Por Gonzalo Robles Fantini, periodista y escritor / “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Esta frase la pronuncia Tancredi Falconeri a su tío don Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina (en Sicilia, isla italiana), en la novela “El Gatopardo” (1958), del escritor Giuseppe Tomasi di Lampedusa. El libro narra las vivencias de este aristócrata siciliano que, a partir de 1860, ve tristemente cómo se acaba una época y el advenimiento del Reino de Italia, a partir del desembarco en la isla de Garibaldi, uno de los líderes de la reunificación italiana.
Tancredi personifica al político oportunista que se alía con la burguesía emergente y, sin escrúpulos, comete fraude en los comicios de Sicilia, para asegurar su futuro en el Parlamento italiano. La novela tuvo tal repercusión (en 1963, Luchino Visconti la adaptó magistralmente al cine), que las ciencias políticas adoptaron el término gatopardismo para referirse al fenómeno de “cambiar todo para que nada cambie”, tomado del texto literario que narra la intención de la aristocracia de aceptar la revolución unificadora para poder aceptar su influencia y poder.
Entonces, ¿puede aplicarse este concepto de transformación política revolucionaria, que en la práctica altera la parte superficial de la estructura de poder, conservando intencionadamente la esencia de esta estructura, a las consecuencias de las protestas sociales denominadas el Octubre de Chile?
Por cierto, las protestas no han concluido. Ahora, haciendo una brevísima recapitulación de los hechos, en el país comenzamos con un evidente estallido social el viernes 18 de octubre en Santiago, que se fue extendiendo a las regiones, y pasamos de la implementación del Estado de emergencia, el Toque de queda, una grave situación represiva de parte de Carabineros y militares, que han significado denuncias de violaciones a los Derechos Humanos y querellas en contra del hoy exministro del Interior, Andrés Chadwick, y otras autoridades, así como una acusación constitucional en contra de este personero de Gobierno, y una en contra del Presidente Piñera en tramitación.
Mención aparte merece en esta cronología el tratamiento sesgado y poco ético con el que han abordado los medios de comunicación social tradicionales estas jornadas de manifestaciones. El Colegio de Periodistas de Chile ha sido enfático en señalar que dar preponderancia a la cobertura de vandalismo y saqueos, por sobre las causas sociales de las protestas, no sólo criminaliza el movimiento ciudadano, sino que también impide generar un clima social de paz, situación que se agravó con el cerco informativo a la represión a ejercida por agentes del Estado de parte de la prensa tradicional.
Respecto de las medidas implementadas ante esta crisis social por parte del Gobierno, más allá de las fatídicas acciones para restablecer el orden público, el Presidente concretó su cambio de gabinete el lunes 28 de octubre. Ocho ministros fueron reemplazados, destacando la figura de Gonzalo Blumel en Interior. Estas podrían interpretarse como las primeras reacciones efectivas para tratar de revertir la crisis de gobernabilidad que sufre el país. Sin embargo, por amplios sectores sociales y políticos, este cambio de ministros no fue valorado como una medida significativa, ni que colabore a resolver el problema de fondo.
La Agenda Social, impulsada por el Gobierno y que se tramitará en el Congreso Nacional, es la muestra más palpable de sus intenciones de dar respuesta real a las motivaciones de estas demandas ciudadanas. Sin embargo, según expresa el sentir del sociólogo y excandidato presidencial Alberto Mayol, en entrevista en el canal 24 Horas de Televisión Nacional de Chile (TVN), el Presidente Piñera “tiene muy claro que la Agenda Social que entregó no es suficiente”.
Estas declaraciones de Mayol fueron en el contexto de la cancelación de las cumbres de la APEC y la COP25 por parte del Gobierno, el miércoles 30 de octubre, lo que significó una caída considerable de la Bolsa de Valores de Santiago, así como muchos perjuicios que el Presidente tenía considerado, pero manifestó que la necesidad de concentrarse en los problemas que aquejan a Chile era más importante que las citas internacionales.
El factor económico pesa mucho en las decisiones, en especial considerando que el empresariado necesita recuperar la confianza en que el Gobierno de Piñera será capaz de conducir esta crisis a buen término, sin dañar las condiciones macroeconómicas de Chile. Existen llamados de ciertos grupos de empresarios a recuperar la unidad y paz social, lo que resulta evidente, pues este clima no beneficia al mercado ni a las grandes empresas.
En el presente escenario, es plausible considerar que el Gobierno pretenda aplicar medidas urgentes para recuperar la paz social, sin que esto necesariamente signifique cambios reales a la estructura sociopolítica ni al sistema económico neoliberal, con lo cual se cumpliría el riesgo de la estrategia de El Gatopardo.
Una de las demandas de la ciudadanía que con más fuerza se ha escuchado es la implementación de una Asamblea Constituyente participativa, para redactar una Carta Magna que reemplace a la Constitución Política de 1980 que, si bien ha sido reformada en varias ocasiones, aún conserva la impronta dictatorial de su origen y la concepción del Estado subsidiario, así como el marco jurídico del sistema neoliberal.
Los cabildos ciudadanos se han realizado a lo largo del país, en algunos casos con mucho éxito, mas no son de carácter vinculante y, por tanto, sólo pueden significar una apertura a escuchar a distintos sectores sociales que no se concrete en cambios reales y concretos.
La Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) llamó a mantener un paro nacional progresivo, a partir del lunes 04 de noviembre, en diversos ministerios, servicios y unidades de la administración central del Estado, justamente respecto de la Agencia Social impulsada por el Gobierno en el Congreso y en respaldo de la iniciativa de crear una nueva constitución política para Chile, a través de una Asamblea Constituyente. Asimismo, también para el lunes 04 de noviembre, se convocó a una nueva protesta en Plaza Italia, desde la consigna “No más violaciones a los Derechos Humanos”.
Existe un clima de incertidumbre en Chile, tal como sucedía en la Italia tras la revolución unificadora liderada por Garibaldi, y pese a las diferencias históricas y geopolíticas, es probable que la elite política chilena busque una estrategia como la que sugirió Tacredi a su tío el Príncipe Fabrizio, en la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en esta larga y angosta faja de tierra que hierve de descontento social.