El itinerario que llegó a la Convención Constitucional que se inaugura este domingo

Si bien varios actores políticos se ufanan de haber apoyado el acuerdo que dio paso a la Convención Constitucional que inaugura sus sesiones este domingo 4 de julio, dicha propuesta fue la estrategia de un gobierno moribundo en medio de unas jornadas en que carabineros había recomendado el desalojo del palacio de gobierno. Revisemos acá su itinerario y las últimas piedras en el camino puestas por un gobierno reacio a reconocer la soberanía popular.

El itinerario que llegó a la Convención Constitucional que se inaugura este domingo

Autor: Mauricio Becerra

Grandes expectativas hay en torno de la primera sesión de la Convención Constitucional, la que será realizada este domingo 4 de julio en el recinto del ex-Congreso, en el centro de Santiago. A diferencia de ocasiones anteriores la mayoría de los constituyentes no obedece al binominalismo que dominó Chile en las últimas décadas, quedando fuera la política de los acuerdo, los apretones de manos y felicitaciones mutuas entre supuestos rivales políticos, todos símbolos de la parafernalia ritual que acompañó las ceremonias políticas en la postdictadura.

El proceso constituyente fue empujado por el estallido social de Octubre de 2019, cuando el gobierno de Piñera en un día en que carabineros había reconocido la pérdida del control de la situación y anunciado el desalojo del palacio de gobierno. En esas angustiantes horas para el gobierno, las gestiones del recién nombrado ministro del Interior, Gonzalo Blumel, lograron consensuar con la ex-Concertación, los dirigentes de Revolución Democrática y Gabriel Boric un pacto que otorgó oxígeno al gobierno de Piñera. La coalición de gobierno para calmar los ánimos cedió a cambio la posibilidad de cambiar la constitución heredada de Pinochet. Sin embargo, quien se la jugó ante Piñera y los viejos barones de la derecha por ofrecer de señuelo la Constitución para no ser desalojados del gobierno, encabezando las negociaciones con la oposición, el mismo Blumel no resultó electo en su candidatura como constituyente.

La estrategia de la derecha en ese momento fue apostar a descomprimir el asedio al gobierno en las calles, manteniendo de igual modo la violencia e impunidad de la policía, cuerpo considerado como la última guardia pretoriana ante el asalto de las multitudes indignadas. Dicho objetivo fue conseguido apenas con la expansión mundial de la epidemia de Covid-19, a partir de marzo de 2020, situación de emergencia sanitaria que autorizó a Piñera a mantener el país en estado de sitio y con toque de queda.

Sin embargo, contra todos sus pronósticos, esta vez el tiempo no correría en favor de la derecha y el Plebiscito de Octubre de 2020 logró concitar la mayor cantidad de votantes en todas las elecciones hechas en la post-dictadura, con un 50,95 % de participación, quienes propinaron un contundente triunfo a la propuesta de cambiar la Constitución de 1980 con un 78% de respaldo.

La siguiente línea defensiva de la derecha tampoco funcionó. Logró articular una lista única que incluyó al neoconservador Partido Republicano de José Antonio Kast hasta Evopoli por la centro derecha. La lógica heredada del binominalismo y de un sistema electoral que beneficia los pactos electorales grandes por sobre las candidaturas independientes fue la racionalidad que operó tras esta cerrada alianza. Sin embargo, la fuerza arrasadora del movimiento social surgido tras el estallido instaló a dos nuevas mayorías: el pacto entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, con 28 constituyentes electos; y La Lista del Pueblo, surgida a partir de diversas candidaturas independientes con experiencia en luchas sociales y de defensa de los territorios, quienes eligieron 27 escaños. En tanto que la ex-Concertación se redujo a 25 escaños y la derecha en su conjunto 37 cupos, que si bien es mayoría numérica, los que no les alcanza a imponer el veto de un tercio de la convención.

Y precisamente ese tercio era la última línea defensiva de una derecha acorralada. Tras el estallido asumieron que debían ceder ante el movimiento social, apostando por el tiempo que carga de olvido la memoria de los chilenos, la ingeniería electoral comprobada en elecciones anteriores, el poder de los medios de comunicación hegemónicos y la capacidad de desplegar una acertada campaña. El quorum que les permitía con un tercio de los constituyentes bloquear cualquier cambio al sistema político chileno fue asaltado por los representantes de una renovada izquierda chilena, movimientos que hasta el día de hoy discuten la ausencia de democracia en caso de aplicarse ese quorum exigido.

UN ESTADO OBLIGADO A ASUMIR DIVERSIDAD CULTURAL

No contentos con reconocer su derrota, hasta las últimas semanas el muñequeo del gobierno de Piñera generó problemas a los constituyentes que mañana tendrán su primera sesión en el ex-Congreso nacional. Esta vez fue la falta de reconocimiento de la diversidad cultural hace casi naufragar el evento.

Hace exactamente una semana los constituyentes representantes de los pueblos indígenas exigieron la renuncia del secretario administrativo de la Convención, Francisco Encina, designado por Piñera como el enlace entre el gobierno y los constituyentes. Las razones estaban sobre la mesa hace tiempo: la necesidad de respetar la diversidad cultural de los constituyentes, es decir, la presencia de traductores y asistentes de las representantes de los pueblos indígenas, peticiones que el gobierno no quería acceder. Los constituyentes indígenas amenazaron con no participar de la jornada inaugural de la Convención, siendo apoyados por 80 de sus colegas.

El gobierno se vio obligado a ceder, accediendo a la demanda de la machi Francisca Linconao de ser acompañada por su Zugumachife, intérprete de la autoridad ancestral en las ceremonias y su Ñanngkan, asistente también de la machi. En tanto los representantes del pueblo aymara podrán estar con su chacha warmi, pareja representativa de la dualidad en la cosmovisión de los pueblos andinos, cuya presencia es ineludible en la realización de la ceremonia de Phawa. También el gobierno deberá disponer de intérpretes para los distintos pueblos originarios.

Los siete representantes del pueblo mapuche realizarán una ceremonia en el cerro Huelén en las horas de salida del sol previas al inicio de la convención.

Al mismo tiempo, el gobierno también permitirá a los evangélicos realizar una ceremonia.

El Ciudadano

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