América como continente está cambiando y eso es un hecho. Las razones que avalan esto son varias, quizás una de las más elocuentes sea el cambio de color político en Argentina tras doce años de kirchnerismo gobernando a nivel nacional y en la mayoría de las provincias. El presidente entrante, Mauricio Macri, en sus primeros cuatro meses de gestión ha planteado un esquema gubernamental y de Estado radicalmente distinto del ciclo anterior tanto en la política interna como externa.
Cabe destacar el abrupto acercamiento a Estados Unidos, el cual se plasmó icónicamente en la visita de Barack Obama a la Argentina. Es el primer mandatario de ese país en pisar suelo argentino en más de una década.
En tanto el potente vecino del norte también atraviesa fuertes cambios políticos y sociales con el ascenso del magnate ultraconservador Donald Trump en la carrera presidencial junto al “alza del fascismo americano”, frase del columnista Chris Hedges.
A esto se suman las multitudinarias marchas contra Dilma Rousself en Brasil, el “no” a la reforma constitucional presentada por Evo Morales, la vuelta de los Fujimori en Perú y el fracaso en las elecciones legislativas del chavismo como síntomas de ese “cambio” en la Región.
Habiendo descripto el viraje de rumbo cabe preguntarse sobre las consecuencias que este puede tener y para ello se entrevistó a diferentes voces de autoridad para conocer su opinión al respecto.
“Es más fácil avanzar cuando pensamos parecido”
Tras dejar en claro previamente que las relaciones bilaterales entre Argentina y Chile se enmarcan en una hermandad estratégica independiente de los cambios de gobierno, el cónsul chileno en Mendoza Roberto Araos comentó: “…cuando las definiciones internas sobre los objetivos de largo plazo y las políticas para alcanzarlos de los Estados son similares, hay más posibilidades de buscar áreas y temas de interés mutuo sobre los cuales trabajar conjuntamente… en el caso del actual gobierno (argentino) me parece que es algo que ya está ocurriendo. Si las visiones relacionadas a la política económica, el comercio, las inversiones y su impacto en el crecimiento y el combate a la pobreza y la desigualdad extrema, se acercan, obviamente se generan nuevas oportunidades, proyectos y líneas de trabajo en común, lo que no significa que antes no las había, pero es una cuestión de simple lógica.
Sobre los cambios sociales y políticos en el Continente, el funcionario chileno se limitó a decir que lo importante es que ellos sean impulsados a partir “del voto de la gente” y continuó con el razonamiento anterior: “…está bueno que haya cambios políticos y nuevas opciones cuando la gente así lo determina, mediante la elección democrática…si eso determina que haya más convergencia en política entre los Estados, es una ganancia adicional ya que se potencian las posibilidades de integración, porque hay las mismas o parecidas visiones. Aclaro que eso no significa que cuando en cualquier grado no las hay, no existan voluntad y posibilidades de integración, y eso es precisamente lo que la Presidenta Michelle Bachelet buscó al introducir el tema de la convergencia en el seno del TTP y del Mercosur.
“Seamos claros en este punto, para mi país y todos sus gobiernos de las últimas décadas y desde el advenimiento de la democracia, las políticas en la región pueden cambiar y cambian en la realidad, pero el mandato histórico de un destino común e integrado se mantiene siempre, eso nunca va a variar, nuestra prioridad lógica y emocional está en la región, siempre lo estará y el desafío es seguir avanzando en esa ruta, de una manera que sea funcional al desarrollo social y económico de nuestros países, respetando la diversidad en democracia…”
Un acuerdo de libre comercio con EEUU o demás potencias, ¿favorecería o no esta convergencia latinoamericana?
– Como decía antes, si existen visiones compartidas respecto de los beneficios y costos que este tipo de acuerdos involucran, en el sentido de que existen más beneficios que costos, entonces se dan naturalmente mayores posibilidades de convergencia interna en la Región y por supuesto, desde la Región hacia el mundo…Si esas visiones tienden a coincidir, evidentemente se abre el espacio a una mayor integración y convergencia regional y desde esa plataforma, a un accionar conjunto de cara a este mundo globalizado al que nos enfrentamos hoy. Por lo tanto y respecto de la pregunta inicial, yo lo entendería al revés, no es que un determinado acuerdo comercial va a favorecer la convergencia regional, es más bien cómo nos planteamos como países la conveniencia, los costos y beneficios, las condicionantes bajo las cuales un determinado acuerdo comercial puede ser beneficioso para nuestros países, o para un determinado país de la región…Se trata de no caer en la trampa de ver nuestra región como bloques excluyentes, que se dan la espalda el uno al otro, tenemos que empezar a mirarnos y apoyarnos mucho más entre nosotros, para identificar las oportunidades y las líneas de trabajo sobre las cuales seguir avanzando en el proceso de integración de nuestros países, sin perjuicio de las diferencias en políticas y objetivos. En este sentido, los acuerdos comerciales son un mero instrumento o si se quiere, una oportunidad que puede ser utilizada para catalizar ese proceso, no son un fin en sí mismos ni una receta mágica para salir de la pobreza y el subdesarrollo.
