospitales, mientras que el 56,4% señala haber sido criticada o reprimida por expresar dolor y emociones al momento del parto.

Esta Ley surgió por el caso de Adriana Palacios, quien hace cuatro años sufrió violencia obstétrica y negligencia médica que provocaron que su hija Trinidad naciera sin vida, en la localidad de Alto Hospicio, en la Región de Tarapacá. Pero no es sino hasta el año 2018, cuando un grupo presentó el proyecto de Ley, que tras varios años durmiendo en el congreso, logró ser asumida por la Comisión y comenzar su discusión.

Fundamentos

La moción promueve la aplicación de la iniciativa en los centros de salud y hospitales públicos o privados, y todos los espacios donde se preste atención gineco-obstétrica. Igualmente, la lógica del proyecto no es del todo sancionadora, sino que uno de sus ejes principales es la prevención y educación.

Entre sus propósitos está instalar en las instituciones de salud planes de parto en donde la voluntad de la mujer es considerada, respecto a qué es lo que quiere que pase en el parto, y norma la responsabilidad médica y los procedimientos de reclamación.

Sigue leyendo: Encuesta nacional: 67% de las mujeres dice haber sufrido violencia en el ginecólogo

Entre sus principios fundamentales considera la dignidad en el trato, autonomía, privacidad, multiculturalidad; ahonda en la situación de la violencia gineco-obstétrica, definiéndola y describiendo los hechos que la constituyen; se regulan los derechos del nacimiento, del parto y de las personas recién nacidas; se abarcan el tema de la prevención y educación; y se norma la responsabilidad médica y los procedimientos de reclamación.

También busca mejorar los flujos de información, que es otra de las formas de violencia presente en el ámbito del nacimiento, y, además, se contempla la obligatoriedad de que las instituciones educacionales contemplen modificaciones en sus mallas curriculares para efectos de la formación de los profesionales de la salud para que el parto tenga un enfoque de derechos, reseña La Tercera.

Asimismo, incluye promover talleres de parto y asegurar un catálogo de derechos donde se distinguen los derechos de la mujer, del recién nacido o familiares.

Años de lucha

Este tipo de violencia es una realidad que se vive en el mundo, y Chile no escapa de ello, donde las mujeres denuncian falta de autonomía y capacidad en la toma de decisiones. Hasta ahora, no existe legislación enfocada en proteger los derechos de las mujeres en relación con sus derechos sexuales y reproductivos, a sancionar la violencia obstétrica, y a proteger al hijo o hija que está naciendo, a pesar de los reclamos de diversas organizaciones y movimientos sociales.

Loreto Vargas, miembro de la agrupación Ginecólogas Chile, advierte que “hay una tendencia a infantilizar a la mujer, a no tomar su parecer en las decisiones sobre su cuerpo. También a no tomar en cuenta el sentir de la mujer durante el parto, entonces ahí hay un límite delgado entre lo que a uno le parece mal y lo que a ella le afecta, hay una falta de empatía, de ponerse en lugar de esa mujer. Se pueden hacer las cosas mejor, pues no se habla nunca de cómo lo pasó la mujer en el parto, como lo recuerda”.

Por su parte, Bárbara Peña, de la Asociación Nacional de Matronas y Matrones de Chile (ASOMAT), destaca la importancia de visibilizar “la erradicación de estas formas de violencia y que resuene para que las nuevas generaciones de matronas puedan conocer esto y hagan un cambio. Sabemos que las mallas curriculares nos enseñan cómo gobernar el trabajo de parto, pero no a acompañar a las mujeres, ni ponerse en su lugar. Es un periodo vulnerable que requiere apoyo emocional y contención”.


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano