Un estudio publicado en la revista Journal of Applied Ecology estableció que la fragmentación y degradación del hábitat, producto de las subdivisiones en el terreno hacia porciones más pequeñas, son la mayor amenaza que enfrenta el felino Guiña en Chile.
La Guiña (Leopardus guigna) es el más pequeño de los felinos silvestres de América, con una longitud de 65 centímetros y un peso de 2 a 3 kg. Es un cazador nocturno y sus presas son pequeños roedores arborícolas, pequeños marsupiales, aves, insectos y otros mamíferos. Sus depredadores naturales son el puma y el zorro colorado.
Aunque la especie se encuentra protegida en Chile y Argentina, está en la lista roja de especies amenazadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) desde 1996. Su población ha estado declinando en las últimas décadas, con un número actual estimado de menos de 10.000 ejemplares.
La Guiña tiene la reputación de atacar al ganado y por esto es percibida de forma negativa por los habitantes de la zona. Como resultado, se ha asumido que la mayor amenaza para este felino es la persecución humana, acoplada con la intensa actividad agrícola y forestal que ha reducido su hábitat natural, el bosque nativo, en al menos un 70%.
Así, el estudio recientemente publicado en la revista Journal of Applied Ecology, enfocó el caso de este felino silvestre en la ecoregión de los bosques temperados en el sur de Chile. El estudio señala que la Guiña es sorprendentemente tolerante a la deforestación y que la caza directa que realiza la gente en represalia por la depredación del ganado no es tan común.
Se concluyó entonces que la especie está siendo afectada principalmente por la fragmentación y subdivisión de la tierra, es decir, grandes extensiones de hábitat siendo divididas en varias más pequeñas.
En ese sentido, el estudio trabajó con modelamiento de datos, sondeos con cámaras trampa durante 4 temporadas, imágenes remotas y cuestionarios a los habitantes de la zona. Asimismo, se aplicaron métodos sociales y naturales para examinar, como la configuración del hábitat, su calidad y las relaciones humano-depredador.
También, el estudio señala que los paisajes humanos con actividades de agricultura y ganadería también pueden tener un valor de conservación, siempre y cuando cuenten con una red de hábitats «parche» mantenidos en la zona. En esa línea, los investigadores afirman que los esfuerzos de conservación para asegurar la presencia a largo plazo de los carnívoros se deberían enfocar en la reducción de la fragmentación del hábitat antes que en la persecución por humanos.
Finalmente, los investigadores destacaron que los agricultores de grandes propiedades son claves para la conservación de esta especie, y deben estar considerados en cualquier intervención de conservación que se ponga por objetivo proteger las tierras que conforman el hábitat de la Guiña.