Por Jorge Molina Araneda
En junio de 2017, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, publicó el libro Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile, el que dio a conocer las enormes brechas que existen en nuestro país.
Uno de los investigadores principales de aquel libro es Matías Cociña, quien referente al tema de las pensiones, uno de los más señalados y cuestionados durante años, comentó que ‘los datos que mostramos en Desiguales indicaban que en el año 2015, de los pensionados y pensionadas de 65 y más años, un 47% recibía una pensión que estaba por debajo del 70% del salario mínimo. Sin los aportes previsionales solidarios (APS) del sistema, la cifra habría llegado al 73%’.
‘No es coincidencia, entonces, que en nuestra encuesta solo una de cada tres personas del primer quintil de ingresos pensara que contaría con ingresos suficientes en la vejez para cubrir sus necesidades básicas. En el corto plazo, es muy importante aumentar los aportes provenientes del pilar solidario. En el mediano plazo, probablemente habrá que discutir elementos más estructurales del sistema de seguridad social, discusión que le corresponde a las instituciones políticas’.
Otro de los temas que representan una demanda que no se circunscribe solo a la movilización actual, sino que viene de mucho antes, es el que dice relación con la presencia de “los mismos de siempre” en la toma de decisiones, terminología popular que se refuerza con los datos de este libro.
Cociña manifiesta que ‘respecto de las autoridades políticas a nivel nacional, nuestros datos muestran que entre 1990 y 2016, siete de cada diez ministros o ministras, seis de cada diez senadores o senadoras y cuatro de cada diez diputados o diputadas, fueron a uno de los 14 colegios de elite (todos de Santiago). En efecto, en Chile las personas que toman decisiones tienden a escogerse desde un subconjunto bastante reducido de la sociedad. Los mecanismos de reproducción de los segmentos de altos ingresos, particularmente mediante la educación, tienen mucho que ver con esto’.
Incertidumbre… pero para los trabajadores
Uno de los puntos más oscuros de la desigualdad social tiene que ver con la incertidumbre, específicamente la laboral, que es la que determina todo lo demás para las personas de escasos recursos.
Del universo de trabajadores cubiertos por el seguro de cesantía en un período de 11 años, aquellos que partieron en un trabajo de bajo salario tuvieron empleo formal y con contrato indefinido menos de un 30% de esos 132 meses y tuvieron en promedio casi 10 empleadores.
En cambio, quienes partieron en un trabajo de alto salario estuvieron en esa situación más de un 72% de los meses y tuvieron en promedio menos de 5 empleadores. En otras palabras, la estabilidad de las trayectorias laborales está tremendamente estratificada en Chile.
De acuerdo al politólogo Ben Ross Schneider, del MIT, nuestro país posee un modelo denominado capitalismo jerárquico, donde la mayor parte de las grandes empresas son controladas por un grupo reducido de personas vinculadas por la sangre y la clase.
Ese capitalismo, describe Schneider, ofrece muy pocos buenos puestos de trabajo (los puestos gerenciales quedan en manos de la élite) y muchos puestos mal pagados (temporales, en poder de la gran mayoría de los trabajadores).
Siguiendo ciertas estimaciones, en Chile el 1% más rico captura cerca del 17% de los ingresos fiscales, mientras que el 10% más rico percibe más del 50% de todos los ingresos.
Peor aún, estas cifras parecieran ser estimaciones conservadoras, ya que cuando se incluyen las ganancias no distribuidas de las empresas (ganancias retenidas al interior de las firmas) las cifras resultan aún más alarmantes: solo el 1% del país percibe alrededor del 24% de todos los ingresos generados (Top incomes in Chile: a historical perspective of income inequality; 2019).
A su vez, el Fondo Monetario Internacional (FMI), indicó que la economía mundial creció un 6% en 2021 y se prevé que crezca un 3,2% en 2022 y un 2,7% en 2023. Esto significa que las compañías familiares han estado creciendo casi al doble de la tasa de las economías avanzadas y alrededor de una vez y media la tasa de las economías de mercados emergentes y en desarrollo.
Entre ellas, las 500 empresas del índice emplean a 24,52 millones de personas, un 1,4 % más que en 2021, y están distribuidas en 47 jurisdicciones distintas.
Hace algunos días, este mismo organismo concluyó que si bien “los riesgos a la baja persisten, la resiliencia de Chile está apuntalada por fundamentos económicos y políticas sumamente sólidos”.
Finalizada la Consulta del Artículo IV con Chile, el FMI sostuvo que la economía chilena está experimentando “una necesaria transición hacia un crecimiento sostenible en medio de una coyuntura externa complicada”, luego de la notable recuperación tras la pandemia de Covid-19, y destacó “el bajo nivel de deuda pública del país, una posición externa ‘sostenible’ y las políticas y marcos institucionales sumamente sólidos”.
Además, seis grupos económicos chilenos figuran entre las 500 firmas familiares más grandes del mundo, que generaron, en 2022, US$8,02 billones en ingresos, un 10% más que en 2021, según reportó un estudio bianual hecho por EY y la Universidad de St. Gallen publicado en Family Business Index 2023, según un comunicado.
