La Rebelión de Padre Hurtado

O cómo un pueblo se organiza para resistir al abandono del Estado y al abuso policial.

La Rebelión de Padre Hurtado

Autor: Daniel Labbé Yáñez

“Perdí a un compañero de lucha, es terrorífico pensar que si no era él podía ser cualquiera de nosotros, da rabia no saber qué paco fue el que lo asesinó. Por él y todos nuestros compañeros heridos, por mi madre y mi hijo, debemos seguir en pie en esta lucha en pos de la justicia social” (Matías Gutiérrez (28), amigo de Ariel)

Es muy complicado empezar este relato vivencial a horas de efectuado el entierro del primer mártir de una comunidad que lucha incansablemente transcurridos 107 días desde que comenzó el estallido social. El asesinato de Ariel Moreno, producto de la represión descomunal emprendida por los Carabineros de Chile apostados en la subcomisaría de la Comuna es un hecho lamentable, que sin embargo aconteció de manera esperable dado el nivel de violencia policial de la cual hemos sido objeto todos aquellos y aquellas que nos hemos movilizado en la Plaza Octubre (ex Plaza de Armas de Padre Hurtado), desde que comenzaron las movilizaciones en todo el país en el 18/10. Así, la muerte de un joven de 24 años que salió de su casa rumbo a la movilización, en repudio de otro asesinato policial, que se efectuaría al frente de la unidad policial emplazada a metros del centro neurálgico de la protesta social comunal, fue la trágica consecuencia de una represión policial en escalada desde el día uno, que no ha respetado ninguno de los anunciados protocolos de acción por parte de carabineros y que ha sido ejercida sin contrapeso, con el silencio cómplice del alcalde José Miguel Arellano (RN).

La madrugada del 30 de enero fue el corolario siniestro de meses de represión injustificada a una comunidad que cada vez que se manifestó de manera pacífica fue reprimida a punta de balines, postones, bombas lacrimógenas, carros policiales, guanacos y zorrillos, corriendo furiosamente tras los manifestantes, situación que no nos ha amedrentado, y que ha tenido como respuesta una mayor organización por parte de los colectivos adscritos a la Asamblea Territorial Autoconvocada de Padre Hurtado, y que en el presente tras el asesinato de Ariel tiene a todo un pueblo dispuesto a luchar para que su muerte no quede impune.

Padre Hurtado antes del estallido social se caracterizaba por ser una comuna muy tranquila con aires de pueblo rural. Así, muchos se han sorprendido al observar la gran cantidad de vecinos y vecinas que han abarrotado bulliciosamente las calles circundantes de la Plaza Octubre. Acá en Padre hurtado, la protesta social ha sido un fenómeno que ha crecido constantemente de manera proporcional al ejercicio de la violencia por parte de los agentes del Estado en contra de los manifestantes, sin diferenciar si estos son jóvenes, niños, adultos o ancianos. 

En los nefastos días de toque de queda, los efectivos militares utilizaron como cuartel el Supermercado Santa Isabel emplazado al frente de la subcomisaría de Padre Hurtado, con objeto de reforzar a los policías apostados en la unidad policial. Para vaciar las bodegas del local, los militares realizaron una especie de saqueo programado en la cual dejaron entrar a mucha gente entregando los productos de la tienda. Como ha sido la tónica hasta el presente, las protestas en aquellos días se desarrollaban de manera pacífica, hasta que policías y militares comenzaban a reprimir de manera violenta a los manifestantes una vez que se acercaba la hora en que comenzaba a regir el estado de excepción decretado por Piñera. De esta manera, la noche del 21 de octubre fue baleado Bernardino Becerra, vecino de 49 años que recibió más de 30 proyectiles en su cuerpo, por lo cual fue sometido a numerosas intervenciones en el Hospital San Juan de Dios. La gravedad de este hecho de violación de los Derechos Humanos radica en que los Carabineros ni siquiera respetaron la cruz de malta que acreditaba al hombre como discapacitado (sufre de sordera total), disparando indiscriminadamente hacia el interior de su vehículo. 

En esos días nosotros acudíamos a diario a la Plaza de la Dignidad a manifestarnos, para luego llegar antes del toque de queda a las manifestaciones en Padre Hurtado. En un comienzo participamos de manera tímida de la protesta en la Comuna; pensábamos al igual que muchos que el nivel de efervescencia social de este pequeño pueblo decantaría rápidamente y, por lo mismo, comenzamos a colaborar activamente de las actividades que un incipiente movimiento social comunal empezaba a desplegar.

