Los derrumbes de viviendas, muros de contención, deslizamientos de tierra y anegamientos ocurridos en algunas comunas a causa de últimas las lluvias, han puesto nuevamente en alerta a la ciudadanía y autoridades. Y es que, la magnitud de los sistemas frontales, con precipitaciones mucho más intensas que en años anteriores, ha reflotado la urgencia de abordar el estado de construcciones, obras civiles y suelos para evitar colapsos de este tipo, sobre todo teniendo en cuenta que el invierno recién comienza.
El ingeniero civil Álvaro Marambio, docente de la carrera de Construcción Civil de Universidad de Las Américas, Sede Viña del Mar, Diplomado en Aplicaciones de la Mecánica de Suelos en Obras Civiles, comenta que hay varias causas que pueden generar un colapso de una edificación, por ejemplo, una mala estructuración, el deterioro de los elementos estructurales, fundaciones deficientes, mala identificación y caracterización del terreno donde se funda, construcciones en lugares no habilitados (quebradas, rellenos no controlados, corona o base de taludes no estabilizados), construcciones fuera de normativa y criterios de seguridad, o edificaciones que son antiguas, están deterioradas y han cumplido su vida útil.
Sin embargo, uno de los agentes más recurrentes en estos incidentes es el agua, por ejemplo, filtraciones, mayor presencia de precipitaciones o aguas lluvias mal canalizadas: “El agua en es uno de los factores de mayor incidencia en colapsos por problemas geotécnicos, como deslizamientos de tierra, pues en la estabilidad de taludes o la capacidad de soporte de un suelo, la presencia del agua disminuye la resistencia al corte, aumentando la probabilidad de falla”, dice el ingeniero.
“Si una vivienda está emplazada en un relleno no controlado, si se supera la capacidad de soporte del terreno o se funda en taludes no estabilizados hay una alta probabilidad de falla, en las cuales el agua puede ser un detonante”, agregó el especialista.
Signos de alerta
El docente dice que hay varios signos que pueden alertar un posible peligro de derrumbe o colapso de una edificación, pudiendo detectarse mediante inspección visual, por ejemplo, erosión o degradación por agresividad del medio ambiente, grietas tanto en elementos estructurales como taludes de tierra, giros o inclinaciones considerables, desplazamientos o asentamientos importantes, deslizamientos de tierra locales, entre otros.
Todas estas situaciones de peligro deben informarse al departamento de emergencia o dirección de obras del respectivo municipio, para recibir asesoría, o al Servicio de Vivienda y Urbanización (Serviu), si el posible colapso de la edificación afectaría a un bien nacional de uso público.
“Hay muchas edificaciones que no han sido construidas bajo normativa y con criterios de seguridad, sino que de forma artesanal y emplazadas en zonas de riesgo. Hay viviendas en lugares con difícil accesibilidad, lo que dificulta una fiscalización adecuada”, advirtió el académico.
En este punto, explica que “hay varias obras cuya única solución viable es la demolición, pero hay muchas otras que pueden ser reparadas, reforzadas es sus elementos estructurales, mejoradas o estabilizadas con técnicas como anclajes o muros de contención, siendo fundamental que estos sean verificados, diseñados y construidos bajo la normativa vigente para disminuir al máximo la probabilidad de accidentes”.
Marambio también recalca que para el cumplimiento de estos aspectos y evitar accidentes como el ocurrido en agosto del 2019 en el cerro Bellavista de Valparaíso, existe una corresponsabilidad tanto de las autoridades como de los propietarios de las viviendas, teniendo ambos que poner de su parte para garantizar la seguridad de las construcciones y obras civiles de las ciudades.