Egocéntrico o «cachetón», como él se define, Luis Dimas cuenta en entrevista con La Tercera que lleva 40 años «¡como el maldito rey del twist!». En la conversación, el ídolo de La Nueva Ola habla sobre su relación con las redes sociales, la vejez y sus excesos. A continuación, algunos de los pasajes más destacados.
Actualmente, Luis Dimas concentra la atención de las nuevas generaciones. No solo por su historial musical, sino que también por su participación en las redes sociales, aunque aclara que él no maneja su Facebook. «Es que no tengo tiempo», argumenta.
«Me entretengo en redes sociales. Contesto, aunque sé que lo que no le gusta a la gente es alguien que contesta, porque los gallos de las redes sociales, son especialistas en peleas. Se sientan a ver con quién discutir. Pero fíjate que si tú los examinas no son malos, no son gente mala. Son como los cuatreros que para decirte buenos días te tienen que sacar la madre. Pero no son todos», afirma.
A pesar de sus 73 años, Luis Dimas cree que no ser maduro, «porque soy más o menos alocado. Soy demasiado auténtico, no sé tomar las voces ideales del artista. Soy totalmente anti pose. Probablemente, eso me transforma en el showman que soy. Eso me debe haber llevado a Canadá y a ser el primer artista que trabajó en Las Vegas», señala y aprovecha de pavonearse con el dato de Las Vegas, sobre el cual insiste en la entrevista.
De hecho, menciona que conoció a Elvis Presley y que estuvo «en su living hablando de cultura y costumbres, no de su vida personal. Estuve hasta las seis de la mañana en living de Elvis Presley. ¡Qué gallo más amoroso!».
Aquí es cuando comienza el mea culpa en serio, porque reconoce que era «muy lacho» y que no fue «buen marido». Además, aprovecha de manifestar su pesar por el gustito que le tomó a la cocaína, después de ser víctima de una estafa.
«Yo nunca fui vicioso y nunca consumí drogas en mi vida. Tomaba poco alcohol. Empecé en los 70, en medio de un grave bajón porque hice un negocio y perdí mucha plata. Luego, volví el 84 definitivamente y traté el mismo negocio. Esa vez me fue bien, pero me estafaron. Y de ahí empecé a consumir cocaína. Nada más que eso. La primera vez que la probé la encontré rica y seguí para adelante. Me gustó, poh», confiesa.
«Me terminaron por lacho, por andar en de demasiada conga y carrete. Yo estaba enamorado ella y ella de mí. Pero estar enamorado implica lealtad. Pero el artista cuando es exitoso es como un niño chico. A mi ex señora, Patricia Atala, siempre la he querido y respetado. Pero nunca más volvimos a tener algo», cuenta en relación a su quiebre matrimonial.
Si bien piensa que «de Van Gogh para adelante hicieron todos locuras», reconoce que cometió un error al dar importancia a «cosas banales». «Debí haberme preocupado de ser más artistas y no de haber entrado a la vida glamorosa de drogas y de putas. Eso es de lo que realmente me arrepiento. Me arrepiento de haber sido muy banal, seducido por luces, la cocaína y las putas. El precio es muy alto y yo pagué ese precio», admite.