En representación de 10 de las 14 familias sirias que llegaron en calidad de refugiados a Chile en octubre pasado, un grupo de manifestantes protestó afuera de la sede ONU en el país, acusando falta de apoyo en el proceso de reasentamiento en suelo chileno.
“Tenemos muchos problemas con salud, trabajo, dinero, casa y la vida acá, el idioma», dijo Joseph Bibo, uno de los refugiados, a El Mercurio. Según el manifestante, los recursos que reciben son insuficientes y, como si fuera poco, la inserción laboral no ha terminado por concretarse. “Nadie trabaja. Nadie habla español”, dijo al matutino de los Edwards.
Bibo cuenta además que los manifestantes son los mismos que en noviembre de 2017 pedían salir del país. El ciudadano sirio dijo a que se trata del «mismo grupo que protesto antes y que no quiere entrar a clases de español”.
Sin embargo, desde la Sociedad de Beneficencia Siria, salieron al paso de las acusaciones. Uno de sus directores, Adolfo Numi, aseguró a El Mercurio que los refugiados viven en buenas condiciones y que “si pretenden transformarse en unos mantenidos del Estado, están equivocados”.
El Ciudadano