Entrevista con Luis Mesina y Benjamín Sáez
La reciente aprobación de la reforma del sistema de pensiones ha generado un intenso debate en torno a su impacto real sobre los trabajadores, pensionados y empleadores. Mientras el Gobierno sostiene que se trata de un avance significativo, diversos analistas y dirigentes critican que, en esencia, refuerza el modelo de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), perpetuando el sistema de cuentas individuales.
Un Modelo que No se Transforma
En conversación con El Ciudadano, Luis Mesina, vocero de la Coordinadora No+AFP, sostiene que esta reforma no representa el cambio estructural que muchos trabajadores esperaban tras 43 años de un sistema que ha demostrado ser ineficaz para entregar pensiones dignas. «El Gobierno no solo no cumplió su promesa de acabar con las AFP, sino que terminó fortaleciendo el sistema privado de cuentas individuales, transfiriéndole anualmente más de 6.000 millones de dólares», critica Mesina.
Según él, los beneficios contemplados en la reforma son insuficientes: «El monto máximo al que podrán aspirar los trabajadores que cotizaron 25 años o más es de apenas 96.000 pesos, configurando un estándar de pensiones que oscilará entre los 250.000 y 300.000 pesos, muy por debajo del ingreso mínimo. Esto refleja el bajo compromiso de la clase política con la garantía de pensiones dignas«.
Por su parte, Benjamín Sáez, investigador de la Fundación Sol, coincide en que esta reforma no representa un quiebre con el modelo de AFP. «Se diluye completamente la promesa del No+AFP y se consolidan las cuentas individuales como el centro del sistema previsional. Aunque se introduce un componente solidario, este será temporal y no generará un impacto estructural duradero», advierte.
Aumento de la Cotización: Beneficio para el Mercado Financiero
Uno de los aspectos más discutidos es el aumento de la cotización con cargo al empleador. Mientras el Gobierno destaca que esta medida fortalecerá las pensiones, Mesina y Sáez advierten que en realidad favorecerá al mercado financiero. «Ese 6% de cotización adicional finalmente va a capitalización individual, es decir, recursos que seguirán disponibles para la inversión de grandes compañías en lugar de ser destinados a mejorar las pensiones«, explica Mesina.
Sáez complementa esta crítica: «El 4,5% del 7% adicional irá a cuentas individuales, mientras que solo 2,5 puntos contribuirán a un mínimo componente solidario. Además, la rentabilidad de los fondos ha caído sistemáticamente desde la creación del sistema, lo que significa que el aumento de la cotización apenas amortiguará la disminución de la rentabilidad, sin mejorar sustancialmente las pensiones futuras».
Un Parche Temporal
Ambos entrevistados coinciden en que la reforma no resuelve la crisis estructural del sistema previsional. «El Gobierno ha seguido la lógica de administraciones anteriores, como cuando Piñera instauró la PGU o Bachelet amplió el pilar solidario. Se han hecho reformas para descomprimir la presión social, pero el modelo de AFP sigue intacto», sentencia Mesina.
Para Sáez, la discusión previsional no está cerrada. «El sistema de cuentas individuales no ha garantizado jubilaciones dignas y la PGU, que ahora subirá a 250.000 pesos, sigue siendo insuficiente para una vida digna. Sin cambios estructurales, en 10 o 20 años enfrentaremos una crisis previsional aún más grave debido al envejecimiento poblacional».
Preocupación de las AFP Extranjeras
Otro punto de tensión ha sido la reacción de las AFP controladas por capitales estadounidenses, que han calificado la reforma como una «expropiación» y han amenazado con recurrir a acuerdos de libre comercio. Sáez advierte sobre el poder de las aseguradoras extranjeras: «De cada 100 pesos en los fondos de pensiones, 66 son administrados por empresas norteamericanas como MetLife, Prudential y Principal. Estas empresas han intervenido en otras oportunidades, como cuando se discutieron los retiros de fondos, amenazando con litigios internacionales».
A pesar de la aprobación de la reforma, el debate previsional seguirá abierto en los próximos años. Si bien la medida introduce ciertos beneficios temporales, no soluciona la crisis estructural del modelo ni garantiza pensiones dignas a futuro. Como lo señalan Mesina y Sáez, mientras las AFP continúen administrando el sistema y la capitalización individual siga siendo el pilar central, el problema de las bajas pensiones persistirá, haciendo inevitable una nueva reforma en el futuro.