La imagen que esta mañana ofreció la Cámara de Diputados, con poco más de una cuarta parte de la sala llena, fue indignante e insultante a los ojos de cualquier ciudadano. A las 10.45 de la mañana 36 diputados y diputadas hacían acto de presencia de los 118 que existen hoy en total (dos están desaforados).
Los parlamentarios presentes esperaron durante los 15 minutos reglamentarios por la llegada de otros legisladores necesarios para iniciar la sesión, ya que el reglamento establece que se requieren mínimo 39 legisladores para poder sesionar. Los correligionarios de los presentes nunca llegaron y se dio por fracasada la instancia, que tenía como punto central de la pauta del día el aumento de penas y sanciones cometidos por violencia intrafamiliar.
El presidente de la Cámara, Osvaldo Andrade (PS) fue de los ausentados, porque a esa hora sostenía una reunión protocolar propia de las obligaciones de su cargo. Por ello, el radical Marcos Espinoza presidió la Cámara y fue el encargado de suspender la sesión y fijar un horario para reprogramarla.
Además de discutir y votar la ley de violencia intrafamiliar, también debían analizar el informe de la comisión investigadora por la protección de glaciares, cuencas hidrográficas y salares de Chile.
Finalmente, a eso de las 11.30 horas comenzó una sesión especial en el Congreso, tras el fracaso de la sesión ordinaria y los diputados y diputadas reiniciaron la discusión.