Hace 45 años, un periodista inglés decidió emprender un viaje en su moto Triumph Tiger 500 alrededor del mundo. En su odisea conoció 45 países y anduvo más de cien mil kilómetros, lo que plasmó en un libro titulado «Los viajes de Jupiter». Su nombre es Ted Simon y ha logrado inspirar a distintas personas con su historia, incluyendo a los famosos actores de cine Ewan McGregor y Charley Boorman, quienes después de leer su obra, viajaron de Londres a New York en motocicleta.
Al igual que McGregor y Boorman, Agustín Ostos Robina (28) consiguió la inspiración en Simon y emprendió un viaje en motocicleta -en noviembre de 2017- a través del globo, teniendo como punto de partida Santiago de Chile.
Agustín nació en la región española de Extremadura, específicamente en Llerena, un poblado de la provincia de Badajoz. De pequeño, según confiesa, desarrolló una adicción a viajar y casualmente el gusto de conducir motocicletas. Mientras estudiaba la carrera de Derecho en Madrid, tuvo la revelación de recorrer el mundo en moto y mostrarlo mediante videos y fotografías.
Una vez que terminó Derecho, estudió un año en la Escuela de Cine de Madrid, pero abandonó la carrera y se dedicó de forma independiente a lo audiovisual. Según explica, le fue muy bien en solitario y aprendió lo necesario para desarrollar un proyecto que le fuese útil y que inspire a quien lo vea. Tres años planificó el viaje, tiempo en el que ahorró y pudo conseguir auspiciadores que apoyaron su proyecto, el que decidió llamar Soy Tribu y que cuenta con páginas de Facebook, Instagram, Twitter y un canal de YouTube.
Mientras planificaba su viaje sufrió la pérdida de su moto, la que fue quemada en un acto de vandalismo, por lo que tuvo que buscar otra, optando por una motocicleta de casi 18 años de antigüedad, la BMW F 650 GS Dakar, que bautizó como Supernova y que tuvo que reparar y pintar de nuevo. Previo a irse del país, en conversación con El Ciudadano, Agustín comentó la experiencia de su viaje por tierras nacionales.
Su historia con Chile
«Decidí empezar por Chile porque necesitaba empezar lo más cercano posible a Ushuaia, extremo sur de Argentina, para que no fuera una vuelta tan extrema hasta llegar a Alaska, por ende tenía la opción de comenzar en Buenos Aires o Santiago, que es lo más cerca del fin del mundo. Me incliné por Chile, por una corazonada, sabía que tenía que empezar aquí», relata.
Ostos ya había estado en Chile, en el año 2012, cuando vino a ver a su banda de rock favorita de España, Extremoduro, quienes se presentaron en La Cúpula del Parque O’higgins. Para Ostos fue fácil venir a nuestro país, puesto que se encontraba en Córdoba (Argentina) terminando sus estudios de Derecho. En esa ocasión, además, visitó el norte del país, en específico San Pedro de Atacama y Valparaíso. «Al venir a Chile, pensé: ‘debí haber venido a este país, en vez de Córdoba’, me dio muy buena sensación el país», confidencia.
A fines de noviembre del año pasado llegó a Chile, pero sin su moto, por lo que tuvo que esperar casi un mes antes de comenzar el viaje, debido a los inconvenientes que presentó la compañía United Airlines, principalmente en las escalas de Newark (New Jersey) y Houston (Texas), para ingresar su compañera de viaje al país.
En su espera, en una casa de Providencia, conoció a su «primera tribu», compuesta en su mayoría por artistas independientes, la que terminó con una exposición crítica ante la visita del Papa a Chile.
«Le cogí mucho cariño a la ciudad, de alguna forma se ha transformado en mi segunda casa. Al contrario de lo que dicen los santiaguinos, a mí me parece una ciudad calmada, me han tratado muy bien, la gente no es malhumorada como se dice. El único detalle es que Santiago está un poco europeizado. Creo que tomar lo europeo como referencia es un error de base, ya que cada cultura debiese preservar su identidad, su esencia», reflexiona.
El viaje
«En la soledad del viaje, tuve muchas noches de desvelo, de agobio, de ansiedad, ya que no sabía bien en qué estaba, me entraban dudas y miedo. Siempre me decían que pasaría penurias, pero nunca en mi vida me he sentido tan vivo como ahora», dice Agustín Ostos.
Una vez llegada la moto, inició su viaje en el Cajón del Maipo, donde estuvo tres días y vivió momentos de incomodidad, pero sobre todo de felicidad. «Llegué al Cajón con una puesta de sol que pacientemente teñía de una suave luz púrpura los cerros más altos. Era la primera noche y tenía claro que quería acampar al aire libre (…), tras haber dormido bajo un impresionante manto de estrellas sintiéndome la persona más afortunada del mundo», escribió en su blog personal.
«Lo que más me cuesta en los viajes es despedirme de las personas a las que les cojo cariño, porque me dan ganas de quedarme más tiempo con ellos. Lo que le da sentido a un viaje, más allá del paisaje, que va cambiando con el tiempo, son las personas que conoces que te marcan como ser humano», postula Agustín.
Su siguiente aventura fue en Pichilemu y Punta de Lobos, donde fue a pasar la Navidad y el Año Nuevo entre olas y el surf. Por eso se contactó por Facebook con el Hotel Conviento de Lobos, donde ofreció material audiovisual a cambio de hospedaje, lo que le dio resultados. En el lugar conoció a una pareja de londinenses viajeros que estaban a cargo del recinto mientras el dueño estaba de viaje, con los que hizo una gran amistad.
