El Cordobés: La reinvención de un clásico que busca encantar nuevos paladares en el centro de Santiago

Sin duda, hablar de El Cordobés es sinónimo de tradición gastronómica en Chile, conocido por sus populares parrilladas y sobremesas hasta altas horas de la madrugada en décadas pasadas, todo un clásico del barrio Forestal, un imperdible que se mantiene en alto como el ave fénix.

El Cordobés: La reinvención de un clásico que busca encantar nuevos paladares en el centro de Santiago

Autor: El Ciudadano

Por Álvaro Bustos Barrera

Platos contundentes, cocina chilena, sabores tradicionales, carnes y pescados de primera, amplios salones con historia, recetas probadas, un servicio de atención ágil, personalizado y precios al alcance de muchos bolsillos, es lo que ofrece el restaurant El Cordobés, un lugar clásico con más de 40 años ubicado en el centro de la capital, puntualmente en calle Miraflores #461, entre Monjitas y Merced.

Una antigua casona del casco histórico de Santiago, en el barrio Bellas Artes, da vida a este emblemático local para comer, que por fuera parece ser un espacio más para restaurar el alma de los comensales, pero que, tras cruzar el dintel de la puerta, te sorprende con los 600 metros cuadrados de construcción, mesas perfectamente montadas, firmes sillas de madera, cuadros decorativos, faroles y distintos aromas difíciles de resistir.

A mediados de abril, un día previo a la celebración de la cocina chilena, decidí dar nuevamente una vuelta por el centro. Caminé por calle Miraflores y di con la casa color burdeo, que en su fachada despliega carteles con el menú del día por solo $7.000 pesos, algunas fotografías con los platos que ofrecen y un letrero rojo con la frase: zona de parrilladas.

Como un imán atraído por el metal, ingresé raudo por el pasillo que lleva hacia los salones y de entrada recibí un cálido saludo de quien está al mando de este buque, Marcello Dall´Orso, hijo de don Amador y doña María Inés, matrimonio que mantuvo a tope este negocio y con gran éxito por más de 35 años. “El Cordobés es un restaurante con alma… somos mucho más que comida para Chile”, comenta el dueño.

Marcello Dall´Orso

Me acomodé en una mesa y en pocos minutos vi acercarse a un caballero de unos 65 años de nombre Juan Jorquera. Intercambiamos un par de palabras de buena crianza y acto seguido le pedí una copa de vino tinto para calentar motores, a la vez que echaba una mirada a la carta y sus bondades.

Tal como pensé, el restaurante cuenta con una gran variedad de preparaciones y cuál de todas más apetitosas. Desde distintos tipos de cortes de carne a la plancha, cada una con agregados o a lo pobre: Bife, entrecot, escalopas, lomo, milanesas, chuletas, chorizos, prietas y pollo, aunque, también ofrece algunos pescados como salmón a la plancha, congrio frito, reineta a lo pobre, entre otros.

La lista no termina ahí, mientras bebía mi generosa copa de carmenere, me percaté que también disponen de tortillas en sus versiones: española, de camarones y de verduras; además de sopas, donde destaca el imperdible caldillo de congrio, la soñada cazuela de vacuno, el reponedor ajiaco de lomo y el clásico consomé.

Luego de leer este verdadero poema gastronómico, hice un guiño a don Juan y le pedí de entrada una palta cardenal con camarones y de fondo un pollo al coñac. El señor tomó nota sin escribir ni una sola palabra y guardó el pedido en su cabeza para luego comandarlo en unas pantallas touch, que más tarde, me contaron, son parte de este nuevo renacer del local para llevar un orden de lo que se vende.

Mientras esperaba ansioso mis platillos, como de costumbre, me dediqué a mirar el lugar y me fue imposible imaginar aquella época dorada de El Cordobés. Salones atiborrados de comensales fumando, garzones corriendo de allá para acá con bandejas y bebestibles, el sonar de los vasos, conversaciones de contingencia política y risas por doquier.

En 10 minutos llegó a mi mesa el entrante de la palta cardenal con esos camarones por encima que asomaban entre ambas mitades y una cama de lechuga que aportó en frescura a la preparación que no falla y que se mantiene en varias cartas de restaurantes con historia.

El pollo al coñac que ordené como plato de fondo llegó en un librillo humeante y recargado de ricos aromas y dos presas carnudas que flotaban en el sabroso caldo. Cada cucharada junto a las papas cocidas, realmente me hicieron recordar los platos caseros que cocinaba mi abuela, con sazón, pero, sobre todo, con mucho cariño.

El servicio es otro de los aspectos a destacar ya que cuentan con un equipo atento, gentil y rápido, lo cual contribuye a que cada experiencia sea memorable. Acá es ideal venir con amigos, compañeros de trabajo o por qué no, en pareja.

Hoy El Cordobés busca posicionarse nuevamente como un referente de la gastronomía nacional y se reinventa con una carta más amplia y variada que incluye pescados y mariscos, preparaciones veganas y vegetarianas, pero siempre manteniendo la identidad y el sello que los llevó a triunfar: productos frescos, un servicio cálido, acogedor y precios al alcance de todos.

El restaurante es de los pocos que van quedando en el centro de la capital. De hecho, según un reporte de la Cámara de Comercio de Santiago, cerca de 900 locales han cerrado sus cortinas en los últimos años, entre ellos los tradicionales El Hoyo, el Bar Nacional y quizá a corto plazo La Piojera.

Pese a este complejo escenario, este emblemático lugar sigue más vivo que nunca, ofreciendo una oferta culinaria variada y sabrosa, convirtiéndose en un patrimonio del caso histórico de Santiago que nos recuerda aquella época de bonanza y negocios atestados de público.

Sin duda, hablar de El Cordobés es sinónimo de tradición gastronómica en Chile, conocido por sus populares parrilladas y sobremesas hasta altas horas de la madrugada en décadas pasadas, todo un clásico del barrio Forestal, un imperdible que se mantiene en alto como el ave fénix.

Evaluación: Muy bueno

Por Álvaro Bustos Barrera


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