En un escenario donde las fronteras entre tecnología y privacidad se entrecruzan cada vez más, la empresa de criptomonedas Worldcoin, liderada por Sam Altman, fundador de Open AI y conocido por el desarrollo de ChatGPT, ha generado un intenso debate en el mundo.
La compañía, que ha sido prohibida en España y Portugal por compartir datos personales a cambio de criptomonedas, sigue operando en Chile, ofreciendo cerca de $25 mil pesos chilenos a quienes permitan el escaneo de su iris.
Worldcoin se defiende afirmando que el proceso es anónimo y que los usuarios mantienen control total sobre sus datos. Sin embargo, la recopilación de información biométrica como el iris, que podría revelar detalles íntimos como el estado de salud o nivel socioeconómico, ha suscitado preocupaciones significativas.
La profesora Patricia Peña, académica e investigadora de la Facultad de la Comunicación e Imagen de la U. de Chile y experta en comunicación digital, dice que unas 200 mil personas ya han realizado esta transacción en nuestro país, ante lo cual expresa su preocupación.
«La recopilación de datos biométricos, como el iris, se debe manejar con extremo cuidado, especialmente sin un marco legal adecuado, es preocupante. Estos datos pueden revelar información personal extremadamente sensible y deben ser protegidos rigurosamente», planteó la docente.
Pero, ¿por qué es tan valioso el ojo? Cada iris tiene un patrón distintivo de colores, fibras y anillos. Estos patrones se desarrollan de manera aleatoria durante el desarrollo embrionario y son diferentes incluso entre gemelos idénticos. Se define alrededor de los 8 meses de edad y permanece constante a lo largo de la vida, lo que contrasta con otras características biométricas que pueden cambiar con la edad, la enfermedad o el daño físico.
Por otra parte, la profesora Danielle Zaror, abogada e investigadora en el Centro de Estudios en Derecho, Tecnología y Sociedad de la Facultad de Derecho de la misma casa de estudios, subraya que «al entregar datos biométricos a una entidad con operaciones opacas, los usuarios se exponen a riesgos a largo plazo como la suplantación de identidad o el uso indebido de su información personal».
Dado lo anterior, la académica recalca la necesidad de un consentimiento informado: «La transparencia es fundamental, y los usuarios deben estar plenamente conscientes de cómo se utilizarán sus datos personales», dijo Zaror.
En esa línea, la especialista en derecho y tecnología agregó que «perder el control de este dato supone no saber que se estará haciendo con esa información y es perfectamente plausible imaginar que las personas que han entregado su consentimiento para que esta empresa haga tratamiento de su iris esté expuesta a ser víctima de delitos como la suplantación de identidad, o para entrenamientos de software de vigilancia que más tarde estrechen el espacio de libertad de las personas, entre otros riesgos».
Worldcoin utiliza un dispositivo conocido como «Orb» para realizar el escaneo del iris de las personas. Esta esfera plateada forma parte de un ambicioso proyecto para crear un sistema de identificación global que se vincule con la distribución de su propia criptomoneda.
La herramienta tecnológica utiliza cámaras de alta definición y tecnología de imagen infrarroja para capturar detalladamente las características únicas de cada ojo.
Mientras que la empresa continúa su expansión en Chile, situándose en centros comerciales de ciudades como Santiago y Valparaíso, las expertas instan a una regulación más estricta y a una mayor conciencia sobre la privacidad y el uso de datos biométricos.
«El Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) ya se querelló contra esta empresa, lo cual es una muy buena noticia mientras en nuestro país no tengamos una versión de esta nueva ley funcionando y no tengamos la institucionalidad que va a traer esta nueva legislación de datos personales, que es crear por fin en Chile una Agencia Nacional de Protección de Datos Personales», sostiene la profesora Peña.
Ambas académicas coindicen en que esta situación deja en evidencia la urgente necesidad de actualizar y fortalecer las leyes de protección de datos en Chile, como el proyecto que permanece en tramitación en el Congreso, especialmente ante tecnologías que ponen en juego la intimidad y seguridad de los individuos.