Este miércoles 17 se estrena Allende en su laberinto, de Miguel Littín

Esta película, cuyo cuerpo central se filmó en la Casa Amarilla, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, es dirigida por Miguel Littín, protagonizada por Daniel Muñoz y cuenta con un elenco de actores chilenos y venezolanos, destacando entre estos últimos Juvel Vielma, Gustavo Camacho y Roque Valero (destacado cantautor).

Este miércoles 17 se estrena Allende en su laberinto, de Miguel Littín

Autor: Francisco

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“Allende en su laberinto es un filme que por mucho tiempo he tenido en mente. Cuando se produce el golpe del 73 pensé que tenía que dejar testimonio de lo que estaba viendo y viviendo. Con el tiempo hice muchos esbozos de guiones, pero ninguno me dejó satisfecho.” Es lo que señala Littín en entrevista con este redactor, publicada en noviembre en El Ciudadano, que acá reproducimos parcialmente.

Littín se adentra en la génesis de su película al comentar:

“Siempre tenía este guión de Allende, esta idea pendiente. La pensaba, la elaboraba, recibía información. Me encontré con los sobrevivientes en México, quienes me dieron testimonios muy importantes… cuando regresé clandestinamente a Chile –en 1985– realicé el primer esbozo de película sobre este tema, el que está contenido en un capítulo del documental Acta General de Chile (filmada en esa visita de 1985 y estrenada un año después) que se llama “Allende: El tiempo en la historia”.

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Continúa Littín:

“Hasta que llegó el momento en que sentí que estaba lo suficientemente maduro y que tenía la serenidad de poder enfrentar a una persona y una circunstancia como ésta. Así es como nace esta Allende en su laberinto.

–¿Qué sensación le dejó volver a La Moneda? Había estado allí con Allende y también en la dictadura cuando ingresó con un equipo italiano e identidad cambiada…

–En algún momento me detuve, sobre todo al inicio de la filmación, a recordar, pero corté esa corriente porque la urgencia era filmar. Disponía de aproximadamente 25 horas para hacerlo. Fue un trabajo muy intenso. Cuando uno filma, no se puede dejar paralizar por los recuerdos como si fuera pasado. Hay sólo presente y ese presente lo estás construyendo junto con el equipo, con el director de fotografía y con los actores. Por lo tanto, uno interviene en el pasado y lo hace presente. Y en esa acción tan vigorosa de traspasar los tiempos no hay realmente mucho espacio para el sentimentalismo, porque las cosas están ocurriendo.

Gran parte de la película fue filmada en 17 jornadas, en Caracas, en febrero de este año:

“Yo no filmé el bombardeo ni la defensa en La Moneda, porque el gobierno de Piñera (2010-2014) no me lo permitió. Lo hice en Caracas porque allí encontré el apoyo necesario para hacerlo”, señala Littín.

Sigue:

“Nos fuimos a Venezuela llevando la utilería y todos los materiales necesarios para poder proyectar en Caracas a Santiago de Chile, llevamos a actores y actrices… y esos fueron costos económicos muy elevados.

“Además, en ese momento de la grabación se vivía en Venezuela algo muy parecido a lo que yo vi en el Chile del 73: enfrentamientos en las calles, grandes grupos que apoyaban al gobierno, otros a la oposición… De ahí que la película tenga una particularidad que la hace muy especial: está viva, palpita con los tiempos de un país y de un continente, porque los sentimientos y los ideales que defendía Allende son universales.”

–¿Cuáles son las mayores dificultades que ha tenido en la realización de esta película?

–Me he enfrentando a un sector social que quiere que nada cambie y que le niega al resto de la sociedad que recurra a su memoria histórica. Los grandes intereses económicos sienten que mi proyecto fílmico les perjudica. Y, en efecto, se verán afectados con él, porque si el pueblo recuerda a su héroe que murió defendiendo la democracia, la igualdad, las grandes transformaciones, uno, en cierta medida, está atentando contra los intereses de las grandes empresas y transnacionales. Evidentemente que si este cine llega a la juventud producirá una actividad ciudadana que puede, en el futuro, poner en peligro los intereses creados.

–¿Podríamos definir este filme cómo una reconstrucción ficcionada de la realidad?

–Puede llamarse así, también es una visión poética, también es una mirada hacia la historia… como sea, será sin duda una película muy discutida. Y creo que la discusión es legítima, porque negar que haya enfrentamientos de intereses en la sociedad chilena sería vivir con los ojos cerrados, con una venda, y eso no es posible.

Allende fue asesinado

–Uno de los aspectos más discutidos sobre la figura Allende son las causales de su muerte, siendo conocida la inclinación de usted por la tesis del asesinato…

–Las conclusiones a las que llegó el juez Mario Carroza –que dirigió la causa Rol 77-2011 ‘caso Allende’– son muy superficiales y contienen errores notables en sus apreciaciones: dice que el presidente abrió la puerta, entró al salón Independencia y luego cerró la puerta quedando solo al interior de éste. Pero pese a esto, sigue contando lo que pasó ahí, cómo supuestamente se suicidó el presidente. Es como si fuese Dios que ve a través de los muros.

“Carroza asegura que Allende se suicidó, pero esto es imposible puesto que tiene dos disparos con dos armas distintas en su cabeza. ¿Quién puede hacer eso?”