Como profesores de historia intentamos apoyar desde nuestra experticia en las jornadas de autoeducación, participando en cada una de las marchas que desde Talagante a la Población de El Abrazo en Maipú se efectuaron una vez que se levantó el toque de queda. Fue en el regreso de una de estas marchas que recibimos un impacto de bomba lacrimógena, que lanzada desde el interior de la comisaría de Padre hurtado sin mediar provocación, golpeó en la puerta trasera de nuestro vehículo. El artefacto pegó a centímetros de la ventana en la que iba nuestra hija de un año y seis meses. En esos momentos el miedo y el espanto se transformaron en rabia. Al encarar al capitán Roberto Valdebenito, este solamente se dedicó a insultarnos, tratando de profesor de pacotilla a uno de nosotros. Transcurridos dos días desde este incidente, cuando José Luis, acompañado por su hija de año y medio, se dirigía a buscar a nuestro hijo mayor al colegio, se convertiría en víctima de una encerrona por parte de una camioneta roja sin patente, siendo golpeado por tres tipos que lo insultaron, increpándolo por su participación en las protestas. 

La vuelta a clases de los estudiantes secundarios de la comuna, fue otro de los hechos relevantes que incrementaron la convocatoria de vecinos y vecinas a las manifestaciones de la Plaza Octubre. Los estudiantes regresaron a sus colegios, en los días en que las autoridades ministeriales y el Gobierno realizaban un llamado delirante a la normalidad en el país. Como era de esperar, los estudiantes se hicieron presentes por varias mañanas en la Plaza Octubre para expresar su descontento ante un gobierno represor, siendo reprimidos y golpeados brutalmente por los policías apostados en la Subcomisaría de Padre Hurtado. La reacción de los vecinos, con toda seguridad, no fue la que esperaban las autoridades que dan las órdenes, ni los carabineros que las ejecutaron. La masividad de la gente presente en la Plaza Octubre y las cuadras circundantes aumentó exponencialmente. Claro, la gente se enfureció al ver a través de redes sociales cómo sus hijos e hijas eran golpeados por carabineros, ante la ausencia de las autoridades municipales encargadas de velar por el bienestar de los escolares en la comuna, y el nulo resguardo por los derechos esenciales de la comunidad por parte de un gobierno que semanas antes le había declarado la guerra a su pueblo. Erick Contreras, joven de 35 años, es enfático en acusar los niveles de represión a los cuales estuvimos expuestos en Padre Hurtado: “El estallido social lo he vivido con mucha represión, con muchos ataque de agentes del Estado, a mí como manifestante y también como una persona que ayudaba a manifestantes en mi casa… ya en los últimos días de octubre carabineros se daba cuenta de esto y arrojaba bombas lacrimógenas al interior de mi domicilio, todo por entregar agua con bicarbonato a los manifestantes… soy pareja de una persona mayor con problemas de salud, por lo tanto todo el gas lacrimógeno afectó la salud de mi pareja, así por esa parte la viví mal”. 

En el mes de noviembre los infructuosos intentos por desactivar un movimiento social que amenaza toda la institucionalidad política chilena, se tradujeron en el llamado Acuerdo por la Paz, firmado en la madrugada del 16 de noviembre por casi todos los partidos políticos con presencia en el parlamento. A espaldas del pueblo, un grupo de personeros políticos se concertaron para iniciar un proceso constitucional, tutelado por los mismos partidos políticos que tienen un 2% de aprobación según encuestas recientes. Así, gobierno y parlamento convinieron un pacto engañoso destinado a salvar la institucionalidad, evitando, al mismo tiempo, el ascenso de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana. 

Después del 15 de noviembre la protesta social no decayó como vaticinaron desde el gobierno y el parlamento. Desde ese momento el gobierno de Piñera inició una campaña de criminalización del movimiento social, cuyo objeto ha sido la aprobación de las leyes antiprotestas, con el apoyo transversal de los mismos políticos que firmaron el Acuerdo por la Paz. Desde los partidos agrupados en el Frente Amplio por la “izquierda” hasta la UDI por la derecha, las leyes antisaqueos y antibarricadas han sido apoyadas de modo transversal en un parlamento que a estas alturas no representa a nadie.

