Estudio detectó virus en aguas residuales de Santiago y Concepción

Proyecto Fondecyt Regular 2018 analizó el viroma de las aguas residuales de ambas capitales, y lo relacionó con enfermedades registradas en hospitales de ambas ciudades. La importancia de este trabajo radica en que estas aguas contienen, además de muchos otros componentes, deposiciones, orina y descamación de células, “todos los cuales son vehículos para eliminar distintos tipos de virus al medio ambiente”.

Estudio detectó virus en aguas residuales de Santiago y Concepción

Autor: Absalón Opazo

Vía Radio Universidad de Chile / Texto de Cecilia Valenzuela León / «Hemos trabajado durante muchos años detectando y caracterizando virus que producen diarreas en niños. Sin embargo, esa es sólo una visión, la que está detrás de los casos de menores que se hospitalizan, que van a los servicios de urgencia o que consultan al médico. Pero cuando también se puede estudiar lo que ocurre en el medio ambiente, particularmente en las aguas residuales, llegamos a una mirada más completa de cómo estos virus, que afectan a niños y adultos, se eliminan y circulan en la población».

De esta forma, el doctor Aldo Gaggero, académico del programa de Virología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, explicó el eje del proyecto Fondecyt Regular 2018 que se adjudicó para analizar el viroma de aguas residuales de Santiago y Concepción, y relacionarlo con enfermedades registradas en hospitales de ambas ciudades.

Respecto a la importancia de este trabajo, el académico explicó que estas aguas contienen, además de muchos otros componentes, deposiciones, orina y descamación de células de los individuos, “todos los cuales son vehículos para eliminar distintos tipos de virus al medio ambiente”.

En este sentido, agregó, “la diversidad de virus detectada en aguas residuales y en áreas contaminadas por ellas, se correlaciona en varios casos con virus gastrointestinales que circulan en la población y reflejan el nivel de contaminación del agua, por lo que es importante establecer protocolos para monitorear virus circulantes en diferentes matrices ambientales”.

Estudios metagenómicos recientes, que buscan secuenciar el genóma de diferentes microorganismos desde su ADN, han permitido reconocer alrededor de 3.200 virus, los que son una pequeña fracción de todos los que existen en la naturaleza.

A través de este mismo mecanismo, usando técnicas de secuenciación masiva que permiten detectar todo lo existente en una muestra, ya sean virus, bacterias o parásitos, la iniciativa liderada por el profesor Gaggero busca identificar los genes con características de virus presentes en aguas normalmente destinadas a usos como el riego de cultivos y áreas verdes.

“Hasta hace un tiempo se había notificado que existían más o menos 219 tipos virales que se pueden encontrar en aguas residuales responsables de infecciones en el hombre y animales, especialmente aquellos que causan gastroenteritis, que se excretan en altas concentraciones”, aclaró el investigador.

La normativa internacional sobre calidad del agua residual, explica el doctor Gaggero, señala que, entre otros parámetros, se debe medir la presencia de coliformes fecales. A partir de esto, la ley establece un máximo de 1.000 coliformes fecales por cada 100 ml. de agua residual tratada.

“Si ese parámetro se cumple, esa agua puede ser usada, como lo es en la gran mayoría de los casos, en el sector agrícola, para riego de plazas y limpieza de calles, o en la minería. Pero los tratamientos que se utilizan para aguas servidas no necesariamente eliminan la totalidad de los virus presentes, y eso es un problema mundial, porque no existe ninguna norma que señale o establezca niveles aceptables de agentes virales en aguas tratadas”, detalló el investigador.

En la mayoría de las plantas de tratamiento de aguas servidas chilenas la cloración es el principal mecanismo de desinfección, pero el cloro no necesariamente mata a todos los virus. “Los reduce pero no los elimina, por lo que esas aguas siguen siendo de riesgo si se emplean para regar cultivos a ras de piso, como son hortalizas y algunos tipos de frutas como frutillas o arándanos, o bien si contaminan cursos de aguas naturales. Es por eso que de manera frecuente ocurren brotes de enfermedades gastrointestinales asociadas al consumo de agua o alimentos contaminados”, agregó el investigador.

Es por ello que el estudio analizará muestras recolectadas trimestralmente en las plantas de tratamiento de aguas residuales La Farfana y El Trebal, que en conjunto tratan el 85 por ciento de las aguas servidas de Santiago, y otra en Concepción. Esta selección responde a las diferencias epidemiológicas de cada región.

“Por ejemplo, si bien es cierto hoy en día la vacuna contra la Hepatitis A fue incorporada al plan nacional de inmunizaciones, hasta hace un tiempo sólo se vacunaba contra esta enfermedad en las regiones de Arica y Parinacota y Tarapacá, y en la del Biobío, porque en ellas se daba un número de casos mucho mayor que en el resto del país”, comentó el profesor Gaggero.

Al mismo tiempo, los investigadores colectarán muestras de deposiciones de niños con diarrea en dos hospitales en Santiago, el Roberto del Río y el Luis Calvo Mackenna, así como de un centro centinela en Concepción, datos que cruzarán con los que arrojen el análisis de las aguas residuales estudiadas. “Esto nos permitirá correlacionar los hallazgos en las aguas residuales con la circulación de virus entéricos en la población de niños menores de cinco años, que acuden a centros hospitalarios en ambas localidades geográficas”, detalló.

“Creemos que probablemente ésta sea una muy buena herramienta desde la perspectiva epidemiológica, para poder predecir qué es lo que está pasando con un virus que entra a una comunidad en particular y como eventualmente puede circular en la población”, concluyó el académico.

Publicado en Diario y Radio Universidad de Chile


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