Por Juan Carlos Viveros Kobus

En mis años de estudiante universitario fui formado dogmáticamente hasta la saciedad con frases como “mayor crecimiento económico”, “más empleo”, “producir al máximo al mínimo costo”, un “conocimiento” con el cual salí de joven a deambular por los caminos de la vida pensando que eso era “todo”.
Gracias a los sucesos que van aconteciendo a todo caminante, prontamente me di cuenta (o me hicieron darme cuenta) que todo eso que había “aprendido en la universidad” era falso, pues en la realidad verdadera vivíamos en un planeta finito, con recursos finitos, que en realidad tampoco eran recursos sino más bien parte de un entramado mágico y misterioso que forma el universo, galaxias, sistemas solares, planetas y a nosotros mismos. Entonces pude comprender que todo estaba estrecha e íntimamente interrelacionado e interconectado, más allá del entendimiento de nuestra mente racional.
Trabajando en el sistema en que todos estamos, fui descubriendo de la observación misma de donde me tocaba estar, que los principios de la economía, del capitalismo, tampoco se cumplían, no eran ciertos, no había libre mercado, sino una gigantesca red de privilegios, trampas, pitutos, conveniencias, colusiones, en que, en nombre de aumentar las ganancias, prácticamente todo era posible. Fue un brusco aterrizaje forzoso a esto que hoy se ha convertido en una distopía.
Aunque pocos lo crean, este mundo distópico tampoco es real. Detrás está siempre la poderosa elite, ese llamado “1% del 1%” de la población que todo lo domina, todo lo controla, todo lo dirige a través del sistema que han creado para mantenernos dormidos, sometidos y esclavos a su juego. Siempre trabajar para ellos. Ellos utilizan la política, los medios de comunicación, la tecnología, para mantenernos distraídos, desorientados, divididos. Atemorizados, de manera de vivir en una sensación permanente de ansiedad, inseguridad y “necesitándolos”. Así es que siguen controlando este juego.
Lo peligroso de todo esto, en el fondo, es que esa avaricia y codicia que proviene de un estado de enorme inconciencia (ignorancia), es que estamos cruzando los límites de la vida, los límites del planeta Tierra que nos cobija, lo que nos pone en la lista de “especies en peligro de extinción”. La ceguera de la elite inconsciente que nos tiene en la sexta extinción masiva de especies, por primera vez en la historia, dio una vuelta completa y nos puso a nosotros mismos en peligro de desaparecer. Esto no había pasado jamás.
A pesar de lo dramático que pueda parecer lo que señalo aquí, nos queda una opción: despertar. Si logramos comprender la situación en que estamos, si logramos salir del juego de sometimiento y control en que nos tienen, podemos jugar nuestras últimas cartas y dar vuelta el resultado: tenemos que entender que SIN ECOLOGÍA NO HAY ECONOMÍA.
Que son los equilibrios maravillosos de la vida-naturaleza lo que nos mantiene aquí. Que un ser humano consciente lo primero que haría es “cuidar la casa” donde vive. Que contaminar el aire, la tierra, el agua, es enfermar a nuestra familia, hijos, a todos. Que poner en extinción especies es condenarnos a nosotros mismos a desaparecer.
¿Acaso la elite cree que con más dinero va a salvarse del descalabro que han creado? ¿O será que al destruir este planeta-hogar piensan irse a producir a Marte?
El humano moderno se niega a ver la realidad y está manipulado para que así sea. La elite política viene a ser una pieza más de la fábrica global, aliados o sometidos al mismo poder del dinero que todo lo compra. Empleados del mismo sistema. Este es el contexto general en que estamos atrapados hoy.
El primer paso para romper con esto es darnos cuenta. El segundo paso es iniciar un cambio de conciencia individual, cada uno, una, de manera que luego ese cambio trascendental personal se plasme en nuestra manera de estar en el mundo y, así, sumando a un nuevo sentir y pensar colectivo, que se irá plasmando en una nueva humanidad, en que recordaremos el inmenso potencial creador que somos, el diseño maravilloso con que fuimos creados y todo eso estará a disposición de generar las nuevas condiciones en que podremos continuar viviendo sobre este amado planeta Tierra.
Termino dejando constancia que aquí estoy escribiendo sobre ECONOMÍA, puesto que sin planeta es imposible generar empleos, sin planeta es imposible sostener el PIB, sin ecología no hay economía.
Feliz día mundial de la Tierra a todas las personas que están esperando que el ascensor abra sus puertas, para subir al carro de la Victoria.
Por Juan Carlos Viveros Kobus
Coordinador de Defendamos Chiloé e integrante de la campaña Defendamos Patagonia
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