Nosotros en esos días de noviembre vimos como los carabineros de Padre Hurtado, apoyados por contingente de otras comunas de Santiago, arremetieron reciamente hacia el interior de Padre Hurtado, persiguiendo a los manifestantes y dejando sin resguardo el supermercado Santa Isabel situado al frente de la subcomisaría, al tiempo que extrañamente permitían a un encapuchado dañar un transformador para que se produjera un apagón en la comuna. Con María Soledad encontramos que la situación era muy dudosa y decidimos dar una vuelta en auto, por Camino a Melipilla con Avenida Los Silos, para ver qué pasaba. Con sorpresa observamos cómo una gran cantidad de vehículos se mantenían estacionados a las afueras de la comisaría y también por el frente de ésta, esperando el comienzo del saqueo al Santa Isabel, situación que se concretó en presencia de carabineros. Nuestro análisis de esta situación es que, de este modo, carabineros logró una justificación para implementar una estrategia de represión intensa por las calles interiores de Padre Hurtado durante el día, con el objeto de bajar la intensidad de las movilizaciones, a través del miedo y el amedrentamiento. Cabe mencionar que las personas apostadas esperando el saqueo no eran manifestantes y en su mayoría ni siquiera eran vecinos de la comuna.

Los agentes del Estado se multiplicaron en sus patrullajes diurnos en la comuna, realizando violentos controles de identidad a quien se les cruzara por delante. Carabineros se paseaba en grupos de 10 a 15 motociclistas o agrupados en al menos tres patrullas, con el objeto de amedrentar a los vecinos. A José Luis lo siguieron tres patrulleros sin razón aparente alguna, deteniéndolo en la esquina de las calles El Manzano con Primera Transversal. En ese lugar unos 10 efectivos, todos sin su respectiva identificación en el uniforme, procedieron a pedirle los documentos del vehículo, insultándolo por tiritar al sacar los documentos desde una billetera: “A qué le temes weon, si somos los garantes del Estado de derecho, no seas cobarde”, dijo uno con total desfachatez y arrogancia, ante lo cual José Luis respondió: “si este es un Estado de derecho, qué hace una decena de policías haciendo un control rutinario de tránsito; creo que los cobardes son otros, pues yo acá soy uno solo y desarmado”. Los carabineros que detuvieron a José Luis al no encontrar falta alguna en la documentación, procedieron a emitir un parte por mal uso del aparato sonoro del vehículo. Por la papeleta de la infracción nos dimos cuenta que los Carabineros venían desde la comuna de Independencia, situación de la cual estaban en pleno conocimiento en el municipio. Durante una semana y media hubo mucha persecución policial, controles arbitrarios a menores de edad cuando volvían de sus colegios, a dueñas de casa, ancianos y mujeres. 

El resultado de la violencia policial diurna en Padre Hurtado, en un primer momento tuvo el efecto de lograr que una cantidad importante de vecinos dejase temporalmente de protestar. Esta baja en la convocatoria, se agudizó con el advenimiento de las fiestas de fin de año. Con Soledad hemos pensado al respecto y es indudable que las seducciones propias del capitalismo neoliberal no se desarraigan mágicamente de un día para otro, y, en ese sentido, el núcleo familiar funciona como agente desactivador de las movilizaciones. Sin embargo, un grupo considerable de vecinos y vecinas de todas las edades nos mantuvimos en pie manifestándonos sin temor en la Plaza Octubre. Así, a fines del mes de diciembre se organizaron fiestas navideña y de año nuevo populares en la Plaza que liberamos del Estado opresor. Para esa ocasión, un grupo de compañeras confeccionaron un árbol navideño de la dignidad, alusivo a las principales demandas del movimiento social, a los caídos y mutilados, el cuál fue inaugurado la noche del 22 de diciembre, a través de la entonación de villancicos combativos por parte de los y las vecinas que nos manifestábamos habitualmente en Octubre. Los carabineros no se quedaron tranquilos y sin mediar ninguna provocación detuvieron un guanaco para que apuntara su chorro de agua al ‘árbol de la dignidad’, derribándolo en la última manifestación del año, la más numerosa de diciembre, realizada la noche del lunes 30 de diciembre.

Al comenzar el año en curso, los manifestantes de la Plaza Octubre nos organizamos y dimos vida al “Colectivo Octubre Combativo” (COC), en honor al territorio en el cual nos desplegábamos, abrazando como principios fundacionales ser anticapitalistas, antifascistas, antipatriarcales, apartidistas, convertiéndose en el órgano vertebrador de la protesta social en Padre Hurtado. 