¿Se puede llegar a un punto medio entre participar del TTP o similares y a su vez evitar el vaciamiento de organizaciones como el Mercosur?
– Creo que no es apropiado hablar de “vaciamiento”, a mí me parece que el proceso que impulsa Mercosur sigue siendo tremendamente válido en muchos sentidos y la reflexión debiera dirigirse más bien al concepto de “aprendizaje” y “potenciamiento”, creo que ese, en mi opinión, sería el desafío que me parece plantea el buscar los puntos medios para la participación de Mercosur en el TTP o cualquier otro tipo de acuerdo o asociación que abra oportunidades reales de desarrollo y crecimiento para el Mercosur y la región. No se trata de destruir lo que existe y se ha logrado y construido con tanto esfuerzo, si no de mejorarlo, aprovechando la experiencia y conocimientos que hoy tenemos… Un paso práctico para avanzar en ese camino es justamente avanzar en los puntos de convergencia… Hay muchos temas que son concretos y prácticos que pueden facilitar los negocios… un tema específico a mencionar en este ámbito es el de los “encadenamientos productivos”, los cuales potenciarían la participación conjunta en mercados globales de mayor crecimiento y futuro, como son los del Asia Pacífico que forman parte del TTP, aunando fortalezas productivas, empresariales y de desarrollo tecnológico.
“Estamos en tiempos del neoliberalismo recargado”
Para contrastar la visión anterior, entrevistamos a Adrián Matas, jefe de la filial Cuyo del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos., quien parte advirtiendo que “uno de los temas más importantes para hablar es la distribución de las riquezas en Latinoamérica, para no decir que sólo en Argentina han pasado ciertas situaciones como hechos aislados, yo creo que son hechos que comprometen a la América toda. Tiene que ver con la desestabilización de los procesos democráticos progresistas que se han venido dando en los últimos 10-15 años, involucra a Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador, no son hechos aislados…el neoliberalismo viene con otras formas de generar desigualdades, es un neoliberalismo recargado…”
¿Corren riesgo los avances sociales obtenidos en Argentina en la última década?
– Por supuesto que sí…Acá en Argentina nos proponen cerrar caja, pagarles a los fondos buitre, la pregunta es por qué y para qué, y ahí vemos que no es algo aislado…. nos dicen que estos acuerdos con la banca mundial nos traen inversión, empleo y la historia ha demostrado que no es cierto…este es un gobierno que ha dejado en claro que su única forma de dialogar con el pueblo es por medio de DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia, herramienta del Ejecutivo para saltear al Congreso), esto es muy triste porque retrotrae algunas luchas que tienen que ver con los que menos tienen y la restitución de derechos, comenzar con este oleaje de despidos en todo el país habla del tipo de gobierno y políticas que se quiere implementar.
El ascenso de Trump en Estados Unidos, ¿cree que implique algún cambio en las relaciones entre ese país y Latinoamérica?
– Claro que sí…esto nos recuerda a las famosas relaciones carnales…en Latinoamérica hay imágenes parecidas a esto y los resultados ya los conocemos…La derecha en aumento en Estados Unidos es muy negativo para toda la América, básicamente lo que se está intentando implantar es el valor financiero por sobre el productivo…Nadie tiene la idea de invertir acá en este sentido, el nuevo oleaje neoliberal es a través del sector financiero y ya sabemos qué son esas recetas, qué deja en la calle y qué en concentración, porque finalmente de lo que estamos hablando es de la distribución de la riqueza.
¿Qué consecuencias cree que tendrá el TTP para la Región?
– Nosotros recordamos lo que significó para Argentina y países hermanos el “NO AL ALCA”, estos son procesos muy dañinos que lo que generan es la mano de obra barata, es ‘poner el quiosco’ en distintos países latinoamericanos, esto es que favorezca a las grandes potencias. Veamos los acuerdos que tienen hoy países hermanos como Chile o México. Independientemente de lo iluminado de una mirada que se pueda tener, esto genera la destrucción de la industria nacional para convertirse sólo en comercializadores de subproductos de otros lugares. Estos acuerdos y políticas neoliberales creo que son dolorosas porque no sólo se pierde el poder adquisitivo y el empleo sino la presencia del Estado frente al poder económico”.
Finalmente Matas aludió a que la respuesta de los sectores más vulnerables tiene que centrarse en la organización social en el marco de la recuperación de derechos “y utilizar los recursos democráticos que tenemos”.
Si en un punto ambas opiniones pueden coincidir es que los resultados del viraje político-económico en la totalidad de América, más allá de las interpretaciones que se puedan hacer al respecto, no dependerán tanto de las decisiones propias de las dirigencias empresariales y/o políticas sino más bien de la actitud y accionar que tome la ciudadanía ante estos cambios. Porque sea para bien o para mal, es el pueblo el que decide su destino.
Franco D’Amelio