Este miércoles, se dio a conocer la muerte de Cristina Calderón Harban, reconocida como la última hablante nativa del Yagán, llevándose consigo la lengua de un pueblo exterminado víctima del genocidio colonizador en Magallanes.
«Ha fallecido mi madre, Cristina Calderón, a los 93 años. Tengo una pena profunda por no estar con ella al momento de partir. Es una noticia triste para los yagán», lamentó su hija, la constituyente por su pueblo originario, Lidia González Calderón, en un mensaje publicado en su cuenta en Twitter.
«Todo lo que haga en el trabajo en el que estoy, será en tu nombre. Y en él, estará también reflejado tu pueblo», agregó.
Desde la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), indicaron «lamentamos el fallecimiento de Cristina Calderón Harban, última hablante Yagán y quien desde la austral Puerto Williams trabajó toda su vida por conservar la lengua y la cultura de su pueblo. Nuestras condolencias a su familia».
La muerte de Calderón también fue lamentada por el presidente electo, Gabriel Boric, quien expresó en su cuenta en Twitter: «Su cariño, enseñanzas y luchas desde el sur del mundo, donde todo comienza, seguirán vivos por siempre. Un abrazo gigante a toda su familia y Villa Ukika. No están solos ni solas».
Por su parte, la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés expresó en sus redes sociales: «Con mucho pesar recibo la noticia del fallecimiento de doña Cristina Calderón, tesoro humano vivo, difusora de la lengua y tradiciones de los habitantes del archipiélago fueguino. Mis condolencias a su familia, amigos y Pueblo Yagán», manifestó
Cristina Calderón, nacida en isla Navarino el 24 de mayo de 1928, era conocida en la región de Magallanes como “La Abuela”.
Junto a su hermana Úrsula, quedaron huérfanas a muy temprana edad, por lo que su crianza fue asumida por sus abuelos maternos, hablantes yagán.
De hecho, no contó con un nombre yagán producto de la evangelización. Su familia le puso Cristina debido a la influencia de los sacerdotes anglicanos que llegaron a la zona.
Cristina aprendió a hablar español a los 9 años, y a la vez conservó el idioma yagán, compuesto por 32.400 vocablos.
Fue madre de 9 hijos y abuela de 14 nietos, quienes se educaron en lengua castellana , ya que no querían aprender yagán por la discriminación existente, por lo que con el pasar de las décadas y con la muerte de Úrsula en 2003, se transformó en la única hablante viva de la legua de sus ancestros, trabajando arduamente para su conservación.
De este modo, se dedicó a enseñar yagán y cooperó en el registro de diversos materiales audiovisuales que serán claves en el futuro para poder comprender una lengua de un pueblo víctima de un genocidio.
Junto a su nieta, Cristina Zárraga, creó un diccionario yagán-español, acompañado de imágenes de animales y un cd donde se escucha a la abuela repitiendo en yagán palabras como viento, perro o alma. Además, juntas editaron un libro de leyendas e historias originarias llamado “Hai Kur Mamašu Shis” (“Quiero Contarte un Cuento”).
Su nieta Cristina Zárraga, también publicó el libro “Cristina Calderón, Memorias de mi Abuela Yagán”, en donde hay más detalles de las memorias de la abuela yagán.
“Es la única que habla el yagán fluidamente y lleva los recuerdos aún vivos en su memoria. Mi abuela perteneció a la generación que registró el etnólogo Martín Gusinde. Una generación que aún sostenía los conocimientos ancestrales traspasados oralmente entre los yámana (como se autodenominan los yaganes), y que aún disfrutaba de las libertades de antaño, como por ejemplo, navegar libremente por los canales australes y establecerse en todo el territorio que en ese entonces le era comprendido”, comentó sobre su abuela Cristina Zárraga, en una entrevista, citada por Surenio.
A lo largo de su vida, Cristina Calderón recibió una serie de reconocimientos: el gobierno regional de Magallanes y la Antártica Chilena la distinguió como hija ilustre; mientras que el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes la consignó como “Tesoro Humano Vivo”, como parte de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de la Unesco en 2003. En el bicentenario de la República, en 2010, se le nominó como una de las 50 mujeres protagonistas de la historia del país.