La primera acción estratégica del COC en la comuna fue convocar a la reactivación de una Asamblea Territorial Autoconvocada, que se mantenía funcionando desde los primeros días del estallido social en Padre Hurtado. La Asamblea se había desgastado, perdiendo su visibilidad y protagonismo como organización articuladora del movimiento social en Padre Hurtado. Entonces el COC hizo un llamado a reunión general de los vecinos y vecinas interesadas en participar de la Asamblea Territorial Autoconvocada para el día 8 de enero. A esa reunión llegó mucha gente dispuesta a seguir con la movilización de manera más activa y organizada. Así, se decidió que todos los lunes y viernes se efectuarían convocatorias a protestas masivas, y los miércoles reuniones de Asamblea. Ese mismo día, el COC invitó a los miembros de la Asamblea y toda la comunidad en general, para realizar la noche del sábado 11 de enero, un acto de refundación de la Plaza Octubre, un juicio simbólico en contra de Piñera, del alcalde Arellano y del general Rozas. Por otra parte, la Colectiva Madre Hurtades, una organización feminista de la comuna adscrita a la Asamblea, se plegaba a esta ceremonia inaugurando unas animitas en conmemoración de las mujeres víctimas de femicidio en la Provincia de Talagante.

Al acto del sábado 11 de enero asistieron muchas personas, creemos que nunca se había congregado tanta gente en la Plaza Octubre. Extrañamente el acto se llevó a cabo sin que Carabineros ejerciera represión alguna; la gente, expresando una mezcla de alegría y rabia, participó enérgicamente del discurso de fundación e inauguración de una placa fundacional, que fue fabricada por José González Miranda y Cristopher, dos jóvenes del COC. Una vez inaugurada la plaza, los asistentes desataron un torbellino de emociones, gritos, llantos y cantos, en los momentos en que enjuiciábamos a los que consideramos como los tres representantes principales de la violencia, la represión y la injusticia social en Chile y la comuna. Sentíamos un orgullo intenso pues habíamos, al menos simbólicamente, liberado a nuestra principal plaza pública del Estado subsidiario, de toda su institucionalidad y de los personajes que consideramos más nefastos para nuestro desarrollo como comunidad libre y rebelada en contra de la injusticia social. Por la mañana del día 12 de enero, las redes sociales comunitarias informaban que funcionarios municipales habían desanclado la placa fundacional custodiados por carabineros. Unos días después las animitas también serían objeto de usurpación por parte de estos mismos personajes. Hasta el día de hoy reclamamos estos objetos sin obtener respuesta alguna por parte de las autoridades municipales y menos de carabineros.

Las protestas de los días lunes y viernes aumentaron en su convocatoria, así como también en los niveles de represión. Si bien en todos estos meses habíamos tenido heridos por postones y perdigones, a partir del viernes 17 de enero los agentes del Estado desataron una verdadera carnicería y persecución de carácter criminal. Durante esa noche y la madrugada del 18 de enero, dos compañeros resultaron heridos con la misma trágica consecuencia. Hernán Levicán y Andrés García recibieron impactos de postones en sus abdómenes, resultando ambos con el intestino delgado perforado y siendo operados de urgencia bajo riesgo vital. Por otra parte, los carabineros se llevaban detenida a una manifestante a la cual le preguntaron cuánto le pagaba el profe (en alusión a José Luis) a los manifestantes por tirar piedras a carabineros y armar barricadas en la esquina de Camino Melipilla con Avenida Los Silos. Así, los agentes del Estado apostados en la Subcomisaría de Padre Hurtado, perpetraban el reinicio de una escalada de violencia policial y de amedrentamiento en contra de los manifestantes. Esa noche tuvimos dos heridos de gravedad y supimos que los carabineros estaban dispuestos a inventar cualquier excusa con objeto de debilitar a un pueblo que se manifestaba cada vez con mayor ímpetu y dignidad.

