El río Maipo de Puente Alto: los desafíos de restauración, planificación y participación ecológica

Es necesario impulsar políticas públicas de protección del Maipo. Es un río importante para la comuna, pero también lo es para todo Santiago y, por extensión, para el país.

El río Maipo de Puente Alto: los desafíos de restauración, planificación y participación ecológica

Autor: El Ciudadano

Por Javier Zúñiga

Pese a que Puente Alto es recorrido por el río más importante de la Región Metropolitana, el Maipo, no tenemos una identidad de comuna hídrica. Solo algunas personas, generalmente del Puente Alto más antiguo, pueden narrar historias de idas a jugar o a pasar la tarde en el río. Pero la gran mayoría no tenemos un vínculo directo, experiencial y emocional con el Maipo. Además, ¿quién puede decir hoy que conoce cómo ir al río o lo considera un lugar seguro y apto para ir en familia? Muy difícilmente se podría decir que sí. En paralelo, desconocemos la profundidad y diversidad de la flora, fauna y fungi, que conforman un patrimonio natural que se suma a un patrimonio histórico y cultural complejísimo: sitios precolombinos a lo largo del río, infraestructura del Chile colonial, y, luego del pasado industrial del siglo XX, ¿qué estamos haciendo para proteger nuestro río y toda su riqueza, entonces?

Son distintas las líneas de acción posibles, pero lo primero es reconocer lo fundamental: es necesario impulsar políticas públicas de protección del Maipo. Es un río importante para la comuna, pero también lo es para todo Santiago y, por extensión, para el país. Su curso tiene un sentido estratégico y no se puede simplemente operar en base a inercias o en base a normas y disposiciones que van quedando anticuadas en relación a las realidades sociales y ambientales del cambio climático. Se han hecho cosas en esta dirección, como el proceso en curso de declarar humedal urbano al río Maipo, impulsado por Defensa Ambiental Cordillera, la Municipalidad y con el apoyo de diferentes organizaciones sociales y dirigencias sociales. Se valoran, pues, los avances.

En esta dirección, proponemos abrir un diálogo social, orientado a elaborar medidas concretas, políticas públicas de carácter social y ambiental, en torno a tres ejes. Por supuesto, para nada excluyentes con otras visiones: restaurar, planificar, participar. A continuación, compartimos en qué podría consistir esta conversación entre distintas actorías sociales, el municipio y las autoridades electas del territorio.

Restaurar

Para nadie que haya ido a la ribera del Maipo en Puente Alto es un misterio la suciedad, contaminación de carácter industrial, la falta de fiscalización y la ausencia, en definitiva, de una preocupación sistemática e institucional por el río. Décadas de omisiones han asentado un clima de abandono que, por cierto, ha dañado ambientalmente el río. Afortunadamente, estamos a tiempo de tomar la iniciativa. ¿Qué políticas públicas se pueden comenzar a diseñar o profundizar en materia de restauración del río? Vemos como perfectamente viables tres tipos de medidas.

Primero, aquellas que apunten directamente a un cambio en el valor ecosistémico del río. Por ejemplo, de considerarlo un espacio para los desechos o sobreexplotación económica, hacia revalorarlo como un sitio para un humedal urbano. Segundo, políticas de remediación, es decir, hacerse cargo de la contaminación y, sobre todo, de una fiscalización sistemática por parte de todos los actores involucrados, desde el Municipio, la Delegación Presidencial Provincial, el Gobierno Regional, entre otros. A todos compete y es necesaria una actuación coordinada y centralizada en esta materia, sin diluir la responsabilidad. Tercero, medidas de restauración o regeneración ecosistémica propiamente tal. Por una parte, aplicar disposiciones del Plan Nacional de Restauración de Paisajes o de la Ley de Humedales Urbanos, entre otros marcos a los que es posible adherirse en el corto plazo.

Hoy Chile tiene disposiciones normativas y antecedentes suficientes como para elaborar políticas públicas de modo eficaz para avanzar hacia la restauración. Así mismo, los propios ecosistemas, en la medida que se regule su sobre intervención, tienen la capacidad material de regenerarse y reproducirse, por lo que es vital en este minuto la fiscalización y sanción efectiva a quienes afecten dichos ecosistemas. Por lo mismo, para saber con certeza científica cuáles son las áreas y especies a las que la actividad humana causa impacto, la reelaboración de un estudio de líneas de base hídrica (inventario cuerpos de agua, carácter hidroquímico, cursos de agua antropogénicos, entre otros), línea de base biótica y también una línea de base de carácter cultural.

