La reacción de algunos chilenos, domiciliados en el progresismo político, miembros de la comunidad judía de Chile, creencia que me merece el mayor respeto desde el punto de vista de sus dogmas religiosos, como también lo asumo respecto a practicantes cristianos, musulmanes, budistas, zoroastrianos, maronitas y ateos, no me hace obviar el hecho de que no es posible aceptar sin más, llamados a cancelar, silenciar o exigir rectificaciones, por más discrepancias que ellas generen.
Las palabras de la Sra. Carmen Hertz junto a las del Sr. Miguel Lawner –este último invitado como exponente a la presentación del libro “Sionismo: la ideología que extermina” del periodista Pablo Jofré Leal y de la cual se excusó de asistir por razones de salud- más allá de debilitar la tesis esgrimida por Daniel Jadue, con respecto a sostener la necesaria reflexión que hay que tener frente a la posición supremacista de ciertas visiones del mundo, más bien fortalece los dichos del alcalde de Recoleta. Esto, pues, al exigir rectificaciones frente a una opinión dada, fundamentada y concreta, los pone, a miembros de esa comunidad, en un lugar intocable, inalcanzable desde el punto de vista del cuestionamiento o la opinión discrepante.
Daniel Jadue no llama al odio o la incitación de ataques a determinados individuos; nos convoca a la reflexión respecto de que si existe o no un pueblo elegido y una tierra prometida. Tema, con toda lógica y necesario de discutir, sobre todo en momentos en que Palestina está sometida a un proceso de exterminio a manos de aquellos que sustentan el dominio de las tierras palestinas en función de lógicas, visiones y conductas supremacistas y de destino manifiesto.
Daniel Jadue, apelando incluso a su relación con chilenos de creencia judía, sostiene explícitamente en el video al cual hace referencia la Sra. Hertz y el Sr. Lawner, que “Galeano decía que había que respetar lo que fuera respetable y cualquier ideología –N.A el sionismo– que parta de la premisa supremacista, nazismo o el sionismo o el apartheid sudafricano, que nos quiere plantear a todos que hay un conjunto de seres humanos que son mejores que otros o más elevados que otros o elegidos por un dios que nadie tiene el gusto de conocer, eso ya me genera una desconfianza única. De hecho, yo siempre discuto con muchos de mis amigos, que son judíos de izquierda, en una discusión muy fraternal, que para mí es una contradicción ser de izquierda y asumirse judío porque ser judío parte de una concepción que tiene que ver con un concepto supremacista, ser parte de un pueblo elegido. Entonces, si yo soy parte de un pueblo elegido, no crees en la igualdad de todos los seres humanos ante nada…”. Dicho esto, Jadue refiere explícitamente al libro presentado: “aquí estamos ante una ideología –N.A el sionismo- que yo creo que es lo más nazi que he visto en mi vida y que Pablo lo relata a través de las propias declaraciones de sus principales líderes y de sus principales sostenedores” (1).
Las palabras de la Sra. Hertz, difundida urbi et orbi por medios como La Tercera, El Mostrado, EMOL, entre otros –donde se incluye en alguna de las publicaciones un recuadro con la opinión de uno de los sionistas chilenos más extremos que ocupan territorio de la Palestina histórica como es el Sr. Colodro– es una muestra que la crítica racional puede alcanzarlos a todos menos a los que profesan determinada visión de mundo. Y eso, tomando en cuenta nuestros tiempos se acerca mucho a una posición autoritaria y arrogante, que impide la discusión sin que ello implique ser catalogado de todos los males y adjetivos cuando se habla de un proceso de ocupación, colonización y exterminio llevado a cabo por el régimen sionista israelí, que sustenta una ideología considera por la resolución N° 3.379 de la ONU del año 1975 que “equiparó al sionismo con el racismo en general y con el apartheid sudafricano en particular, y llamó a su eliminación, entendiéndola como una forma de discriminación racial” (2).
De eso se trata del libro, del sionismo -no de los judíos- y la denuncia respecto a la política de exterminio que lleva a cabo el régimen israelí contra el pueblo palestino durante 76 años ya. No está en discusión el valor y la entrega de todos los nombres que entrega Carmen Hertz, al cual habría que sumar los miles de cristianos, como también ateos que entregaron su vida, asesinados como también detenidos desaparecidos a manos de la dictadura civil militar en Chile. Esa defensa no es patrimonio exclusivo de determinada comunidad o creyentes de esta. El respeto a esa entrega no está sujeta a discusión y usarlo como argumento resta valor a la crítica que se expresa contra Jadue y, además, sin contextualizar lo sostenido y que es editado en el video mencionado, que requiere verlo en su conjunto no parcializado y sólo con aquello que puede despertar morbo o la crítica fácil.
Es evidente que se ha hecho una edición interesada de lo que Daniel Jadue sostuvo en aquel encuentro, que en modo alguno se refiere al ser judío como una persona que porta una ideología nazi. La referencia clara y evidente es sobre la ideología sionista, que es parte central del libro presentado. Aquí se incurre en una farsa, hay una intencionalidad manifiesta de desvirtuar lo que se habla y que es coincidente con esa estrategia comunicacional sionista de tratar de hacer aparecer como similares el ser judío, semita y ser sionista y, por tanto, toda crítica a esa ideología permite los ataques más severos contra quien ose tratar de romper esa unión. Lo sufren incluso creyentes judíos quienes son acusados de “ser judíos que odian a los judíos” por tener una posición crítica a esa simbiosis argumental.
La carta de la Sra. Hertz y del Sr. Lawner se centra en la crítica a ciertas ideas, posibles de discutir y reflexionar, pero no cancelar ni generar una actitud de cancelación de lo sostenido por Daniel Jadue, que refiere a que la alusión a los nazis es con referencia al sionismo no el judaísmo -y que en el video contextualizado queda en evidencia. La carta Hertz-Lawner lo que genera es incentivar la conducta de invisibilizar el problema central, que es el proceso de exterminio el cual está siendo sometido el pueblo palestino a manos del régimen sionista israelí y que es ampliamente analizado en el libro. No asignaré un juicio de valor respecto a cierta intencionalidad en sostener que las palabras de Jadue resultan inconcebibles y prejuiciosas, o más bien se trata de falta de comprensión respecto a lo relatado y que puede ser visto en el video que existe sobre la actividad del lanzamiento del libro.
En todo caso, más que sentirse agraviados por la consideración que el sionismo es una ideología de odio, de racismo, de crímenes -y con ello asimilable a ideologías totalitarias como fue la del Tercer Reich-, creo que lo importante es solidarizar y alzar nuestras voces para detener el exterminio del pueblo palestino, sean judíos, cristianos, musulmanes o ateos quien levantan esta demanda justa, vital, imperativa. Aceptar un llamado a la rectificación y no apelar a la discusión profunda, sobre el tema de fondo que convocó a la presentación del libro “Sionismo: la ideología que extermina”, me lleva a la época de la Inquisición y al trabajo de aquel presbítero Tomás de Torquemada.
Por Pablo Jofré Leal
Periodista y Analista Internacional
NOTAS
1.-https://twitter.com/search?q=daniel%20jadue&src=typed_query