Ellos, tras conocer su proyecto, le recomendaron conocer y entrevistar a Marzo, un pescador de cochayuyos de Punta de Lobos, por lo que Agustín decidió grabarlo. Su historia es hasta ahora la que más repercusión ha generado en las redes sociales, sobre todo en Facebook. En el video, el pescador entrega su visión de la vida, se refiere al amor como el único camino a seguir para el hombre y lo más importante en su vida, bajo la lógica -reflexiona- de que todos son iguales ante la muerte, independiente de lo importante que sea el dinero que tengan. Dicho video alcanzó tal impacto que cuenta con más de 6.5 millones de vistas en la red social.
«Creo que viajar debiese ser obligatorio después de la escuela, en vez de ir a la universidad. Un año de viaje, cada uno con sus recursos, y tras volver, tomar la decisión de qué quieres hacer con tu vida», sostiene.
Luego de su paso por la Región de O’Higgins, se dirigió hasta el Bío Bío, ya que en Concepción debía arreglar su moto que presentaba fallas mecánicas. Una vez que solucionó el problema visitó la zona de Los Saltos del Laja. En ese lugar conoció a un teniente de Carabineros de apellido García, mientras le hacía un control de identidad. El gusto de ambos por contemplar la belleza de la zona y por las fotografías, hizo que el uniformado le hiciera un tour por el lugar.
«Mientras me llevaba a un supermercado para cargar crédito en mi tarjeta. Me contaba cuánto le gustaría poder permitirse una GoPro como la mía para grabarse conduciendo, y que ahora que le habían ascendido esperaba poder comprarse una. Volvimos a por las motos y, finalmente, me condujo hasta la incorporación de la Ruta 5», cuenta Agustín.
De Extremadura al extremo sur
«El factor psicológico para hacer algo así es lo principal. El estar bien preparado para saber afrontar todo lo que te puede pasar, saber disfrutar de lo bueno y saber lidiar con lo malo, rechazar la confrontación e ir desde la aceptación. La vida se divide en cosas buenas y malas. El viaje te muestra la vida en crudo, tal y cual como es. He aprendido más en tres meses de viaje que en cinco años de universidad», asegura Ostos.
En su viaje conoció todo el sur de Chile y gran parte del sur de Argentina. La mayor parte del tiempo estuvo solo; tuvo complicaciones en su moto y enfrentó la fuerte lluvia de la zona. A pesar de lo anterior, en muchos lugares del país lo reconocieron, o bien lo contactaron a través de las redes sociales, ofreciéndole alojo y ayuda.
«Me quedé tres meses acá en Chile, creo que es mucho tiempo comparado con el que quiero estar en otros países y es que Chile me ha atrapado; el sur especialmente, la Carretera Austral es espectacular, he visto muchas cosas, tuve la suerte de tener muchas experiencias», cuenta.
En el extremo sur, Agustín cambió su modalidad de viaje, ya que le tomaba mucho tiempo ofrecer sus servicios por hospedaje, por lo que decidió dormir en zonas de camping para ahorrar más dinero. Pero ante la notoriedad que ha alcanzado en redes sociales, recibió alojo y comida en muchos lugares. Por ejemplo, en el Lago Rupanco una familia lo alojó 10 días en un centro de yoga. También en Puerto Montt, un hombre lo hospedó y le recomendó lugares y rutas que debía conocer. Para él, la hospitalidad del chileno es increíble.
Durante ese recorrido, tuvo que enfrentar dos accidentes que lo marcaron. El primero ocurrió mientras se dirigía al Festival Nómade en la Reserva Costera Mapu Lahual, en la Región de Los Lagos. Ahí se cayó en moto en una cuesta, debido a un camión que frenó en seco. Por si fuera poco, el camionero no lo ayudó, a pesar de ver lo que le había pasado.
Sumado a ese accidente, mientras conducía en la entrada de Chile por Tierra del Fuego, se le enganchó la capota de lluvia de la moto dentro de la cadena del vehículo, por lo que estuvo ad portas de tener un accidente de gravedad. «Ese accidente me produjo un bajón anímico, porque nadie me ayudó a solucionar el problema. Toda la negatividad llega a tu cabeza en esos momentos», reconoce Agustín.
Supernova, su compañera de viaje
«Mi objetivo es llegar con ella hasta México o mínimo hasta Colombia. Una vez llegado ahí, en función a cómo esté la moto y cuánto cuesten las reparaciones, me plantearé lo de tener una moto nueva, siempre y cuando los patrocinadores me ayuden. Creo que sería mucho más épico terminar con ella, pero mi salud está primero, no puedo arriesgarme», piensa hoy el viajante.
Antes de irse de Chile -en dirección a Argentina- para continuar con su travesía, Agustín fue a dejar su moto al taller Motouring, por las fallas que presentó en el sur. Su estadía en Santiago será corta, por lo que aprovechó de visitar a sus amigos de la comuna de Providencia y solucionar las averías que tiene su medio de transporte.
Durante toda su estadía en el país, a diferencia de lo que le señalaron la mayoría de las personas que conoció, terminó sano y salvo, libre de la delincuencia. «En Chile hay un miedo generalizado sobre la delincuencia. Me advirtieron de muchas maneras, que me robarían, pero nunca me pasó nada. En este país se puede caminar tranquilo a cualquier hora», comenta.
En su viaje contempla pasar por la mayoría de los países latinoamericanos hasta llegar a Alaska. Luego de recorrer Oceanía y Asia, atravesar la península arábiga para llegar a África y volver a Europa para finalizar en su pueblo, Llerena. Al igual que Ted Simon, espera que su aventura dure cuatro años, aunque la mitad del viaje espera que sea en América.
El Ciudadano