El fuerte impacto de la urbanización u otras fuerzas ejercidas en las zonas costeras es una preocupación mundial, especialmente bajo el paradigma de sostenibilidad ambiental, ya que existe una estudiada pérdida de ecosistemas, de su funcionamiento, servicios y degradación de los entornos costeros.
En Chile, la realidad no es muy distinta a la que revela la UNESCO, que describe como “cosificación” del planeta, con un aumento proyectado del 75% de la concentración de la población mundial costera para el 2.100.
El estudio “A sustainability index for anthropized and urbanized coasts: The case of Concón Bay, central Chile», liderado por la doctora en geografía Carolina Martínez, investigadora de CIGIDEN y académica UC, -junto a los investigadores del Instituto de Geografía UC, Jorge Qüense, Rodrigo Hidalgo y Federico Arenas; más la colaboración de Carolina Rojas del Instituto de Estudios Urbanos UC, y Pablo López de la Universidad de Bristol-, aplicó el Índice de Sostenibilidad Costera (ISC) a la Bahía de Concón.
De acuerdo a Carolina Martínez, se escogió esta zona emblemática de la costa central de Chile, porque está caracterizada por una importante antropización (efecto de la acción humana) por el descontrolado crecimiento urbano, sumado a otros factores que actúan presionado los entornos frágiles del entorno costero.
“Las áreas urbanas, las plantaciones forestales, el suelo sin vegetación, la distancia a las áreas urbanas y las principales carreteras, fueron los factores que explican la baja sostenibilidad de las unidades geomorfológicas de la Bahía de Concón, todo lo cual está asociado con la expansión urbana”, explica la geógrafa.
Expansión urbana
la investigación estableció que el 89.7% del área total de la Bahía del Concón presentó un nivel de sustentabilidad costera baja o moderada, principalmente asociado a los impulsores de usos residenciales e industriales y proximidad a caminos.
“Esta condición ha sido promovida por el modelo de expansión urbana, asegura la investigadora principal de la L6 ‘Gobernanza ciudadana’ de CIGIDEN, que ha asimilado las zonas rurales costeras del norte, siguiendo los ejes de las rutas principales, y tendiendo a la periurbanización como la de Concón-Quintero”, indica el informe.
Las áreas de alta sostenibilidad en la zona, en tanto, representan solo el 10,3% del área total y consisten en humedales, playas y campos dunares que están bajo una gran presión de proyectos inmobiliarios y diversas actividades económicas. Por lo tanto, asegura Carolina Martínez, existe una necesidad urgente de regular el uso de la tierra a través de instrumentos de planificación territorial que sean consistentes con los principios de sostenibilidad.
En efecto, plantea la académica de Geografía UC, “el Índice de Sostenibilidad Costera (ISC) se propone como un método para valorar un enfoque interdisciplinario sobre los efectos que genera los factores de presión sobre los componentes físico-naturales sensibles costeros, especialmente sobre la geomorfología.
Por tanto, el método es susceptible de ser aplicado a estudios con un sistema de enfoque socioecológico, para procesos adaptativos frente a escenarios de cambio climático y planificación territorial, donde se requiera aplicar decisiones sobre protección o regulación de usos actuales o futuros en costas urbanizadas o con potencial de urbanización.
Preocupación global
¿Por qué un índice de sostenibilidad para costas antropizadas y urbanizadas? se preguntan los expertos en el paper. La respuesta es simple, asegura Carolina Martínez, la evaluación de las diversas condiciones de antropización que presentan las grandes áreas urbanas y metropolitanas del mundo, que se ubican principalmente en la costa, es una preocupación global.
“Desde el punto de vista geográfico, es de especial interés ya que las alternativas de evaluación contribuyen a la toma de decisiones y acciones que pueden frenar o revertir procesos de degradación en ecosistemas de gran valor natural y patrimonial. En Chile hablamos de humedales y campos dunares que son la primera línea de protección frente amenazas naturales –marejadas y tsunamis-,que en contextos de cambio climático aumentarán su frecuencia”, explica la académica UC.
Finalmente, el paper plantea que el estado de conservación de la zona costera refleja el modelo de desarrollo de un país, su gobernanza y planificación territorial a diferentes niveles; por ello, contar con herramientas que faciliten las evaluaciones territoriales para alcanzar altos niveles de sostenibilidad es una prioridad.