Las protestas siguieron proliferando en su expresión y masividad en la comuna hasta que llegó el fatídico miércoles 29 de enero. Ese día el pueblo de Padre Hurtado asistió en masa a repudiar la muerte de Jorge Mora, el joven colocolino que fue cobardemente arrollado por un carro policial en las protestas en contra del gobierno de Piñera, que se realizaban en los alrededores del Estadio Monumental. Aproximadamente a las 1.30 a.m. del 30 de enero, carabineros disparaba en el abdomen a Fredy Carrasco (38) mientras se dirigía a comprar por Camino a Melipilla. Unos minutos más tarde se desencadenaría la situación más grave de aquella nefasta noche. Carabineros disparó en la sien a Ariel Moreno (24), José Luis fue testigo presencial de los hechos: “observé a una distancia de unos pocos metros cómo Ariel se desplomaba en el suelo, siendo socorrido por Diego Parra (29), joven que también recibió un disparo mientras intentaba arrastrar como podía al chico abatido por los agentes del Estado. En ese momento corrí y, junto a otros compañeros, bajo una lluvia de proyectiles, tomamos en nuestros brazos a Ariel para llevarlo al puesto de Cruz Roja desplegado en la protesta. Por todos los medios se intentó reanimar a Ariel sin lograrlo; así, desesperadamente, otros jóvenes pararon un auto en Camino Melipilla, que lo llevó al SAPU de Padre Hurtado. Otros vehículos trasladaron a Fredy y a Diego.

Solo unos minutos después abordamos nuestro auto con rumbo al SAPU, con el objeto de enterarnos del estado de salud de los tres jóvenes heridos. La situación en ese centro asistencial era muy confusa, pues los funcionarios de salud intentaban por todos los medios de convencer a amigos y familiares que Ariel estaba con pérdida de conciencia producto de un piedrazo que habría llegado en su nuca. Luego de un rato, Ariel sería trasladado al Hospital San Juan de Dios, lugar del cual fue derivado a la Posta Central. Su lamentable deceso se produjo en la tarde del viernes 31 de enero. Por otra parte, Fredy Carrasco era operado durante la mañana del 30 de enero, debido a una perforación de su intestino delgado, al tiempo que Diego Parra ha sido intervenido sucesivamente en la Clínica Bicentenario, pues un proyectil le perforó el pulmón quedando alojado en las cercanías de su corazón.

El día 4 de febrero Ariel Moreno, un joven alegre que tenía toda una vida por delante, donador de órganos, trabajador incansable y buen vecino, fue despedido multitudinariamente por los pobladores de Padre Hurtado. Su padre y familia lo único que nos han pedido es que este asesinato no quede impune y que se sepa la verdad de lo que ocurrió esa noche. Nosotros, como parte del “Colectivo Octubre Combativo”, hacemos nuestro el dolor de la familia Moreno y nos preparamos para seguir luchando en contra de un Estado que nos abandonó hace mucho tiempo y que más encima despliega criminalmente sus aparatos de represión en contra de nuestras vidas. 

Por Hernán, Fredy, Andrés, Diego y particularmente por Ariel Moreno, seguiremos gritando, cantando y marchando furiosamente en contra de la represión y las violaciones a los Derechos Humanos. Somos un pueblo pobre, lleno de familias precarizadas, que hemos sido criminalizados por los canales de televisión con noticias sensacionalistas que han sido excusa para un actuar criminal, perpetrado por parte de los agentes del Estado de manera impune. Esperamos contribuir con nuestro testimonio a que se sepa la verdad de cómo este pueblo ha resistido valientemente los embates de un Estado agresor, que a toda costa pretende acallarnos. El funeral de Ariel, el día lunes 4 de febrero, fue el más multitudinario visto en nuestra comuna. La protesta espontánea que se produjo después del entierro de este valiente joven, fue fuertemente reprimida por numerosos carros policiales y más de 60 carabineros que persiguieron a los manifestantes por las calles interiores de la comuna. Por otra parte, ayer se derribó un Kiosco de flores que se había mantenido intacto durante los tres meses de manifestaciones en la Plaza Octubre. Su propietaria, madre de un carabinero, inculpó a los manifestantes, en un comunicado público realizado gracias al apoyo del departamento de relaciones públicas del Municipio. Nos preguntamos por qué este mismo departamento municipal no presta su aparataje comunicacional para que denunciemos cómo carabineros derribó ayer la animita improvisada por los vecinos al frente del cuartel policial en honor a Ariel Moreno. No importa, somos un pueblo unido y ya levantamos otra animita sólida y estable en el tiempo, como la lucha que emprendemos en pos de una mejor sociedad.

Por María Soledad Núñez Contreras y José Luis Riquelme Salazar

Fotografías de Giovanni Andre Flores Lienqueo


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