El delirio

Si el Partido Comunista equivoca su rumbo es materia de crítica legítima y es lo que se espera ocurra. Pero que algunos personajes salten al ruedo a granjear votos y exigir con voz solemne que el partido debe salir del gobierno, ¡vamos! Algo de cordura y decencia reclama la política.

El delirio

Autor: El Ciudadano

Por Juan Carlos Skewes

“Extirpar al Partido Comunista del Gobierno”. La exigencia de una parlamentaria no dista mucho de aquella pronunciada por el general Gustavo Leigh Guzmán el 11 de septiembre de 1973. La diferencia es que esta última se sostuvo en el poder de las armas, mientras que la primera lo hace desde el corazón del delirio. La exigencia de la parlamentaria se une a la de otro integrante de la Cámara de Diputados que, igualmente demencial, invita a destituir a la presidenta de la Cámara Baja por su militancia en el PC. Las armas de unos y el delirio de otros no son materia de psiquiatría, aunque debieran serlo. Son materia de historia. Se esgrimen las palabras como si fueran misiles. Y el delirio mueve a las masas a cobijarse bajo el oscuro manto de figuras como las de Adolfo Hitler o de Benito Mussolini.

Son las mismas voces que, bajo los auspicios del imperio, crearon el campo de prisioneros de Pisagua y que dejaron al margen de la ley a un partido cuyo pecado era vehicular la voz de aquellas y aquellos a quienes se prefiere no escuchar. Sus ciento cuatro años de historia democrática autorizan al Partido Comunista a sentarse en una mesa donde muchos de los jugadores tienen si no las manos sucias, al menos los bolsillos. ¡Qué duda cabe que Maduro amerita el desprecio de las personas de buen corazón como también lo merecen aquellos que ven en la caída del dictador una oportunidad de negocio! ¿Acaso no se invirtió en Croacia después de haber vendido armas en un conflicto frente al que la razón invitaba a obrar de otro modo?

Si el Partido Comunista equivoca su rumbo es materia de crítica legítima y es lo que se espera ocurra. Pero que algunos personajes salten al ruedo a granjear votos y exigir con voz solemne que el partido debe salir del gobierno, ¡vamos! Algo de cordura y decencia reclama la política. Alentar el odio, socavar la expresión pública de las ideas, manipular a la opinión pública es algo que se espera de la baja, pero no de la alta política.

Reclamo, invocando mi propia condición ciudadana, resguardos para el libre ejercicio de las ideas. Cualquier forma de chantaje o cualquier forma de matonaje comunicacional, es repugnante. Expresar desacuerdo con el Partido Comunista por una determinada opinión no es lo mismo que extorsionar al Gobierno para sacar de entre sus filas a las y los militantes comunistas. Con razones de sobra se conoció a aquella ley que decía proteger la democracia como la Ley Maldita.

Por Juan Carlos Skewes

Premio Nacional de Antropología 2023


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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