El cineasta resalta que el ministro de la Corte Suprema, Hugo Dolmetsch, controvirtió la historia oficial en su voto de minoría expresado en la audiencia que en enero de este año cerró definitivamente el caso.

Dolmestch –ante el silencio de la prensa chilena– sostuvo que “los hallazgos descritos en el Protocolo de Autopsia  N° 2449-73, establecieron la existencia de un orificio de salida en la zona posterior de la bóveda craneana del expresidente, incompatible con la destrucción causada por el impacto autoinferido con un fusil de guerra, lo que refuerza la tesis de la ocurrencia de a lo menos dos impactos de bala penetrantes en el cráneo, uno provocado presuntamente por un arma de mediana o baja velocidad y otro de fuente distinta, pudiendo corresponder a proyectiles y armas diferentes”.

Littín asegura que en Chile “el cine no está orientado a mostrar este tipo de historias. Todos quieren que el cine se dedique a contar aspectos más frívolos de la convivencia y que no mire hacia atrás, que no aborde la historia, que es donde está la fuente misma de la memoria de los pueblos… porque alguien que no tiene pasado, no tiene presente y menos un futuro”.

Añade:

“Los grupos de interés no quieren que la historia de Allende se cuente, porque ellos archivaron el caso Allende, le pusieron una etiqueta y conclusiones: ‘Allende fue asaltado en La Moneda y se suicidó’. Así pretendieron cerrar este capítulo y que nadie se acordara más de él.”

Reflexiona:

“Allende, al recordarlo, sigue vivo, y al seguir vivo impulsa la lucha de cambios y transformaciones de una sociedad que quiere mantenerse anquilosada…”

El cineasta estima que la justicia chilena debería reabrir esta causa –tal como fue solicitado el pasado 11 de septiembre– y permitir que se conozca “toda la verdad disponible sobre este caso”.

El mítico cineasta dice que la herida por el golpe y la muerte de Allende “está abierta y sigue sangrando. Y esto no va a detenerse porque nadie se va a convencer que un par de jueces, que no tomaron las decisiones apropiadas, hayan establecido una supuesta verdad. La historia está en las calles, en la mente de las personas, en los sentimientos… y nosotros luchamos por crear el cauce para la corriente de la historia que pensamos es la verdadera: la que muestra que Allende es un combatiente que no se rinde”.

–¿Cuál es la diferencia entre un Allende que se rinde antes de que entren los militares y uno que combate hasta el final?

–Allende sabía muy bien que si resistía, el pueblo iba a seguir luchando aun él muerto. Eso lo dice: ‘Voy a pagar con mi vida la lealtad del pueblo’. Esto lo hace para que el pueblo siga luchando y no sea derrotado. Ese es su legado y por eso Chile no fue derrotado el 73. Si hoy somos una sociedad activa, en movimiento, de luchas, en gran parte es por esto. Si Allende no hubiese combatido hasta el final seríamos una sociedad detenida, que tendría que haber absorbido la derrota, la traición. Estaría desilusionada de los ideales, auto-derrotada… Allende me parece un hombre cada vez más admirable.

Ahondando en torno a su legado, Littín expresa:

“Allende no le pertenece a ningún partido, Allende le pertenece a Chile y a América Latina, porque él estaba absolutamente comprometido con las luchas del continente: con la revolución cubana, con los movimientos revolucionarios en Argentina, Colombia. Él siempre sintió como parte de su vida la revolución mexicana. Eso es lo que rescatamos los que no estamos en la posición de aceptar la derrota, sino de promover un camino de victoria y alegría. Un programa en que la juventud se entusiasme y siga adelante cumpliendo con el legado que dejó el presidente Allende, que es luchar por construir una sociedad mejor.”

Littín

Miguel Littín, nacido en el poblado rural de Palmilla (Región de Colchagua) el 13 de agosto de 1942,  es una leyenda del cine chileno y latinoamericano. Su filme El chacal de Nahueltoro (1969), que muestra el mundo de miseria y postergación en que viven los campesinos de la zona central de Chile, es todo un ícono en la filmografía del país.

Este cineasta fue director de la productora estatal Chile Films bajo el Gobierno de la Unidad Popular (1970-1973). En este periodo profundizó su amistad con Allende, con quien colaboraba desde la campaña presidencial de 1964, momento en que tuvo a su cargo las escenificaciones de los actos de campaña.

En su exilio mexicano, dirigió Actas de Marusia (1976), que muestra las duras condiciones de vida y las luchas de un grupo de trabajadores chilenos del salitre. Este filme obtuvo siete premios Ariel de ese año –entre ellos Mejor Película y Mejor Direccióny fue nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera.

La fama internacional de Littín se incrementó tras la aparición del libro La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile, de Gabriel García Márquez (1986). Se trata de “la reconstitución emocional de una aventura cuya finalidad última era sin duda mucho más entrañable y conmovedora que el propósito original y bien logrado de hacer una película burlando los riesgos del poder militar”, como el propio “Gabo” expresó en la presentación de la primera edición de este best seller.

En los últimos decenios las películas más relevantes de Littín han sido Sandino (México, Nicaragua, Italia y España, 1989), Los náufragos (Chile, 1994), Tierra del fuego (Chile, España, Italia, 2000) e Isla 10 (Chile, 2009).


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