Por su parte, Vannia Morales, la joven que resultó herida a bala en el incidente protagonizado por Valenzuela, afirma que carabineros mintió e inventó una situación totalmente irreal para inculpar a Kanaka.
Kanaka es chileno, pero su infancia la vivió en Alemania y luego en Cuba donde se casó y se formó profesionalmente en Economía (tres años) y filosofía marxista leninista en la Universidad de La Habana, validando posteriormente su título en la Universidad de Chile. Antes de su detención Kanaka había decidido volver a Santiago, debido a que uno de sus hijos vive en el país y para apoyar al movimiento social chileno.
Su nombre es Luis Emilio Valenzuela Tapia, tiene 39 años, fue dirigente estudiantil, diputado juvenil por dos períodos, representante de cabildos, uno de los fundadores de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces), participó en colectivos de educación popular y, en general, toda su vida ha estado muy vinculada a la política. Su familia también; todos luchadores sociales, fueron perseguidos en la dictadura de Pinochet.
En octubre de 2019, se encontraba participando de una organización animalista, cuando explotó el Estallido Social, momento en el cual Kanaka decidió integrarse a la Primera Línea de Plaza Dignidad, protestando y vinculándose políticamente con organizaciones sociales hasta marzo de 2020, momento en que comenzó la pandemia.
Debido a la situación económica que lo apremiaba, se trasladó a Rengo, lugar donde vive parte de su familia y su abuela de 90 años, a quien decidió volver a cuidar.
El 2 de julio de 2020, durante el contexto del «paro nacional», participó en una actividad en el peaje de Rengo; cuando llegó al lugar vio que habían disturbios con Carabineros y decidió volver a su casa. Unas semanas antes se percató de que tenía seguimiento policial, razón por la cual prefirió devolverse.
“Cuando iba caminando me gritan dos veces, cuando miro había carabineros apuntándome con un revólver. Corrí y recibí seis balazos. En mi huida tomé la bicicleta de una chica y carabineros le disparó dos veces. Mientras me desangraba me torturaron; pusieron mi pierna en una rampa y saltaron sobre ella fracturándomela, perdí el conocimiento dos veces», denuncia.
Ya detenido, fue llevado al Hospital de Rengo, ya que se estaba desangrando, le realizaron intervención quirúrgica por fractura de fémur, y a los días fue trasladado al hospital del Centro Penitenciario de Rancagua.
“Al interior del Hospital Central de Rengo sacaron las incubadoras de los niños de siete meses, me pusieron en un espacio que es chiquitito para los niños que son siameses. Había cuatro pacos, dos con escopetas largas apuntándome todo el rato y dos con armas cortas, en el pasillo dos más y alrededor del Hospital otros más. Ellos pensaron que como yo estudié en Cuba, se pasaron rollos, nada que ver (..) a mí me torturaron durante cuatro días, me querían obligar a hacer declaraciones ante ellos, me metían drogas, me tenían amarrado en la cama, con los fierros igual, no me dejaban ni ir al baño, me sacaban fotografías, cuando me estaba desangrando y los pacos me metían los dedos en las heridas, pasó una enfermera silbando bajito la canción de Víctor Jara ‘El derecho a vivir en paz’ y esa fue la primera vez que me emocioné y me dio fuerzas para seguir”, relata Luis.
“Con mi abogado pedimos las Cámaras del lugar y se negaron”, agrega.
Luis Emilio fue imputado por una serie de cargos, como porte ilegal de armas, robo con intimidación, robo con violencia, desorden público, homicidio frustrado a carabinero, homicidio frustrado a civil (que fue la chica a quien los efectivos denuncian que Kanaka le disparó en la escapada). Posteriormente Carabineros declaró que Luis había tomado a la mujer como escudo humano y habría efectuado él mismo los disparos, entre otros cargos que se le imputan, por lo cuales arriesga más de 40 años de cárcel.
LAS MENTIRAS DE CARABINEROS
Después de 10 meses de prisión, soportando apremios ilegítimos y otros malos tratos, le fue cambiada la medida cautelar por arresto domiciliario total, con una caución de $2.500.000, mientras dure el proceso investigativo.
Un mes después, la joven por la cual Luis Emilio Valenzuela fue acusado de homicidio por haberla usado “supuestamente” como escudo humano, interpuso una demanda contra Carabineros por haber sido ellos quienes efectuaron los disparos, lo cual permitió que Luis quedara con arresto domiciliario y dejara la cárcel. Actualmente no existe evidencia alguna que demuestre el homicidio frustrado por el cual se le imputa.
Reproducimos la declaración pública y posterior denuncia de la joven Vannia Morales, quien relata los hechos y desmiente categóricamente la versión de Carabineros. En ella relata:
“El comunicado público que hizo Carabineros es mentira, hasta el día de hoy me cuesta creer cómo utilizaron lo que me sucedió e inventaron algo totalmente irreal (..) Me es necesario aclarar que no fui tomada como rehén por este individuo (Kanaka), no me tomó por el cuello ni fui utilizada como escudo humano; él corrió hacia mí para quitarme la bicicleta y huir, en ese momento recibí los impactos de bala. Carabineros nunca cesó el tiroteo, no lo hicieron cuando en una esquina nos encontramos de frente a las balas con mi pareja ni tampoco lo hicieron cuando el individuo vino hacia mí para quitarme la bicicleta, no tuvieron ninguna consideración a pesar de que se encontraban en una población por la cual transitaban personas y autos”.
Finalmente la joven denuncia que la bala que está albergada en su cuerpo, producto de estos disparos efectuados según su declaración por efectivos policiales, no ha sido peritada.
Parte de la declaración de Luis Emilio Valenzuela donde aclara lo sucedido:
Dentro del parte policial se le culpa a Luis Emilio por robo al cajero del peaje, pero de aquello aún no existen pruebas, excepto la declaración del trabajador y un video en blanco y negro donde no se divisa exactamente quién es la persona que comete el atraco.
Hasta la fecha Luis Emilio Valenzuela Tapia se encuentra a la espera de su condena y del pronto esclarecimiento de su caso y de las contradicciones que en él se presentan.
A la actualidad y aunque la mayoría de los más de dos mil presos políticos de la revuelta han sido liberados por falta de pruebas, aún quedan cerca 280 presos políticos cumpliendo sus penas en distintos recintos penitenciarios o con prisión domiciliaria según datos entregados por la organización RL (Red de Liberación para todos).
Por Daisy Alcaino
El Ciudadano