Migrantes que permanecían en la frontera Chile-Bolivia se han desplazado a otras zonas para conseguir alternativas que le permitan llegar a territorio chileno, publica El Mostrador este martes 23 de febrero.
Según el responsable de migración de Oruro, Gilmar López, en conversación con Efe, hasta hace algunas semanas se encontraban «grupos grandes» de venezolanos, entre 45 a 75 personas, haciendo el viaje hasta la frontera boliviano-chilena, pero ahora ese número «ha bajado rotundamente».
López explicó que esto posiblemente se debe a las fuerzas de seguridad que desplegó Chile y los controles en su frontera. «Ya no los están dejando entrar con normalidad», dijo.
Los reportes tanto de Migración como de la Defensoría del Pueblo de Bolivia coinciden en que los ingresos de venezolanos son «irregulares» y que suelen señalar que están solo «de paso».
Esa población venezolana «muy pocas veces tiene como destino llegar a Bolivia», dijo a Efe el jefe de la unidad de Movilidad Urbana de la Defensoría del Pueblo, Aldo Cortez.
En las últimas semanas la región occidental de Bolivia se ha convertido en la ruta de varios grupos de venezolanos que han decidido afincarse en Chile, cuyo paso de ingreso ha sido la población de Desaguadero que comparten Perú y Bolivia, al sur del lago Titicaca, el más alto del mundo.
Dicha travesía continúa hasta llegar a Pisiga, un poblado en la frontera boliviana con Chile, donde aguardan algún resquicio de la frontera militarizada para acceder a suelo chileno.
En febrero, la entrada de más de un millar de extranjeros en menos de siete días provocó desabastecimientos y enfrentamientos, que se agravaron con la muerte de un colombiano y un venezolano.
Una misión conjunta de varias instituciones estableció que hace un par de semanas llegaron a reunirse hasta un centenar de inmigrantes venezolanos en un alojamiento de Pisiga para pasar la noche y pasar hasta Colchane, la población chilena más próxima donde hace dos semanas colapsó esta situación, mencionó Cortez.
López, por su parte, asegura que ahora «Pisiga se ha vaciado» porque la mayor parte de venezolanos permanecen en Oruro para valorar qué hacer o qué ruta alternativa tomar para llegar a su objetivo.
Algunos evalúan la conveniencia de hacer rutas alternas como el duro paso de Uyuni en Bolivia hasta Calama en Chile, una ruta extrema por las temperaturas bajas, o también estiman la opción de hacer un recorrido más extenso y relativamente menos difícil hasta Argentina para desde allí ingresar a tierras chilenas.
La Defensoría del Pueblo ha concluido que los inmigrantes venezolanos están en una «situación de vulnerabilidad muy grande» por las formas de sustento a las que tienen que recurrir, desde la mendicidad hasta trabajos de baja reputación.
La labor de esta organización ha estado enfocada en la ayuda humanitaria y hacer que en suelo boliviano se evite la «vulneración de derechos humanos», algo que dijo Cortez no ha sucedido en el paso de estos grupos por el país.
Inclusive el trato migratorio que reciben es más flexible en la parte boliviana a diferencia de lo que pasa en el lado chileno, ya que cuando un inmigrante asegura que solo está de paso se debe tramitar una «salida obligatoria» con un plazo de quince días para salir del país.
«Si en su entrevista ellos quieren quedarse en Bolivia nosotros estamos obligados a legalizar sus papeles», mencionó el responsable de migración de Oruro.
El pasado 10 de febrero, el Gobierno chileno expulsó a migrantes que ingresaron de forma irregular al país. «Estamos en presencia del primer vuelo que sale desde el norte y da cuenta de un proceso de expulsión, en su mayoría personas que ingresaron de forma clandestina hace menos de tres meses», aseveró el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, desde la pequeña localidad de Colchane, próxima a la frontera con Bolivia.
Fuentes: El Mostrador/DW.