Siguen saliendo a la luz antecedentes que revelan la influencia de los hermanos Hermosilla en el entramado político-empresarial chileno. Esta vez fue el turno de Juan Pablo Hermosilla, abogado defensor de su hermano Luis, a quien se le recordó el rol que jugó en la disputa entre Saddam Hussein y Carlos Cardoen durante la Guerra del Golfo.
La historia se remonta a fines de la década de 1980, cuando el empresario chileno Carlos Cardoen se enemistó con el gobierno de Estados Unidos debido a los millonarios negocios que había cerrado con Irak. Se estima que Cardoen vendió al régimen de Saddam Hussein más de 29 mil bombas de racimo, obteniendo ganancias que superan los US$467 millones.
Si bien Estados Unidos había promovido la venta de armamento a Irak durante su guerra con Irán -país al que consideraban un enemigo mucho más peligroso-, todo cambió el día en que Hussein invadió Kuwait en 1990. El líder iraquí se convirtió en un indeseable para el gobierno de George W. Bush y Cardoen fue acusado de contrabando de circonio, material indispensable para la construcción de bombas de racimo.
Según acusó el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Industrias Cardoen habría obtenido el circonio de forma ilegal en el país norteamericano y luego lo habría trasladado hasta Chile bajo el argumento de que sería utilizado para actividades mineras.
Si bien Cardoen argumentó que el gobierno de Bush siempre había estado en conocimiento del origen del circonio, la Interpol emitió una orden de captura internacional contra el empresario, y sus propiedades en Miami fueron confiscadas. Desde entonces, Carlos Cardoen no puede salir de Chile.
El rol de Juan Pablo Hermosilla
El 8 de enero de 2008, con Industrias Cardoen convertida en Metalnor, el empresario inició una arremetida para cobrar las deudas pendientes al gobierno de Irak. ¿El encargado de esta operación? Juan Pablo Hermosilla.
En un acta de la reunión de directorio que tuvo lugar ese día -y que fue publicada por Ciper en 2019-, se lee la resolución de «facultar al abogado Juan Pablo Hermosilla Osorio para que represente a la sociedad en Jordania en todos los trámites necesarios para la recuperación de los dineros que el gobierno iraquí adeuda a la sociedad como sucesora de Industrias Cardoen».
En la misma sesión se facultó a Juan Pablo Hermosilla para «efectuar todos los trámites que le sean requeridos, incluso abrir cuentas corrientes y otorgar comisiones de confianza».
Según los cálculos de Cardoen, el Estado de Irak le debía US$50 millones. Ese mismo mes, Hermosilla abrió una cuenta corriente a nombre de Metalnor en el Jordan Ahli Bank y comenzó las operaciones para cobrar la deuda a la Iraq Debt Reconciliation Office, la oficina encargada de reestructurar la deuda de ese país tras la invasión de Estados Unidos en 2003.
No era la primera vez que el clan Hermosilla trabajaba con Cardoen. Ya en 1993, Juan Pablo lo representó en los conflictos judiciales que surgieron tras las acusaciones de tráfico de circonio. El padre de los hermanos, Nurieldín Hermosilla, también lo asesoró cuando el periodista británico Jonathan Moyle fue encontrado muerto en una habitación de hotel de Santiago, mientras investigaba el diseño de un revolucionario helicóptero militar que Industrias Cardoen planeaba comercializar en el tercer mundo.
Nunca se llegó a saber si las gestiones de Hermosilla tuvieron éxito y si el gobierno de Irak pagó el monto adeudado a Carlos Cardoen. Pero en una sesión de directorio posterior de Metalnor se da cuenta de que el empresario estaba abierto a la posibilidad de que los iraquíes pagaran «en otra clase de bienes». Esta era una fórmula que el empresario ya había utilizado en los ’80 con el gobierno de Saddam Hussein. En una entrevista al Washington Post, Carlos Cardoen reveló cuáles eran esos «otros bienes» que le entregaban los iraquíes: petróleo.