Planificar

Como se mencionó, cualquier tipo de intervención que se haga en el río Maipo y los ecosistemas que contiene, requiere coordinación y niveles de planificación relativamente centralizados. Instituciones que actúen cada una por su cuenta y sin articulación multisectorial con organizaciones y actorías sociales, corren el riesgo de falta de eficiencia o incluso de realizar acciones testimoniales. Por lo mismo, hace falta valerse de instrumentos de planificación social y ecológica.

Existe un principio programático que se conoce como “soluciones basadas en la naturaleza”. Es decir, encontrar vías que tengan por núcleo el ambiente para resolver problemas sociales. Este principio, que también puede ser un criterio o indicador de planificación, actualmente no se encuentra transversalmente presente en los Plan de Desarrollo Comunal (Pladeco) de Puente Alto. No nos referimos a políticas focalizadas de medioambiente, como es, por ejemplo, el reciclaje, sino a una perspectiva que permee la planificación del desarrollo comunal en la idea de que sin el río Maipo, literalmente, nuestra comuna y región, no podrían vivir.

Así, incorporar en el Pladeco el principio de soluciones basadas en la naturaleza, el cual posee estándares reconocidos internacionalmente, como por ejemplo el planteamiento de una urbanización que en vez de dañar los ecosistemas aledaños se complemente con ellos: ¿Qué potencialidades ofrece la precordillera de Puente Alto, riquísima en biodiversidad hoy apenas cuidada, y amenazada por la expansión inmobiliaria? ¿Por qué no aprovechar los cerros islas, “Chequén”, “La Ballena” y “Las Cabras” para diseñar áreas verdes y comunitarias sustentables y que albergan la biodiversidad de la comuna? ¿Por qué no se podría aprovechar la declaración de humedal urbano para dar acceso al río mediante parques debidamente resguardados y con gestión municipal o regional, que nos dé el derecho a la naturaleza al mismo tiempo que la proteja? ¿No son estas necesidades comunitarias también?

También podríamos valernos de otros instrumentos como el Plan Regulador Comunal, debidamente redefinido en torno a criterios sustentables de largo plazo, sobre todo en cuanto a la definición de los usos de la tierra y la regulación de las actividades que se pueden desarrollar. Así mismo, coordinar estas iniciativas locales con el Plan Regional de Desarrollo Urbano y, aunque la voz de Puente Alto no vaya a ser mayormente incidente en los planes de la Región, al menos incentivar esa discusión, plantear nuestras necesidades con seriedad y soporte científico y basándose en un diseño de intervención mediante políticas públicas sólido. No somos una comuna marginal ni con una política solo local. Los problemas locales requieren soluciones globales también.

Participar

Pese a que hemos enfatizado en el rol que tienen las instituciones, autoridades y normativas legales, nada de esto se podrá llevar a cabo sin una participación activa de las organizaciones sociales. Estas, dada la profunda responsabilidad que supone la protección de la naturaleza, requieren pasar de su etapa simplemente peticionista hacia un momento de despliegue creativo y propositivo. Las organizaciones son capaces ya de elaborar proposiciones a las instituciones de las que son parte jurídico-administrativamente. No solo, por supuesto, autogestionar comunitariamente iniciativas, tremendamente válidas, por lo demás, sino que articular con los poderes públicos, entregar insumos, experiencias, visiones surgidas de la práctica.

En definitiva, así como la gestión durante las últimas décadas ha resaltado las virtudes de las alianzas público-privadas para resolver necesidades sociales, proponemos en cambio iniciativas de articulación público-comunitarias. Vemos como una buena posibilidad lo que plantearon en campaña, por ejemplo, los actuales alcalde y gobernador de Puente Alto y Santiago. Posiblemente ello contribuya a esas alianzas público-comunitarias que contribuyan a hacer diagnósticos, metodologías cualitativas y cuantitativas de participación vecinal, entre otras posibilidades.

El fortalecimiento de la democracia requiere que la ciudadanía no solo sea destinataria de las políticas implementadas por instituciones, sino que también debe ser artífice y cogestora de políticas públicas. Hay capacitación suficiente, experiencia, imaginación y, sobre todo, voluntad para avanzar hacia ello. El requisito es que se apueste por dejar atrás lógicas clientelares y peticionistas tanto de las asociaciones como de las instituciones. Un trabajo entre pares ciudadanos responsables de elaborar medidas programáticas que reparen nuestro pasado, protejan nuestro presente y planifiquen colectivamente su futuro, es perfectamente posible, el desafío es reconocer y validar a quienes estén en disposición de avanzar en ello.

Por Javier Zúñiga

Integrante de Defensa Ambiental Cordillera y Modatima.

Fuente fotografía


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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