Un nuevo estudio pone en evidencia el nivel de daño que han sufrido las araucarias afectadas por una enfermedad, cuyo agente causal todavía no se conoce con precisión. El trabajo del ingeniero forestal Mauricio Reyes determinó que la población de araucarias aquejadas por la enfermedad creció de 93,3%, según la investigación realizada en 2016-2017, a 98,3% en el período 2017-2018.
Mediante un muestreo, el académico de la Universidad de La Frontera (UFRO) determinó un aumento del 5% de los árboles con algún grado de daño, en su área natural de distribución entre las regiones del Biobío y Los Ríos.
El ingeniero forestal comentó a LUN que el estudio se efectúo a partir de 400 mediciones en terreno para analizar de 3.075 árboles adultos (milenarios), de más de 50 centímetros de diámetro, y de 8.475 árboles de regeneración (jóvenes), estos últimos se dividen entre los que miden más o menos de 1,30 m.
De los 400 lugares analizados, apenas siete se encontraban totalmente sanos, según la muestra tomada en cada sector, que consideraba entre 7 y 30 araucarias. Los lugares más afectados, indicó Reyes al medio escrito, “la Reserva Nacional Ralco y un punto muy pequeño del Parque Nacional Villarrica, el sector de Coñaripe. Ahí con suerte había 300 árboles y teníamos 80% de mortalidad en adultos y entre 20 y 40% en regeneración”.
A la fecha, y de acuerdo a los avances de las diferentes investigaciones, se han despejado algunas posibilidades de origen de la enfermedad, centrándose principalmente en la incidencia de algún hongo surgido por el cambio climático, además de la escasez hídrica.
“Megasequía”
En enero de 2017, las conclusiones de un estudio del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas (CAEV) de la Universidad Austral indicaban que algunos ejemplares de araucarias presentan un fenómeno descrito como carbon starvation, una suerte de régimen de hambre expresada en daño foliar.
“En la Araucanía, zona cordillera, hay un déficit de agua de un 30% en promedio en comparación con la precipitación histórica (últimos 50 años). Es una megasequía de casi 6 años que no teníamos registros desde el principios del siglo pasado”, explicaba en ese momento el doctor Mylthon Jiménez-Castillo, integrante del CAEV.
“La gravedad es más allá del régimen de hambre”, advertía el investigador, puesto que “la planta está débil. No va a morir por carbon starvation. Es como que tú estuvieras con las defensas bajas y te agarra un rotavirus. En este caso tú no tienes energía para funcionar, no fabricas defensas”.
Árbol sagrado
Según datos de CONAF, la araucaria habita en Chile sobre una superficie de 320.436,51 hectáreas. Es un árbol de gran significado para las comunidades mapuches y pewenches, y fue declarado Monumento Natural en marzo de 1990.
Aquiles Conejeros Melimán, representante del Parlamento Autónomo Mapuche, describe la importancia de la especie para su pueblo: “Para nosotros la araucaria es un árbol sagrado. Es nuestra familia, nuestro abuelo, nuestra abuela, porque a través de ella tenemos la alimentación y hay un tema de conexión. Por lo tanto, que hoy las araucarias se estén dañando, nos preocupa mucho. Nos ponemos a disposición para colaborar en lo que sea necesario”.
La conservación de la araucaria genera opiniones encontradas. Una edición de la revista Punto Final de marzo de este año, recogió la inquietud de Eduardo Cayul Puel, lonko de Mitrauquén, y presidente de la Asociación Trawün Lonko de Lonquimay, quien afirmaba estar “en absoluto desacuerdo” con una realizada por investigadores de la UFRO de reclasificar la araucaria de “vulnerable” a “peligro de extinción”.
“No queremos que nos sigan pisoteando. Las comunidades mapuche pewenche son las que viven de y con las araucarias, y si se declara en peligro de extinción, nos perjudicará. No lo aceptaremos”, dijo a Punto Final.