Este jueves la Caja Los Andes dio a conocer un estudio sobre las “Percepciones en torno a la calidad de vida de los adultos mayores”, realizado por Cadem, y que arrojó resultados nada de alentadores en términos de cómo están llevando a cabo esta importante etapa de su vida los chilenos y chilenas.
Por ejemplo, entre los adultos mayores consultados, un 75% de ellos considera que la calidad de vida de su grupo etareo es mala, promediando una nota de 3,6, cifra que sube a un 82% cuando se trata del total de encuestados.
Cuando se les pregunta a los jubilados sobre su nivel de satisfacción con una serie de ámbitos o actividades, destaca que solo un 20% de ellos está satisfecho con la jubilación que tiene actualmente o con la que va a recibir en un futuro. Le siguen su sueldo o situación económica familiar (26%) y el acceso a Internet y redes sociales (32%).
Una realidad que ha sido posible palpar este último año en el contexto de las movilizaciones contra el sistema de AFP, convocadas frente a las bajas pensiones que éste entrega, las que -sin el aporte del Estado- tienen a un 91% de los cotizantes recibiendo a fin de mes menos de $156.000.
Otro resultado desalentador es el que se da ante la pregunta «¿Cree usted que Chile es un país preocupado y que valora a sus adultos mayores?». Mientras un 80% de los jubilados cree que NO, un 86% de la muestra total se inclina igualmente por esa respuesta.
Por otra parte, cuando se menciona a la inclusión de los adultos mayores en la sociedad, un 65% de ellos cree que están excluidos, cifra que aumenta a un 83% cuando se trata del total de los encuestados.
Por último, resulta relevante también el hecho de que un 44% de los adultos mayores considere que las condiciones para ellos han empeorado en los últimos 5 años, mientras que un 21% cree que se han mantenido igual (probablemente igual de malas) y sólo un 30% sostiene que han mejorado.
«No hay una mirada del adulto mayor como un ciudadano participante»
Para conocer más en profundidad la realidad que viven los adultos mayores en Chile conversamos con Vivián Díaz, investigadora adjunta del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, Rimisp. La psicóloga es coordinadora del proyecto «Sistematización y análisis de experiencias innovadoras de cuidado para la población adulto mayor», experiencia desde donde nos entrega su visión.
En términos de políticas públicas, Vivián sostiene que «hay una mirada muy homogénea del adulto mayor, que lo entiende como una etapa de la vida en donde la persona está desocupada». En ese sentido, agrega, «muchos de los programas, por ejemplo a nivel de municipio, están dirigidos a buscar espacios de esparcimiento, viajes, de mayor socialización, pero no hay una mirada del adulto mayor como un ciudadano participante».
«Hay una baja valoración de los adultos mayores y del aporte que pueden realizar a la sociedad», añade. El tema pasa, cree, por considerarlos más que un «objeto de políticas públicas», como «sujetos de derechos».
La integrante de Rimisp apunta que esta mirada «homogénea» de los adultos mayores, rango en el cual se considera a quienes tienen más de 60 años, tampoco tiene presente que hay un grupo mayor de 80, cuyas necesidades son distintas.
Por otra parte, explica que los programas dirigidos a la población vulnerable tienen una cobertura muy reducida, incluso en los quintiles primero y segundo. «Todavía nos falta mucho para tener una mirada como un ‘estado de bienestar’, donde en las políticas públicas exista una universalidad en términos de hacerse cargo de las necesidades de este grupo».
En ese sentido, la psicóloga plantea que es necesario como sociedad abordar el tema del envejecimiento cuando estamos justamente en un proceso de envejecimiento demográfico, donde muy pronto -explica- la pirámide poblacional se va a ir dando vuelta, es decir, que cada vez vamos a tener más adultos mayores. «Y no tenemos políticas públicas que se estén haciendo cargo de eso», cuestiona.
Jubilaciones, sexualidad y socialización
Entre los problemas que deben enfrentar los adultos mayores, Díaz menciona justamente aquel con el que ellos menos sienten satisfacción, según la encuesta de Cadem, y que es el de las jubilaciones. «Tenemos jubilaciones muy bajas y por lo tanto a la mayoría de los chilenos nos van a tocar pensiones bastante miserables, con lo que las necesidades económicas pasan a ser un problema en términos de que no están cubiertas». Vivián añade que a esto se suma el hecho de que no existe tampoco una preparación de la población para enfrentar ese momento.
A partir del trabajo realizado por Rimisp en Panguipulli y Cerro Navia, la investigadora identifica como una de las necesidades «muy mal evaluadas» el acceso a la salud y también aquellas afectivas y de socialización. Respecto de esto último, explica que «aparece como algo muy importante el tener a alguien que los escuche, tener un espacio de intercambio con un otro».
Otro tema importante, añade, es el de la sexualidad. «Los adultos mayores no tienen sexualidad. Esa es como la mirada que tenemos hacia ellos. Hay una negación de lo que significa la sexualidad en los adultos mayores, por lo tanto no se aborda y en los sistemas que trabajan con ellos no es un tema que se pregunte ni se mire mucho, entonces queda como bien invisibilizado», explica.
La importancia de lo rural
Considerando factores como que la vejez es una etapa inexorable en nuestras vidas o que, por ejemplo, los adultos mayores son probablemente el sector de la sociedad más comprometido con acciones como la del ejercicio del sufragio, cuesta explicarse la despreocupación hacia ellos a nivel estatal y de sociedad. Buscando dar una respuesta a esta situación, Vivián Díaz cree que «tiene mucho que ver con su invisibilidad; con que los adultos mayores ya no serían seres productivos; con que estamos en una sociedad en donde se valora mucho la juventud, la productividad, el ir rápido en el sistema capitalista en que hay que estar todo el tiempo activo y cambiando». En ese sentido, agrega, «los adultos mayores representan algo diferente a eso».
Por último, junto con reconocer la importancia de la realización de estudios de percepción como el llevado a cabo por Caja Los Andes y Cadem, Vivián hace una observación en términos de que la encuesta solo está dirigida a población urbana. «Lamentablemente no se está recogiendo la percepción de lo que es el mundo rural, donde las vivencias y necesidades de los adultos mayores son muy distintas». Esto se traduce, por ejemplo, en sus dificultades en el acceso a los servicios de salud y, con mayor razón, a un especialista. «Las políticas públicas no tienen una diferenciación necesaria en términos de cómo se diseñan para el mundo rural o para el mundo urbano y eso también corre para los adultos mayores».
Daniel Labbé Yáñez