Por Rodrigo M. Barahona-Segovia, Dr. en Ciencias Silvoagropecuarias y Veterinarias
Las plantaciones forestales (por ejemplo, Pino de Monterrey o Eucaliptos) no son bosques y sus beneficios son limitados. No son la panacea social, ambiental o la respuesta correcta para enfrentar al cambio climático, y en una carta reciente a El Mostrador, se hipotetizan hechos que pretendo desmentir en esta opinión.
Es cierto que las plantaciones forestales pueden ser un hábitat alternativo para un número limitado de especies nativas (Estades et al. 2012; Simonetti et al. 2013), pero es un hábitat transitorio, con alta mortalidad de seres vivos durante y después de las operaciones de cosecha forestal (Escobar et al. 2015; Cifuentes-Croquevielle et al. 2020). Luego es un desierto. Los bosques nativos son ricos en especies endémicas, pero también son estructural y funcionalmente diversos, desde los genes al nivel de paisaje, dando origen a una red compleja de estudiar y comprender. Debido a esta compleja red de interacciones, las plantaciones de pino no son ni serán los bosques que los tecnócratas quieren.
Las plantaciones forestales contribuyen al secuestro de carbono, pero no son mejores que el bosque nativo. El pino acumulaba 67 millones de toneladas (Mt) por hectárea para el año 2000, proyectando 169 Mt en el año 2060. Si esto se extrapola a las +3 millones de hectáreas de pino actual, su valor máximo por hectárea puede ser 221 Mt (Espinoza et al. 2005), o inclusive, un poco más. No obstante, no rivaliza con datos de la fundación Tompkins Conservation y National Geographic (2020) donde solo los 11,8 millones de hectáreas protegidas de la ruta de los parques, almacenan 6,608 Mt de carbono.
Ahora, súmele los millones de hectáreas de bosque nativo no consideradas. Heyilmayr, Echeverría y Lambin (2020) exponen que los subsidios forestales de Chile probablemente redujeron la biodiversidad sin aumentar el carbono total almacenado en esta biomasa. Además, el cambio climático modificará el manejo de las plantaciones, acelerando la liberación de carbono, la sequía, aumentando los regímenes de incendios y los efectos negativos a la biodiversidad (Pawson et al. 2013; Núñez et al 2021), y peor aún, liberando el carbono secuestrado a la atmósfera.
Las plantaciones pueden disminuir sedimentos (Pizarro et al. 2020), pero por escorrentía, pesticidas y herbicidas aplicados luego del manejo llegan a las aguas superficiales y las contaminan (Palma et al. 2004). Las plantaciones regulan la provisión de agua según el director de CONAF, pero los pinos captan más aguas-lluvia y no permiten la percolación a las napas (Huber et al. 2008) o disminuyen el flujo de agua y su escorrentía (Little et al. 2009; Álvarez-Garreton et al. 2019; Galleguillos et al. 2021), con efectos negativos a las personas. En un contexto social donde el agua es considerada por la ciudadanía un bien esencial, las plantaciones forestales son vistas como las responsables de la disminución de los volúmenes de agua en las familias rurales chilenas (44%; Alfonso et al. 2017).
Las forestales ocupan +17% de la superficie de Chile y son el segundo poder exportador más influyente. No obstante, las externalidades positivas son escasamente percibidas por los pequeños propietarios no industriales (Bottaro et al. 2018), aunque en realidad han incrementado la pobreza y la desigualdad en donde se han establecido (Andersson et al. 2016; Hofflinger et al. 2021). Los agricultores ven en las forestales un agente que erosiona la cultura campesina y que está relacionada con la apropiación ilegal de tierras (Braun et al. 2021) e influencia emociones negativas en las comunidades Mapuche (González-Hidalgo y Zografos 2017). Estos son los verdaderos impactos socioeconómicos de las forestales en Chile.
Ante este discurso lleno de “cherry picking” a favor de ciertos grupos de poder, el director ejecutivo de CONAF, el señor Rodrigo Munita Necochea, debiese renunciar a su cargo por decencia, por ignorancia y por otros aderezos. CONAF entregó 22 mil hectáreas de bosque esclerófilo nativo de forma ilegal por 12 años a la Sociedad Nacional de Agricultura; no aplicó los planes de manejo en El Olivar en Viña del Mar; autorizó la corta de las 51 araucarias -monumento natural- y permitió que sindicatos matonezcos de su corporación como Sinaprof y SITREM se opusieran a la creación del servicio Nacional de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) con un video Fake News, lo cual fue duramente criticado como un intento desesperado de mantener el status quo. Lo que es claro, que hoy, CONAF y su director ejecutivo no están capacitados para proteger el bosque nativo con estas declaraciones y menos administrar las áreas protegidas del estado, que son de todos los chilenos, especialmente porque sus bases son de origen productivo. La creación de SBAP corregirá esos errores y horrores que la corporación a perpetuado por décadas.
Referencias
- Alfonso, A., Zorondo-Rodríguez, F., & Simonetti, J. A. (2017). Perceived changes in environmental degradation and loss of ecosystem services, and their implications in human well-being. International Journal of Sustainable Development & World Ecology, 24(6), 561-574.
- Alvarez-Garreton, C., Lara, A., Boisier, J. P., & Galleguillos, M. (2019). The impacts of native forests and forest plantations on water supply in Chile. Forests, 10(6), 473.
- Andersson, K., Lawrence, D., Zavaleta, J., & Guariguata, M. R. (2016). More trees, more poverty? The socioeconomic effects of tree plantations in Chile, 2001–2011. Environmental management, 57(1), 123-136.
- Bottaro, G., Roco, L., Pettenella, D., Micheletti, S., & Vanhulst, J. (2018). Forest plantations’ externalities: An application of the analytic hierarchy process to non-industrial forest owners in central Chile. Forests, 9(3), 141.
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- Escobar, M. A., Uribe, S. V., Chiappe, R., & Estades, C. F. (2015). Effect of clearcutting operations on the survival rate of a small mammal. PLoS One, 10(3), e0118883.
- Espinosa, M., Acuña, E., Cancino, J., Muñoz, F., & Perry, D. A. (2005). Carbon sink potential of radiata pine plantations in Chile. Forestry, 78(1), 11-19.
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- Pizarro, R., García‐Chevesich, P., Pino, J., Ibáñez, A., Pérez, F., Flores, J. P., et al. (2020). Stabilization of stage–discharge curves following the establishment of forest plantations: Implications for sediment production. River Research and Applications, 36(9), 1828-1837.