En 2017, la Corte de Apelaciones de Santiago dictó sentencia en contra de seis miembros del Ejército en retiro como responsables de 13 delitos de homicidio calificado y tres secuestros calificados, ilícitos perpetrados el 17 de octubre de 1973, en Copiapó, en el marco del denominado caso “Caravana de la muerte”.
En fallo unánime, la Primera Sala del tribunal de alzada, condenó al subteniente en retiro, Waldo Ojeda Torrent, a 10 años y un día de presidio, por su participación, en calidad de autor, de los delitos reiterados de homicidio calificado de las 13 víctimas.
Desde el Centro Penitenciario Colina I donde cumple condena, Ojeda Torrent escribió una carta en la que responsabilizó a sus superiores por emitir «órdenes irresponsable», en las que obligaron a los subalternos a «obedecer sin más alternativa que el costo de nuestra propia vida», un testimonio que suscribe la tesis expuesta por el general en retiro y excomandante en jefe del Ejército Ricardo Martínez.
En la carta publicada en El Mercurio, el subteniente (r) comenzó haciendo un mea culpa por el dolor causado por sus actos.
“Sé que mi testimonio llena de dolor a ambas familias, tanto de las víctimas como de quienes hoy cumplen condena. Lamento profundamente el dolor causado a aquellos que mi condena no les devuelve la pérdida de un ser querido y también, por el desamparo de todos los que no tuvimos otra alternativa de sobrevivencia que cumplir órdenes hace 50 años”, indicó.
En la misiva, aseguró que su testimonio constituye un relato “de primera fuente” de una discusión que “nos marginan” y “nos invisibilizan por lograr tener la razón”.
“Hablan desde la libertad que hoy yo no tengo e intentan adueñarse de la historia de un país sin hacer la distinción de quiénes nos encontramos cumpliendo condena impuesta por los Tribunales de Justicia a consecuencia de órdenes irresponsables entregadas por nuestros superiores en el mando militar, que nos obligó a obedecer sin más alternativa que el costo de nuestra propia vida”, afirmó.
Relató que la matanza nominada “Caravana de la muerte” fue ordenada por oficiales generales, oficiales superiores y capitanes a sus subalternos.
“En octubre de 1973, tanto oficiales generales, oficiales superiores y capitanes, dieron orden a sus subalternos luego de una secreta y hermética reunión que tuvo a puertas cerradas solo el comandante de regimiento con quien sorpresivamente llegó esa tarde en calidad de general delegado del comandante en jefe y presidente de la junta de Gobierno”, indicó Ojeda Torrent.
Explicó que la primera orden a los subtenientes fue fungir de centinelas para el traslado de detenidos de una cárcel a otra.
“Los capitanes a cargo del traslado y sin explicación, dan a los subtenientes la segunda y fatídica orden (de fusilar a los prisioneros). Los subtenientes, desconcertados ante la sorpresiva y drástica resolución, representaron la orden y se negaron en dos oportunidades. Sin embargo, se ven compelidos y amenazados de muerte de no cumplir la orden impartida, insistiendo que era una orden superior bajo el Estado de Guerra que vivía el país”, expuso en su relato.
También planteó que cuando indicaron las investigaciones del caso, los superiores “nada hicieron por asumir su responsabilidad”, amparándose en “enfermedades mentales, olvido irreversible, negación de haber participado o de haber estado ahí».
«Abandonaron a sus subalternos a merced del mismo azar que los llevó a su primera destinación», aseveró.
Nula responsabilidad de mando de Pinochet y altos mandos
En el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado de 1973, el excomandante en Jefe del Ejército, Ricardo Martínez Menenteau, criticó la nula responsabilidad de mando que a su juicio, mostró, el dictador Augusto Pinochet. una conducta que habría sido imitada los altos rangos.
“(Pinochet) debió haber asumido su responsabilidad de mando. Al no hacerlo, otros siguieron esa conducta, dejando desvalidos a los que finalmente ejecutaron las órdenes, muchos de ellos creyendo que eran legales las que después fueron desconocidas por algunos de esos superiores ante los tribunales; un buen ejemplo es la Caravana de la Muerte con el general Arellano”, dijo Martínez en una entrevista concedida a El Mercurio como parte de la presentación de su libro “Un Ejército para todos».
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