El crimen de la pequeña Ámbar, la denuncia de intento de violación de un actor a una compañera de trabajo, el acoso y abuso sexual de un director de teleseries, y la condena en España por simple “abuso” a una “manada” de hombres que violaron a una mujer, coparon la agenda noticiosa de los últimos días. ¿Cuál es el patrón común detrás de estos hombres abusadores?
“El determinismo respecto a que un abusador que haya sido víctima de violencia sexual durante su infancia sea, en el futuro, perpetrador de violencia sexual en contra de niñas y niños es un mito que está siendo cuestionado, tanto en los estudios académicos sobre el tema, como en las mismas experiencias de vida. Por ejemplo, visto desde otra perspectiva, existen muchos casos donde los abusadores no sufrieron de violencia sexual durante su infancia, sino, que puede solo responder a rasgos de personalidad y trastornos como la psicopatía”, señala Iskra Pavez, doctora y magíster en Sociología, investigadora, experta en políticas sociales de infancia y en estudios de género.
“Otro ejemplo, puede ser un hombre adulto abusador que no haya sufrido violencia sexual en su infancia, sino, solo tiene valores altamente machistas y patriarcales; entonces, ve el cuerpo femenino infantil como un objeto, y no a la niña como un sujeto, que está disponible solo para su deseo y placer”, agrega la investigadora y autora de los libros Notas sobre infancia, migración y género y Mifragio.
Pavez, quien de niña fue víctima de abuso sexual, y cuyo testimonio plasmó en el libro autobiográfico La niña liberada. Violencia sexual y poder, plantea que no existe un patrón establecido para determinar el perfil de un abusador. “Existen abusadores jóvenes y viejos, pobres y ricos, altos y bajos, etc. Lo único común es que todos los abusadores desarrollan relaciones abusivas en el ejercicio del poder o la autoridad, pero se expresan de diferentes formas. Lo que sí podemos y debemos hacer es construir entornos familiares, escolares y barriales donde se respete de verdad y se acoja con seriedad a las niñas, los niños y las mujeres y no se les trate como objetos, sino como sujetos”, precisa.
La escritora destaca que hoy en Chile y en el mundo, las víctimas en general, no solo de violencia sexual, están tomando la palabra a nivel público y transformándose en actores sociales, como se puede observar en Chile en escritoras como Vinka Jackson y en los denunciantes de Karadima, por nombrar algunos casos y, a nivel global en las actrices de Hollywood que impulsaron el movimiento “Me too”.
“Históricamente, las ramas más clásicas de la psicología y la psiquiatría han patologizado a las víctimas, negándonos la legitimidad de nuestro discurso. Parece increíble que tengamos que reivindicar nuestro derecho a la voz, el derecho a decir lo que vivimos, a denunciarlo y ser oídas con seriedad y acogida, pero también el derecho a reflexionar sobre lo que vivimos, a contar nuestra experiencia desde las diversas aristas y el derecho a emprender acciones para prevenirlo y que no ocurra nunca más. Las víctimas podemos aportar en los debates académicos y políticos sobre el tema de la violencia en general y de la sexual en particular. Pero para eso, las personas expertas también deben dejar de vernos solo como seres patologizados y traumatizados y deben comenzar a vernos como seres humanos integrales”, señala.
La situación de los inmigrantes
Notas sobre infancia, migración y género es el último libro de Iskra Pavez, en el cual la experta ofrece su mirada sobre el mundo y la sociedad chilena contemporánea en torno a temas cruciales contingentes: infancia, migración y género.
A través de crónicas y columnas de opinión –algunas inéditas– escritas entre 2006 y 2016, la autora aborda cuestiones tan diversas como la corrupción, la exclusión social, los derechos de los niños y niñas y de las mujeres, la discriminación, la igualdad de género, etc.
“Las niñas y las adolescentes migrantes de origen afroamericano están siendo víctimas de múltiples formas de violencia sexual en nuestro país. Por ejemplo, sufren constantemente del acoso callejero, lo más brutal es que esto no se considera violencia, está naturalizado. También padecen situaciones de abuso sexual dentro de sus propias familias y barrios. Por último, hemos encontrado casos en que son víctimas de redes nacionales e internacionales de explotación sexual. Lamentablemente, lo anterior confirma que las niñas migrantes de origen afroamericano sufren en mayor medida que otros grupos sociales de las jerarquías de poder, desigualdad y dominación. Además, es algo que está altamente invisibilizado en el debate público. El primer paso para solucionar un problema es reconocerlo como tal”, sentencia.