Esto contrasta fuertemente con los hombres, en que la condición de discapacidad alcanzó sólo un 14,8% de la población.
Además de haber más mujeres que hombres con discapacidad, se constatan importantes brechas de género al comparar ambos grupos. Es así como, por ejemplo, al año 2020, del total de contratos vigentes por la Ley 21.015 de Inclusión Laboral, solo un 36,7% correspondió a mujeres.
Las mujeres con discapacidad experimentan, a lo menos, una doble condición de opresión en atención a su género y a la discapacidad propiamente tal, y a esto se pueden sumar otros factores como la edad, origen, la condición socioeconómica, la nacionalidad, lo que genera distintos lugares de opresión y un mayor riesgo de ser vulneradas en sus derechos y/o ser victimas de algún tipo de violencia.
Niñas y mujeres con discapacidad son una población a la que el Estado no ha dado respuesta, pues la elaboración e implementación de políticas públicas no sólo tienen un mínimo enfoque de género, sino que ni siquiera han sido diseñadas desde la accesibilidad universal, por ende no consideran los apoyos y/o ajustes que necesitan para que ellas puedan estar en igualdad de condiciones que las demás. Por lo que para disminuir la brecha entre hombres y mujeres es necesario avanzar de manera transversal en múltiples áreas, como: educación, salud, justicia, trabajo, etc. considerando un enfoque inclusivo.
En materias de salud hoy, los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con discapacidad no están garantizados ni en sus niveles más mínimos, ya que no acceden a información y/o tratamientos de anticoncepción en igualdad de condiciones, un ejemplo es que las mujeres sordas no cuentan con intérprete en LSCH en los servicios de salud ni existen apoyos ni ajustes razonables para quienes presentan discapacidad intelectual. Incluso, quienes son madres con discapacidad, enfrentan prejuicios, cuestionamientos y riesgos a su maternidad por el solo hecho de vivir con esta condición.
Cómo no mencionar lo que viven las niñas y mujeres con discapacidad intelectual y/o psicosocial, condenadas a la infantilización y a una escasa autodeterminación en torno a decisiones básicas sobre su vida y su cuerpo. En Chile, aún existen esterilizaciones forzadas y sin consentimiento avaladas por la
institucionalidad y las familias bajo el pretexto de la protección, pero, ¿Es la esterilización forzada la herramienta de prevención para que las mujeres con discapacidad dejen de ser violentadas sexualmente? La respuesta es un rotundo NO. La esterilización forzada solo deja en la impunidad a los agresores de
develar una violación y no otorga educación sexual ni menos autonomía a las mujeres sobre sus cuerpos.
Todo el mundo se unió al grito de ayuda de la cantante norteamericana Britney Spears con el fin de recuperar los derechos sobre su vida, sus bienes y su cuerpo, en todo el mundo se leyó el #FreeBritney, incluso en Chile, obviando que aquí aún sigue vigente la interdicción y curatelas a personas con discapacidad lo que equivale a la muerte social de una persona, en su mayoría, personas con discapacidad que pierden todo derecho y autonomía sobre su propia vida, lo que da espacio a graves violaciones de derechos humanos, como las internaciones forzadas en instituciones psiquiátricas, lugares en los que se ha comprobado de acuerdo a informe nacional de INDH 2017 que existe tortura, sufrimiento y menoscabo a la dignidad, especialmente a mujeres, existiendo en el año 2021 la primera condena al delito de tortura sexual, el cual fue perpetrado por un funcionario del hospital psiquiatrico Dr. José Horwitz Barak hacia una paciente mujer.
Lo anterior es especialmente dramático considerando que, a diferencia de QueenBritney, las mujeres con discapacidad en Chile no cuentan con los recursos ni cobertura mediática, viven en el más absoluto silencio e invisibilización, sometidas a la violencia en todas sus formas, sin contar con las herramientas y redes de apoyo para romper los círculos de agresión de las que son víctimas.
Como comisión de discapacidad de Convergencia Social este 8M y todos los días del año visibilizamos y levantamos la voz con y por las mujeres con discapacidad destacando sus liderazgos, participación y representación política, para que el “Nunca más sin nosotras” no deje a ninguna mujer excluida ni nadie
hable por nosotras, sino que todas juntas nos unamos en la lucha por nuestros derechos y por una vida libre de violencias.
“El feminismo será inclusivo o no será”
Como horizonte estamos convencidas que se debe avanzar en políticas públicas con enfoque de género e interseccionales que sean inclusivas y consideren la diversidad en el cuerpo y en la subjetividad de todas las mujeres.
Por Comisión de Discapacidad Convergencia Social