48 horas de salida desde la cárcel para realizar una ceremonia espiritual, la renovación de su rewe. Esta es la solicitud que ha realizado el machi Celestino Córdova insistentemente a las autoridades del Gobierno chileno, las que a través de Gendarmería han dado un portazo a la demanda del referente mapuche, forzándolo a reiniciar una huelga de hambre que ya cumple 51 jornadas, las que se suman a las 102 que mantuvo a comienzos de año.
Frente a la negativa de parte del Estado, el primer condenado por el caso Luchsinger-Mackay anunció el comienzo de una huelga seca a partir del 23 de julio. Esto significa que la autoridad espiritual mapuche no ingerirá alimentos ni líquidos de ningún tipo. Además, otras personas han decidido dejar de alimentarse, como protesta en solidaridad con Celestino Córdova.
El Ciudadano conversó con cuatro jóvenes en huelga de hambre, quienes permanecen en la casa central de la Universidad de Chile consumiendo solamente agua, leches vegetales y sales hidratantes. Víctor Manuel Peña Alarcón (9 días), Ariel Muñoz Calupin (13 días), Tesi Waykian Tapia (9 días) y Cristóbal Reumay (20 días) anunciaron que continuarían con la drástica medida hasta ver al machi cumpliendo con su deber espiritual.
“Los mapuches somos personas espirituales y la lucha que estamos llevando en este momento es una lucha espiritual. En ese sentido no ha decaído, nos mantenemos fuertes y unidos”, afirmó Reumay en diálogo con este medio.
De todas formas, el manifestante reconoció que “una huelga de hambre tampoco pasa en vano sobre el cuerpo” y que “ya se están sintiendo las bajas de presión y la energía también está guardándose más, los kilos que se han bajado tampoco son pocos. Yo he tenido una baja de peso considerable en relación a que no soy una persona que cuenta con muchas reservas”.
El machi y el rewe
Cristóbal Reumay puso en relieve que las exigencias de Celestino Córdova al Estado chileno corresponden a demandas por el derecho a la salud y al libre culto. “El machi tiene una orden médica que dice que tiene que ir a su rewe, emitida por el Hospital Intercultural de Nueva imperial”, remarcó.
“Un machi –explicó el joven huelguista– es una persona que abre la puerta de su ruka y se encuentra con su rewe. El machi no puede estar sino en contacto con su territorio y su espacio. Para todo lo necesita, para hacer medicina. La vida de un machi gira en torno a su espiritualidad y por ende a su rewe, que es su espacio de sanación”.
Visto el actual escenario, Reumay sostiene que no es posible “separar la situación del machi dentro del contexto social mapuche, donde estamos siendo militarizados, judicializados y vulnerados en todos los sentidos”.
En este sentido recordó el brutal desalojo que sufrieron los asistentes a la ceremonia del We Tripantu, presidida por Celestino Córdova y realizada en la cárcel de Temuco durante la tarde del pasado 9 de julio. “Estábamos de rodillas haciendo el cierre de la ceremonia, cuando entró fuerzas especiales de Gendarmería con gases, balas antimotines, espuma y golpeando a todas las personas que estaban ahí, incluido a los huelguistas”, indicó Cristóbal Reumay.
Producto de esto, cuenta, el machi “salió muy castigado. A él lo golpearon y estuvo incomunicado muchos días. Su estado de salud se agravó demasiado y bajo ese contexto, él decide hacer la huelga líquida. Ni siquiera el Colegio Médico en el Instituto Nacional de Derechos Humanos pudieron ingresar a la cárcel”.