Por Leopoldo Lavín Mujica
Según encuestas, las universidades tienen más legitimidad que ninguna otra institución en Chile. Una parte de la llamada opinión pública parece distinguir entre las disquisiciones interesadas de los defensores de un neoliberalismo ramplón, y las voces de economistas que desde la crítica a los dogmas de la ortodoxia neoliberal plantean alternativas, tanto analíticas, como medidas concretas ante la crisis económica que sacude a Chile y a la economía global. Ramón López, economista de la Universidad de Chile, con vasta experiencia internacional en la docencia y el análisis económico, no ha titubeado en responder preguntas para enriquecer un debate que en los medios está bajo control del pensamiento único de los economistas y de la doxa de los intelectuales orgánicos de la oligarquía empresarial.
–Gracias por la entrevista. ¿Ramón cómo definirías la coyuntura económica chilena en sus aspectos más determinantes a nivel macro?
R.L. El momento económico del país está dominado por dos enormes shocks internos causados por políticas públicas: a) un shock monetario causado por los aumentos de las tasas de interés impulsadas por el Banco Central y b) un shock fiscal asociado con un recorte del gasto fiscal de 24% en un solo año. Aparte de todo esto, la economía está impactada por la situación internacional caracterizada por una inminente recesión mundial, altos niveles de inflación y, más recientemente, por una brusca caída del precio del cobre. Todo esto va probablemente a impactar a la economía con mayor intensidad en el segundo semestre por lo que yo me esperaría a una mantención de altos niveles de inflación en combinación con aumentos del desempleo y recesión.
–Algunos afirman que la situación económica requiere de un “enfoque de emergencia”. ¿Cuál es su lado peligroso, por decirlo así?
R.L. En general esta situación va a impactar sobre todo a los grupos de ingresos medios y bajos, y a las pequeñas empresas, de manera más dramática. Los niveles de pobreza ya están creciendo y probablemente la desigualdad aumentará aún más. Esta situación puede impulsar nuevos levantamientos sociales como los del año 2019. Y, sobre todo, lo más importante: su impacto para la vida y las necesidades de los sectores populares.
La pobreza se va a agudizar aún más especialmente como consecuencia de las enormes alzas de los precios de los alimentos causada por las alzas de precios internacionales y por el aumento del precio del dólar. Mientras tanto, el gobierno y el Banco Central siguen apegados a políticas ortodoxas que son muy poco efectivas para detener las alzas de precio que vienen fundamentalmente desde el exterior.
–En el plano mundial algunos gobiernos europeos, en el contexto de la guerra Rusia-Ucrania y debido a las penurias energéticas que se harán cada vez más apremiantes para las clases populares occidentales, hablan de “requisiciones” de bienes de empresas privadas y de nacionalizaciones en el plano energético.
R.L. Sí, de alguna manera bajo condiciones tan críticas como la situación energética de Europa y la inflación, algunos gobiernos están considerando medidas heterodoxas ya que se dan cuenta que con las políticas standard no se logran avances. Esto no ocurre en Chile donde se sigue apegado a un conservatismo extremo.
–Y en Chile, de las ganancias de las grandes empresas y de los bancos….
R.L. Las utilidades de las grandes empresas, particularmente supermercados y la banca, continúan viento en popa. Estas empresas se han beneficiado por la inflación de los precios de los alimentos y las alzas de las tasas de interés impulsadas por el Banco Central.
–En esta crisis de la globalización capitalista a la neoliberal ya hubo, en el lapso de un mes, un par de revueltas premonitorias directamente vinculadas a la carestía de la vida, la primera en Ecuador con el sector indígena movilizado contra el neoliberalismo de G. Lasso, y en Sri Lanka manifestaciones populares y estudiantiles desalojaron del palacio y del poder al presidente Gotabaya Rajapaksa por razones similares.
Dada las profundas dificultades económicas y los aumentos de los niveles de pobreza, no me sorprendería nuevas crisis sociales y políticas en Chile en los próximos meses.
–¿No llegó el momento de distribuir los frutos de la riqueza y planificar las economías, palabra tabú en la ortodoxia neoliberal? La Reforma tributaria llega en Chile con 8 años de retraso debido a la pusilanimidad de los gobiernos de sello concertacionista-PS-DC-PC y a su condescendencia con la oligarquía empresarial (recordemos la obsecuencia del economista PS Alberto Arenas, ministro de Hacienda con Bachelet II-Nueva Mayoría en el episodio de la “cocina” con Saldívar y Larraín). Esta vez están dadas todas las condiciones para una reforma tributaria profunda y, sin embargo, no hay un pensamiento económico claro en el FA, y el PS está teñido de neoliberalismo… ¿qué opinas?
R.L. De acuerdo, no hay claridad política y lo más importante es que la Reforma Tributaria, que sería un esfuerzo en la dirección correcta, lo más probable es que sea rechazada por el Parlamento o que salga una reforma super sanitizada que a la postre recaude mucho menos que el modesto objetivo de 4,1% del PIB. Esta debilidad política es culpa del gobierno por no incorporar en la lucha política al pueblo, a las organizaciones sindicales y grupos comunitarios. Sin este apoyo la lucha política se libra dentro de los márgenes tradicionales donde la Derecha abierta y la disfrazada de “progresista” tienen amplia ventaja para imponer sus condiciones.
¿Algunas palabras sobre propuestas tuyas ante esta coyuntura económica difícil en la que hay que actuar ya? Y sabemos que la práctica tradicional de los sectores en el poder siempre la ha llevado en el pasado a someterse al mecanismo de la globalización capitalista y a sus instituciones, sin tener la voluntad de salidas innovadoras en el plano económico…
R.L. En el corto plazo se debe: Uno, reducir la hemorragia de capitales desde la economía que está exacerbando el alza del dólar y así gatillando aún más inflación, lo cual requiere un impuesto a la salida de capitales financieros, tal como lo hizo exitosamente Malasia y otros países de Asia a fines de la década del noventa. Dos, control de los precios de los alimentos y medicinas, negociando un congelamiento de estos precios con las 3 cadenas de supermercados y cadenas de farmacias y laboratorios por lo menos para los próximos 6 meses. El gobierno tiene capacidad de presionar a estas empresas para lograr estos fines y de hecho una de las cadenas de supermercados ofreció congelar los precios de los productos básicos. Pero el gobierno es mas papista que el Papa y no se atreve a extender esta medida al resto de las empresas. Y tres, parar el alza desquiciada del Banco Central de la tasa de interés, que no tiene ningún efecto sobre una inflación –la cual viene del exterior– y reducir el ajuste fiscal distribuyéndolo en un periodo de 3 años en lugar de un año como lo que está tratando de hacer Hacienda.