Con una ceremonia virtual de conmemoración que tuvo como principal objetivo recordar a todos los que han formado parte de la historia reciente de los pueblos precordilleranos de Chusmiza y Usmagama, la comunidad aymara que agrupa a miembros de ambas localidades festejó su aniversario número 25. “Hace más de dos décadas nos organizamos con el único fin de defender nuestro territorio y nuestra agua. Hoy homenajeamos a todos los que han apoyado nuestro trabajo”, remarcó Teodoro Papic, actual presidente de la agrupación que reúne a 96 personas.
“Son generaciones de mujeres y hombres que pusieron todos sus esfuerzos para disfrutar de lo que nos pertenece: nuestra tierra, la flora, fauna y agua. Porque para nosotros, como comunidad, lo que nos ha definido es la lucha incansable que dimos, y seguimos dando, por recuperar nuestro bien más vital”, recordó Teodoro Papic, haciendo alusión al origen de la reconocida comunidad, que hoy se encuentra a la espera de que el Estado de Chile cumpla con un acuerdo amistoso de reparación por violación a los Derechos Humanos (DDHH) firmado ante la Comisión Interamericana de DDHH (CIDH) en 2015.
En la actividad –realizada por Zoom y abierta a todo público– se celebró una misa, la cual fue oficiada por el diácono Hugo Iriarte, de la comunidad de Fátima. “A causa de la situación sanitaria, hoy los pastorcitos de Usmagama no han podido ir a celebrar la fiesta al niño Emanuelito en Usmagama, como tradicionalmente se realiza. Por eso, nos reunimos virtualmente para orar en comunidad”, explicó Soledad Carvajal, parte de la directiva de la comunidad. “Hemos pedido que haya protección, respeto, justicia y paz para todos los pueblos; así como para nuestros socios y colaboradores comunitarios, los que están y los que han partido”, señaló.
Asimismo, se dedicó un especial homenaje a todos los miembros de la comunidad que ya no se encuentran en este plano terrenal, pero que dieron una enorme lucha por los derechos de sus pueblos.
LA HISTORIA
Si bien cada agrupación comunal de la región tiene características particulares, tradiciones únicas y enseñanzas dignas de destacar, lo cierto es que la comunidad aymara de Chusmiza-Usmagama tiene una suerte de épica en su historia. Fundada en enero de 1996 con el fin de adquirir personalidad jurídica para hacer frente legal a los dueños de la embotelladora de Agua Mineral Chusmiza que habían inscrito los derechos del agua del lugar para su uso privado, la comunidad dio una batalla de 13 años (2009) hasta recuperar lo que pertenecía al pueblo originario.
Se trató de una decisión valiente y determinada, ya que mientras la comunidad estaba compuesta por personas de clase trabajadora rural –transportistas, comerciantes y agricultores, principalmente–, los dueños de la embotelladora en cuestión estaban vinculados a los cargos más altos del Senado de Chile del momento.
En ese sentido, la campaña que llevaron a cabo en Chusmiza y Usmagama fue consistente: organizaron platos únicos de kalapurka para poder financiar honorarios del abogado; consiguieron apoyo institucional y político de distintos sectores; indagaron en la Ley Indígena para conocerla por ellos mismos y aparecieron en diversos programas de televisión nacional y medios de comunicación. Así, finalmente, en 2009 se adjudicaron todos los derechos de las aguas a la comunidad y se volvieron un ejemplo más de la inspiradora fuerza que tienen los pueblos originarios en Chile para cuidar lo que les pertenece.
“Esta lucha marcó nuestras vidas y la de nuestros descendientes para siempre”, resumió Soledad Carvajal. “Sin embargo, la cantidad de años que estuvimos privados de nuestras aguas, causaron un daño enorme a nuestra comunidad, ya que no pudimos mantener nuestras siembras y cosechas con normalidad”, explicó. Por lo anterior, la comunidad hoy sigue en pie de lucha, esperando la justa reparación por la violación a sus derechos fundamentales por parte del Estado de Chile, asunto que fue rotulado así por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 2013 para luego mediar por un acuerdo entre ambas partes. “Hoy estamos esperando que el Gobierno cumpla con el Solución Amistosa que firmó en 2016, pero que aún sigue pendiente”, remarcó Teodoro Papic.