Por Leopoldo Lavin Mujica
Mientras que los partidos de la ultra derecha, opinólogos a la Carlos Peña, el inefable Ricardo Lagos e incluso periodistas críticos de la transición pactada, además del candidato presidencial Gabriel Boric del pacto Partido Comunista/Frente Amplio, le han entregado un apoyo incondicional al ex almirante Arancibia (R), quien fuera Edecán de Pinochet y ex senador UDI, para que participe en su calidad de convencional en la Comisión de Derechos Humanos de la Convención Constitucional, dos convencionales, una del Frente Amplio y la otra de La Lista del Pueblo, aumentan la confusión en torno a la relación entre la ética y la política al declarar que la Comisión no “posee los instrumentos” para impedir que Arancibia sea miembro.
Partamos de un principio insoslayable: el paradigma de las democracias liberales representativas que se impuso en Chile y en Occidente plantea en su letra y espíritu el vínculo ético indisociable entre democracia y Derechos Humanos en el plano del ejercicio de la actividad política. La pregunta a la que debe responder la ética del político o representante electo en una democracia es: ¿Cómo comportarse en política; de acuerdo con qué valores? Y la respuesta en democracia es clarísima: con el pleno respeto de los derechos humanos, antes y después. Porque si no es el caso, no hay coherencia ética.
Es el malestar que le expresó con franqueza la Machi Francisca Linconao a Jorge Arancibia al decirle que fue Edecán Naval de Pinochet: “Me duele el alma que usted esté aquí (…) usted fue partícipe de Pinochet, y con Pinochet hemos pasado mucha pena, sufrimos mucho, hubo muchos muertos, mapuche y no mapuche”.
La respuesta de Arancibia fue la siguiente: “No soy solo, yo fui elegido por un montón de personas, por miles de personas. No tengo nada que ustedes puedan buscar que se asocie con derechos humanos, negacionismo de lo que pueda haber dicho y hecho, es expresar mi opinión”.
En una Comisión de los DDHH, donde se realzará el rol central que en la nueva Constitución tendrán los Derechos Humanos, deben conciliarse sin contorsiones dos posturas: la del respeto a la elección democrática de un representante (Arancibia en la ocurrencia) por sectores ciudadanos (sean de ultraderecha que todavía siguen negando que el régimen de Pinochet violó sistemáticamente los DDHH) y, el principio de una trayectoria de vida ética impecable en el respeto de los Derechos Humanos en toda circunstancia; puesto que negar las violaciones en tu propio país, y ante hechos fehacientes, te inhabilita como ente moral deliberante sobre el tema. Es lo que expresa el malestar existencial de la Machi Francisca Linconao en su sabiduría ancestral. ¡Y sin embargo la bancada de ultraderecha en la Convención envió al Almirante Arancibia a la Comisión de DDHH!
Ninguna argucia retórica de un profesional del arte de la confusión ni las artimañas acomodaticias de la política trunca harán olvidar la soberbia de los oficiales de la Marina en zonas donde impusieron el terror a partir del 11 de septiembre 1973. ¡Si es por eso que están ahí los convencionales…! Es la matriz histórica de la Constitución ilegítima del 80. ¡Un poco de coherencia entonces! No es necesario haber escuchado a oficiales de la Marina arengar contra el “cáncer marxista” y ver como obligaban a cantar la canción nacional con la ametralladora en el pecho a quienes éramos profesores en un Instituto Tecnológico en Talcahuano, para darle un sentido a las palabras de Arancibia cuando dice en entrevista TV que tenía ganas de “pescar un fusil y matar comunistas” en los cerros de Valparaíso en los 70/73.
Arancibia es un negacionista de tomo y lomo. Y no dice la verdad cuando afirma que siendo Edecán de Pinochet no sabía que se violaban los Derechos Humanos y que no se torturaba en el Fuerte Borgoño o en La Esmeralda, ni que la Isla Quiriquina era un campo de concentración al más puro estilo nazi.
¡Sí hay “instrumentos” para impedir que Arancibia corrompa el sentido de la Comisión de DDHH! Las convencionales Giovanna Roa del Frente Amplio y María Rivera de La Lista del Pueblo debieran saberlo. Es la razón democrática misma la que nos dice en ética lo que no debe hacerse: en el plano personal, un político profesional como el ex almirante Arancibia, no puede desconocer las violaciones de los DDHH, y así deformar la verdad. El mismo debió inhabilitarse si hubiera escuchado eso que se llama la “consciencia moral”. Tampoco Arancibia ni los oficiales de la Marina pueden invocar, como los jerarcas nazis lo hicieron en el juicio en Nuremberg, que “no sabían” del plan que prepararon y ejecutaron.
En entrevista a El Mercurio el domingo pasado, ante sugerencia del periodista de pronunciarse acerca de si se habían violado los DDHH durante el régimen militar, el ex Edecán de Pinochet fue tajante: “El tema es si sabía de ese delito, y no es mi caso”. Ahí está. Jorge Arancibia niega y oculta la verdad. Su posición en la estructura dictatorial de poder lo obligaba a saber (*) pues las acciones ejecutadas por la Armada durante el Golpe revelan un plan sistemático de violación de los derechos humanos que comenzó en agosto de 1973.
Por último, el “instrumento” ético es fundamental para impedir que un negacionista participe en la Comisión de DDHH. En última instancia es la voluntad democrática, la que en Chile siempre es pasada a llevar por la falta de convicción de los políticos. Son los 30 años … que siguen determinando el comportamiento de las castas políticas institucionales, así como de tanta “blanca paloma”.
La premura del tiempo no estipuló que al juramentarse como convencionales, éstos y éstas debían jurar no haber cometido violación de los DDHH ni haber sido cómplices de crímenes por omisión. Hoy hay que defender la democracia y los DDHH contra sus enemigos en la nueva Constitución.
(*) «Un comandante en retiro de la Armada reconoció que durante la dictadura militar hubo violación a los Derechos Humanos. Samuel Ginsberg, quien fue oficial de la Armada y actualmente enfrenta una querella por los delitos de apremios ilegítimos y secuestro en dicho periodo, se comprometió en la Corte de Apelaciones de Valparaíso a entregar antecedentes respecto a los delitos de lesa humanidad cometidos por funcionarios de la Armada. “Los delitos de lesa humanidad en el periodo de la junta militar se cometieron”, afirmó». Nota completa AQUÍ