De las compañías chilenas, son tres las que subieron en el ranking debido a alzas en sus ingresos: Antarchile, ligada a la familia Angelini (68), que en 2021 se encontraba en el puesto 86; Quiñenco (227), vinculada a la familia Luksic, que en la medición anterior estaba número 237; y CMPC, controlada por la familia Matte (288), que en 2021 figuraba posicionada en el 311.
Luego vienen Cencosud (115), relacionada a la familia Paulmann, y S.A.C.I. Falabella, ligada a la familia Solari (119), que se mantuvieron igual que en la medición de 2021. En tanto, Agrosuper, cuyos dueños son la familia Vial, descendió 11 puestos, llegando al lugar 444.
En contraste a lo anterior, de acuerdo al informe How’s Life (2020) de la OCDE, el 53% de la población chilena está en riesgo de caer en la pobreza si tuviera que renunciar a tres meses de sus ingresos, siendo Chile el quinto país del bloque con el mayor porcentaje y lejos del 36% que promedia todo el grupo.
Asimismo, según la ONG Techo, entre los años 2011 y 2019 los campamentos aumentaron en Chile un 22%, llegando a 47 mil hogares, y tras la crisis social, el número estaría acercándose -en los primeros análisis- a 52 mil familias o más, y lo más probable es que en el contexto post Covid-19 esto se va a disparar probablemente a 100 mil hogares.
Campeones de la desigualdad
El gobierno de Piñera señaló que en tiempos de crisis sanitaria debía emplearse el seguro de cesantía para tener ingresos; sin embargo, se estimaba en aquel período, que habían 2.5 millones de trabajadores informales, quienes cuentan con escasos ahorros, producto de precariedad laboral y la vorágine de tener que sobrevivir diariamente.
Durante la pandemia, en tanto, los médicos pedían lavarse las manos varias veces al día para evitar el contagio de coronavirus, pero de acuerdo a los datos del censo 2017, en Chile hay 383.204 viviendas que no cuentan con agua potable.
En Salud, unos 14 millones de trabajadores están afiliados a Fonasa, muy criticado por los pacientes por la mala atención en los hospitales, las largas esperas para obtener una cita médica, incluso en urgencias, y las malas condiciones de los establecimientos.
Chile tiene además una situación muy deficitaria de médicos y enfermeras, de camas hospitalarias y de medicamentos genéricos, como lo revelan datos de la OCDE: en comparación con los países integrantes de esa organización, Chile muestra un menor número de médicos (1,7 x 1.000 hab.) que el promedio de los otros países (3,2 x 1.000 hab.); menor número de enfermeras (4,2 x 1.000 hab. versus 8,8 x 1.000); y menor tasa de camas hospitalarias (2,1 x 1.000 hab. versus 4,8 x 1000).
También, el porcentaje de medicamentos genéricos en el mercado es de 30 por ciento en Chile y de 75 por ciento en los países de la OCDE, y menos de 50 por ciento de los médicos trabajan en el sector público: la mayoría lo hace en el sector privado, atraídos por más cómodas condiciones laborales y mayores ingresos económicos.
En el área habitacional, el 56% de las viviendas en la Región Metropolitana son menores de 70 m2, siendo las 3 comunas con viviendas de menor área María Pinto con 47,8 m2, San Pedro con 48,37 m2 y La Pintana 48.48 m2. En contraste, en los sectores acomodados, los promedios del tamaño de las viviendas son, en Lo Barnechea, 169,1 m2; en Vitacura, 154,5 m2; y en Las Condes 116,6 m2.
En cuanto a la enseñanza, la PAES 2022 confirmó las distancias existentes entre los colegios municipales y los particulares pagados, las que aún no logran ser revertidas. De acuerdo a lo afirmado por el Ministerio de Educación, existe una brecha “grande” en ambas pruebas de Matemáticas, la que también existe entre recintos particulares pagados y subvencionados.
La brecha entre hombres y mujeres en la prueba específica de Matemáticas también creció de un 0,21 en 2021 a un 0,23 en 2022, y llegó a un 0,32 durante este año, siendo calificada como “pequeña” por el Gobierno. Además, la U. Católica de Chile precisó que el promedio de estudiantes de colegios municipales en Competencia Lectora y Matemáticas fue de 611,2 y 528,8 respectivamente, mientras que en particulares subvencionados fue de 643 y 552,9, y en particulares pagados de 749 y 700,5 puntos.
Aquí, en el top 3 aparecieron las escuelas Los Andes de Vitacura, The Grange School y Villa María Academy, seguidas por Los Alerces, Cordillera de Las Condes, Tabor y Nazareth, Tabancura y Santiago College.
En cuanto a la educación pública, apenas tres liceos de administración municipal aparecieron entre los 100 primeros en puntaje. Estos colegios son el Liceo Augusto D’Halmar de Ñuñoa (15° lugar), el Liceo Bicentenario de Temuco (40°) y el Colegio de Maipo, de Buin (88°). Además, en el top 100 solo apareció un colegio particular subvencionado: el Liceo San Pedro Poveda de Maipú (91°).
Como telón solo basta decir: Chile, un país, dos mundos.
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