Por Gonzalo Pavez y Paloma Villarroel
Existe una ecuación que definirá el futuro de Viña del Mar y de todo el borde costero incluyendo Valparaíso y Con Con, esta es el uso de suelo del paño Las Salinas, terreno de 16.5 Hectáreas ubicado en pleno borde costero de la ex “Ciudad Jardín”.
Son múltiples las variables que interactúan en esta ecuación: el colapso vial que sufre la ciudad, la sobre densificación vertical, la pérdida de patrimonio arquitectónico y social, la falta de áreas verdes (parques y plazas) y en especial la contaminación que afecta al suelo y napas subterráneas del paño tras 84 años de procesos petroquímicos por Esso, Shell, Sonacol y el actual dueño del terreno Copec de Angelini.
El conflicto entre la empresa Copec, que tiene entre sus pretensiones construir un megaproyecto inmobiliario, y la comunidad, que defiende su salud y calidad de vida, comienza en 1998, cuando la empresa hace público el traslado de las plantas industriales y se planifica el retiro de la infraestructura.
Es en este punto que comienza la disputa entre Copec y la comunidad representada por la Corporación Pro Defensa del Patrimonio Histórico y Cultural de Viña del Mar comandado por su presidenta Patricia Arellano.
Desde aquí, parte un sin números de intentos para impulsar el proyecto por parte de la empresa, primero desconociendo técnicamente la gravedad de la contaminación y los efectos en la salud humana, además de poder obtener el máximo de rentabilidad constructiva (Densidad, constructibilidad y altura de torres).
Como hitos más importantes se encuentra:
El plan regulador comunal (PRC) del 2001, donde se modifica el uso de suelo del paño Las Salinas de industrial a residencial, sin evaluar los riesgos a la salud, cabe mencionar que es este PRC comienza la destrucción de patrimonio cultural y arquitectónico, que tiene un grave impacto en la pérdida de identidad de los habitantes de Viña del Mar.
El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del 2002 que tenía la finalidad de sanear el terreno, el comité de ministros de la época en la resolución de calificación ambiental (RCA) del 2004 sólo permitió el saneamiento para “parque y jardines” debido a ser menos riesgoso para la población.
En el 2008 debido al feroz lobby de las inmobiliarias, la municipalidad publica el seccional del paño Las Salinas, totalmente permisivo para beneficio de la inmobiliaria de Copec.
La empresa presenta en el 2017 el Estudio de Impacto ambiental (EIA) que pretendía llevar las tierras contaminadas a diferentes comunas de la región, proyecto que fue totalmente rechazado por las distintas comunidades afectadas.
Ya en 2018 la empresa comienza hacer público el plan maestro de su megaproyecto inmobiliario y el proceso para sanear el terreno a través de un proceso experimental con bacterias, para blanquear este proyecto la empresa se vincula a dos universidades de la V región, la Universidad Técnica Federico Santa María y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Frente a este escenario amenazante, la comunidad de Viña del Mar comenzó a dialogar a través de los conversatorios públicos urbanísticos – ambientales sobre el paño Las Salinas que reunió a organizaciones de todo Viña y cientos de personas interesadas en instruirse sobre el tema.
La agrupación 14 Asientos del cerro Santa Inés descubrió tras el profundo análisis del conflicto, que el uso de suelo para área verde en todo el paño contaminado era el más seguro, considerando que la contaminación del terreno se encuentra confinado bajo los 2 metros de tierras limpias, además de esta forma se evitaría que la contaminación llegue a la población como material particulado.
El proceso para entender que la tan compleja ecuación solo tenía una respuesta “Un parque para Las Salinas”. Esta etapa tuvo un día clave, cuando los dirigentes Patricia Arellano y Gonzalo Pavez se entrevistaron en Santiago con Rodrigo Jerez experto en suelos contaminados ex jefe de la unidad de control de contaminación de la Conama, que estudió por años los suelos de las Salinas.
Aquí quedó claro que el mayor riesgo de un proceso de saneamiento del terreno es realizar movimientos de tierras en el lugar.
Detrás del conflicto que puede parecer 100% técnico se esconde una pregunta de política pública muy profunda. “¿A qué riesgo están dispuestas las autoridades a exponer a la comunidad?” Por un lado, el uso de suelo residencial es el más riesgoso, debido a la alta exposición y frecuencia que tendrán los habitantes y turistas con la contaminación, además el más resistido por la comunidad y por otra parte, efectuar en el lugar un parque que puede rehabilitar los suelos a largo plazo, sin generar material particulado con movimiento de tierra y revivir la tan lejana y añorada otrora ciudad Jardín.
En ese momento la ecuación se resolvió, la única respuesta factible técnica y social es destinar el paño Las Salinas a un parque.
Hoy el movimiento “Un parque para Las Salinas” ha tomado mucha fuerza volviéndose un clamor popular que las/os habitantes de Viña del Mar ansían.
Dedicado a Patricia Arellano dirigente urbano – ambiental de la V región.