crónica & fotos: Arturo LedeZma
Los trabajadores de la farmacia Cruz Verde ya pasan de las dos semanas en huelga. Piden mejoras laborales que consisten en que, básicamente, puedan tener un sueldo base de acuerdo al trabajo que realizan y, que no deban seguir trabajando por esas comisiones raras que las pagamos nosotros, como clientes, al comprar el remedio más caro.
La historia es sencilla. A partir del próximo mes empezará a cumplirse la ley que impide que las farmacias tengan “convenios” con los laboratorios para vender medicamentos con incentivos de comisión. Esto quiere decir que, hasta el momento, cuando uno va a la farmacia y le dicen “desea llevar Huachulpín para el dolor de cabeza porque está a 990” es porque el vendedor gana una comisión por vender el Huachulpín. Juro que me da pereza explicar más porque es evidente que, los laboratorios, coludidos con las cadenas de farmacias, han generado esta práctica que, si bien no es ilegal, es horrible. De esta práctica se desprende que las farmacias, acostumbradas a ganar más de la cuenta y sobre eso pedir más plata, obligan a sus empleados a vender de esa manera ya que, así, es como ellos se hacen el sueldo a fin de mes. ¿Se entiende?
Entonces Cruz Verde, la cadena que tiene sucursales hasta en el pasillo del baño del persa, no encontró nada mejor que no tomar en cuenta la ley a la hora de fijar una política de sueldos que permita que sus empleados, a partir de ahora en adelante, puedan tener una remuneración que no esté limitada o “pervertida” por la comisión, ya que como los medicamentos van a estar imposibilitados de ser ofrecidos como chupetines de frambuesa, no van a tener otra opción que vendernos algo de perfumería para llegar a fin de mes. Por lo tanto, para tener sueldo, el facultativo médico, cuando usted se enferme, tendría que decirle algo así como “Y para su problema urinario ¿no le gustaría llevarse este Shampú de coco por 2990?”
La empresa, como ocurre en todas las huelgas, no llegó a acuerdo y ofreció menos de lo que esperaban los trabajadores de la cadena de farmacias quienes, en un acto maravilloso, se han tenido que tomar las sucursales para que la gente no vaya a comprar y así el público se entere de que se lo están cagando.
El lector más observador dirá ¿Y cómo siguen atendiendo si es que están en huelga? Pues bien, ocurre que los tipos que están detrás del mesón no son precisamente personal con conocimientos farmacéuticos sino que, maquillados y vestidos para la ocasión, tenemos a uno que otro bodeguero o mando medio que, de un día para otro, se las ha tenido que arreglar para enfrentar la pega. Bien por él pero, hay un detalle… Eso no se puede hacer. Me explico: cualquier hijo de vecino no puede llegar y ponerse a vender remedios, sino que tiene que hacerlo alguien que tiene un curso, una acreditación, y que cumple con la normativa.
y acá viene lo que los medios no han dicho:
El Ministerio de Salud, al parecer en conocimiento de esto, extrañamente no ha fiscalizado que el personal sea efectivamente personal “de farmacia”, por decirlo de alguna manera y, según los empleados de la huelga, se está haciendo (misteriosamente) los locos con este pequeño detalle. ¿La razón? No tengo idea, pero da para pensar cosas horribles como poderes, pitutos y esas cosas que en Chile jamás ocurren, pero que dan para pensar. Porque somos tan buenos para pensar.
¿Qué ocurriría si el Ministerio fiscaliza a la cadena de farmacias y no está en cumplimiento de ese pequeño detalle? Queda la “Colitis” (para decirlo en términos farmacéuticos).
Hoy iré al Ministerio a preguntar en qué va lo de la fiscalización y mañana les cuento. Además sigo yendo a diario a darme una vuelta para comprobar que, en el centro de Santiago, los trabajadores siguen en huelga porque la empresa no ha llegado a ningún acuerdo y los trabajadores de la Cruz Verde no han dado el brazo a torcer (Bien!).
El caso es que les sugiero que, más allá de comprar en la farmacia del lado, se tomen la molestia de averiguar esos pequeños detalles que, casualmente, se le escapan a los pocos medios que sacan nota de la huelga. Conversen con los farmacéuticos. Pregunten. Coticen qué farmacia los engaña menos. Y ojo, vuelvan a las farmacias de barrio.
Crónica en desarrollo… Fin de la primera parte.