El primo de Piñera

Creemos imposible que Sebastián Piñera, como jefe de estado y jefe de su primo hermano, no se haya enterado de la red de corrupción de Hermosilla. Un abogado que, sin pertenecer al estrato social de los Piñera y Chadwick, compartía su gran arribismo en la política y la actividad profesional.

El primo de Piñera

Autor: Juan Pablo Cardenas

El primo favorito del expresidente Sebastián Piñera pertenece a las familias chilenas de la alta burguesía que por varias generaciones han estado muy estrechamente vinculadas a la política. Andrés Chadwick Piñera es ahora cuestionado por su estrecha amistad con el abogado penalista Luis Hermosilla, preso e imputado por severos delitos vinculados al tráfico de influencias, soborno, evasión tributaria y otros. En otro grave episodio de corrupción, con múltiples aristas y que muy posiblemente llevará a la prisión a una serie de empresarios inescrupulosos como a otros personajes públicos.

Caracteriza a estas familias su gran destreza para destacar a sus diversos integrantes en todo el espectro político, como que entre ellos se distingue al propio ex mandatario de derecha, y otros que formaron parte de una izquierda radical, como lo fueron en un momento el Mapu Obrero Campesino y otras expresiones allendistas. Así como la propia Democracia Cristiana que, después del Golpe Militar, integró la Concertación Democrática y la postdictadura. Hemos tenido ministros, embajadores, parlamentarios y numerosos cargos para los Piñera, los Chadwick y otros parientes, apellidos que siempre han sorteado con éxito los momentos más tensos y críticos de la nuestra institucionalidad.

Si bien Andrés Chadwick logró ser diputado y senador mediante sufragio popular, lo cierto es que aquel sistema electoral binominal prácticamente aseguraba la elección casi en partes iguales de la derecha y la centro izquierda; del oficialismo y la oposición. Por lo que era más seguro ser nominado por los partidos políticos, y contar con una buena caja electoral, para convertirse en “representantes del pueblo”.

En muy cortos años, el extinto Piñera Echeñique logró hacerse millonario, manejar cuantiosos recursos y prácticamente imponer su candidatura senatorial y, enseguida, sus dos períodos presidenciales. De no haber fallecido en un accidente aéreo, muchos piensan que se habría convertido por tercera vez en candidato presidencial de la derecha.

La mayor notoriedad de su primo Andrés Chadwick la logra al reconocérsele como el principal colaborador y secretario de Estado de su primo presidente, sin que se reprochara al mandatario por ejercer el nepotismo. Con todo, el ministro del Interior fue víctima de una acusación constitucional que lo despojó de su alto rango y que lo inhabilita hasta hoy de ejercer cualquier cargo público.

Militante de Renovación Nacional y después de la UDI, por su trayectoria y parentesco con el Presidente Piñera, hay muchos que lo consideran su legítimo heredero político. Una posibilidad que podría haberlo convertido en candidato presidencial de no haberse descubierto pública y judicialmente los miles de WhatsApp del abogado Hermosilla, donde se evidencia la estrecha relación de éste con el ex ministro, al tiempo de constatar una serie de operaciones ilícitas que recién se investigan y comprometen a poderosos empresarios, políticos y funcionarios públicos.

Y cuyos escándalos han alcanzado también a varios ministros de la Corte Suprema, llegados hasta allí mediante mafiosos lobbies. Gracias a un sistema de elección que ha dejado de maltraer la nula independencia del Poder Judicial, la bochornosa acción del Ejecutivo y del Senado de la República en la designación de nuestros jueces supremos.

En sus largos años de parlamentario, Chadwick Piñera no tuvo una labor muy relevante, destacando sobre todo como operador político de su partido, más que como legislador. Lo evidente es que el Presidente Piñera lo llamó al gobierno por su estrecha amistad y posiblemente por su complicidad en haberse hecho multimillonario y ayudarlo a soslayar las constantes acusaciones y sospechas que existían respecto de la solvencia ética del mandatario.

De esta forma, es que el hoy imputado penalista Hermosilla se convirtió en abogado de La Moneda y le tocó defender sin éxito la acusación constitucional contra el ministro del Interior. Defensa que costó una friolera de millones financiados por los empresarios Jalaff, hoy encarcelados por sus fraudes al Fisco, lavado de activos, asociación ilícita y otros graves delitos.

Creemos imposible que Sebastián Piñera, como jefe de estado y jefe de su primo hermano, no se haya enterado de la red de corrupción de Hermosilla. Un abogado que, sin pertenecer al estrato social de los Piñera y Chadwick, compartía su gran arribismo en la política y la actividad profesional; como que fuera activo comunista en su juventud, defensor de víctimas de los Derechos Humanos; de connotados pedófilos, después, así como abogado de la familia del ex senador Jaime Guzmán Errázuriz.

Tanto así que iniciado el gobierno de Gabriel Boric, también fuera reclutado para defender a su principal asesor, Miguel Crispi, cuyo vínculo con el escándalo de las Fundaciones todavía podría comprometer seriamente a la actual administración. Aunque oportunamente La Moneda se desligara de dicho abogado cuando empezaban a conocerse sus turbios manejos.

La situación de Andrés Chadwick compromete la honra de toda la derecha, pero también complica al conjunto de la clase política. Estamos muy encima de los acontecimientos, todavía, como para hacer pronósticos, pero parece por ahora difícil que pudiera convertirse en el heredero político de Sebastián Piñera.

Más todavía, no hay que descartar la posibilidad de que puedan evidenciarse pronto los manejos e influencias ilegítimas ejercidas por el propio Mandatario, justamente con el apoyo de su primo. Todo lo cual resultaría muy ignominioso después de los homenajes políticos transversales que se rindieron en sus exequias. Si es que fuera efectivo que los fiscales, jueces y la clase política cumplen con la promesa de investigar a fondo los malos manejos “caiga quien caiga”, como se repite.

Aunque mucho nos tememos que después de las elecciones municipales vuelva a producirse una entente oficialista y opositora para meter bajo las alfombras los recurrentes escándalos, tal como ya se hizo durante la administración de Ricardo Lagos, con la colaboración y complicidad del diputado derechista Pablo Longueira.

Tanto como que todavía estén prácticamente impunes los responsables del escándalo Caval bajo la administración de Michelle Bachelet. Como, hace poco, los implicados del caso Penta y el financiamiento ilegal de la política. Un grave episodio que culminó con las llamadas “clases de ética” de parte de los infractores condenados por cometer millonarios sobornos transversalmente a la política.

Las clases partidistas y empresariales saben defenderse y, sobre todo, obtener impunidad gracias a estrechos y cruzados grados de parentesco entre sus más altos miembros. Y para ello siempre contar como excusa la protección de nuestro Estado de derecho o, más bien, de indecencia consentida del sistema que nos rige.

Por Juan Pablo Cárdenas S.

30 de septiembre 2024

Juan Pablo Cárdenas – Política y Utopía


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