La crisis de la marea roja que azota Chiloé y al extremo austral de Chile, provoca la prohibición para extraer los productos de la zona ha causado un fuerte revuelo respecto a los responsables y las posibles soluciones al problema. La poca la certeza que dejan las diversas declaraciones que inundan los medios, poco aportan a resolver una situación que hace peligrar no solo el medioambiente sino que la identidad asociada a la isla y sus alrededores.
En entrevista con El Ciudadano, el biólogo marino Héctor Kol, es crítico respecto al rol de la industria salmonera, de los propios pescadores artesanales y el tratamiento que hacen los medios de la información respecto a la crisis de la «marea roja». Sostiene que Chiloé tiene un mar «envenenado» y que la «vision romantica» de la pesca ya no existe.
«El futuro depende de una decisión política. Sacar la industria no tiene que ver con aspectos técnicos y sí con la especulación financiera que la rodea», recalca.
Considerando lo ocurrido en años anteriores, ¿Cuáes son las características de esta crisis?
La principal característica que tiene, es que la especie principal que es Catenella libera semillas. Por lo tanto una vez que entre la Catenella no se va más, porque libera entre dos a cuatro semillas. Eso fue lo que pasó el año 2009 y este fenómeno es la continuidad. No le dieron ninguna importancia los servicios públicos ni la industria salmonera ni tampoco la pesca artesanal que siguió trabajando como si no hubiera pasado nada. Son los mismos sectores que están afectados ahora y que fueron afectados el 2016.
¿Es una situación que se puede enfrentar o a la gente de la zona tendrá que convivir con esto?
Es que nadie tomó la decisión de convivir con la Catenella, esto fue introducido por las industria salmonera a través de los Wellboat con salmones vivos y elementos traía el agua permitieron la proliferación, eso lo demostraron los pescadores artesanales durante las movilizaciones de 2009. Yo tengo los registros históricos que ellos consiguieron y los análisis de las muestras de agua y en esos barcos donde traen salmones de Aysén para atarlos en Quellón, traían agua con sitos de resistencia de Catenella. Esto no llegó por casualidad, no es una especie endémica, esto fue introducido por la industria salmonera y la inoperancia de los servicios públicos encargados de controlar estos temas, la Armada de Chile y Sernapesca, en particular.
¿Qué pasa con la pesca que es parte de la identidad de la zona?
Eso se terminó con la Ley Longueira y por las leyes misceláneas que impulsó Iván Fuentes el año 2012 aprovechándose de la revolución en Aysén. La pesca artesanal hoy día es una actividad que se dedica a vender cuotas a los industriales. La pesca artesanal hoy día no pesca, vende las cuotas y su segunda actividad principal es cobrar bonos. Pero lo que nosotros conocíamos, la visión romántica de la pesca artesanal, cuando yo me vine a trabajar a la zona, me vine directamente a la pesca artesanal y estuve cuatro años con ellos, porque tenía una visión que es la que sale en Facebook, que la pesca artesanal alimenta a las personas y lo que hacen realmente es vender las cuotas para que sean alimentados los salmones, no las personas. La cuota que se entrega a los pescadores termina indefectiblemente en las manos de los industriales.
«Pesca artesanal no es solución al problema, es parte del problema»
¿Crees que el poder de las industrias en la zona se puede contrarrestar?
Las salmoneras solamente sobreviven por la corrupción, por el tráfico de influencia en los diputados y senadores que ellos pagan. Los gobiernos corruptos que hemos tenido de manera sucesiva, partiendo por el gobierno de Ricardo Lagos en 2002 que le entregó $1000 millones a la industria salmonera y nadie sabe por qué. Luego vino Bachelet que salvo a la industria del virus ISA, permitiéndoles que hipotecaran las condiciones acuícolas, que eran de todos los chilenos y ahora son de los bancos. Eso es lo que ha salvado a la industria, pero como producción animal esto murió hace rato. Hoy día la industria salmonera es una actividad inmobiliaria, que se dedica a la compra y venta de concesiones acuícolas. En este instante las salmoneras tienen más de 100 centros con mortalidades por Catenella y casi 200 por otros motivos. Que industria puede soportar que en 200 filiales se les muera toda su producción.
Si hubiera una regulación adecuado. ¿Se podría volver a esa aspiración romántica de la pesca y la forma de vida de la zona?
Eso se perdió para siempre. En este instante los dirigentes de la pesca artesanal andan arrancando porque la Contraloría descubrió que las platas que se entregaban de apoyo a la pesca artesanal eran gastadas por los familiares de dirigentes para pagarse gira en Europa. Esa pesca artesanal no es solución al problema, es parte del problema y lo que tiene que hacer es ser erradicada, reformulada y funcionar con otras reglas con otras intenciones. Se les debe prohibir vender las cuotas, por ejemplo. Se les debe calificar no por el largo de la lancha, la pesca artesanal debe definirse por el destino que da a su producción, a sus extracciones y el destino actual es la industria salmonera. Ya no existe la pesca artesanal que conocimos. Eso tiene que ser eliminado y algunos dirigentes, espero, terminen en la cárcel, por el fraude al fisco que han cometido. Pero además de eso tienen que tomar en cuenta que mayoritariamente apoyo la Ley Longueira y la sigue apoyando. Esta es una pesca artesanal absolutamente distorsionada respecto al rol histórico que jugaba en cuanto a proveernos a los chilenos de materias primas baratas.
¿Qué proyectas para el futuro de Chiloé?
El futuro depende de una decisión política. Sacar la industria no tiene que ver con aspectos técnicos y sí con la especulación financiera que la rodea. Muy pocos medios dan cuenta de esta situación porque están cuidando las fiestas costumbristas y una fiesta costumbrista sin curanto, es como un árbitro sin pito. Están ocultando la información los medios y Sernapesca esta distorsionándola. Ellos están reportando un porcentaje mínimo de la mortalidad producida en los centros y esa información depende exclusivamente de la industria y del Instituto Tecnológico del Salmón. Hoy día lo que tú tienes es un mar tóxico. Envenenado por una especie tóxica y sobre esa realidad tú tienes que actuar, pero esa realidad la siguen negando. Se responsabiliza a cualquier cosa menos a las salmoneras.