Nacionalicemos el Periodismo, Compañeros!

Hoy se conmemoran dos cosas, el día del periodista y la nacionalización del cobre. En tiempos como estos me parece imposible no hablar del ejercicio periodístico y decir que, más allá de todo romanticismo, la verdad es lo último que aparece en la pauta y en la vida de la gente.

Nacionalicemos el Periodismo, Compañeros!

Autor: Arturo Ledezma

ELCIUDADANO

“A nosotros nos han convencido de que ser alternativo es ser marginal. Nos han convencido. Entonces tenés un periódico o una radio comunitaria y qué bárbaro y conseguís plata de una ONG belga o neozelandesa y todo bien; y eso, lo que está haciendo, es condenarte a morir en ese nicho, y no ser alternativo a nada. Tenemos que saber a qué somos alternativos: alternativos al mensaje hegemónico del Norte. Y para ser realmente alternativos hay que ser masivos”  Abel Aharonian (ex director de TeleSur)

Hoy se conmemoró en Chile el Día nacional del periodista y, también, se cumple un año más de la Nacionalización del cobre. Entonces hacer el link entre periodismo y nacionalización fue inevitable. Pensé en la línea noticiosa de los canales y en la poca verdad que pasan a cada rato. Pensé en la gente del sindicato de Aguas Andina, o de Cruz Verde, o de tantas otras que están en paro o en huelga, que están movilizados y nadie ha ido a cubrir sus demandas. Pensé de repente en el traspaso de Alexis Sánchez que ha sido tema y, por otra parte, en la poca importancia que le dan a un bombardeo en Palestina. ¿Qué es el periodismo hoy día sino una enorme plataforma publicitaria que vende temor y felicidad y créditos de consumo?

Yo creo que cualquier medio de comunicación tiene una responsabilidad tremenda. Incluso una cuenta de Twitter puede ser una herramienta válida para cambiarle la vida a otra persona. Por eso es que me parece incomprensible que, hoy en día, le demos tanta importancia y creamos, a pie juntillas, todo lo que sale en la televisión o en los diarios y que, más encima, tengamos la arrogancia de convertir esos datos en lo que entendemos ramplonamente como Realidad.

Parménides planteó hace un montón de años que hay dos caminos: el de la verdad y el de la opinión. Explicado rápidamente: El camino de la verdad conduce al ser (que es todo lo bueno, bonito y barato) y el de la opinión conduce al no-ser (que es lo malo, feo, caca, poto pichí). El periodismo actual, sin hacerle caso a Parménides ni a nadie, le da un valor inmenso a la opinión y trata de levantar en hombros a cualquier aweonao que tenga, sea cual sea, una opinión respecto de algo. No contentos con eso, los medios masivos, la tele principalmente, da por cierto, por “hecho”, cualquier contenido que reitere el discurso oficial, el discurso de poder y el discurso de la elite. Por eso es que digo que, más que “comunicación social”, lo que se hace hoy día es “publicidad engañosa con resultado de muerte” (por decirlo de alguna manera). El poder viene de afuera, lo mismo que las líneas programáticas, la opinión y los modelos comunicativos. Por eso es que el periodismo actual, lejos de dar una versión social desde la misma sociedad, la da desde la mirada que más conviene a los planteamientos globales y, salvo contados casos, toda noticia repite y reafirma un guión mundial. Es decir, somos unos personajes secundarios en esta historia y CNN es nuestro HBO histórico. Hay que puro sonreír o aprender a llorar para el Oscar.

El mercurio miente y los otros también

No quiero entrar en detalles de lo horroroso que es el hecho de que el 90% de las noticias estén en manos de un duopolio. Menos aún quiero pensar siquiera en que en Chile hay gente que es dueña de radios, tele, periódicos, web, es decir, de todo. Pero sí quiero que hablemos de algo que ya se sugería con el epígrafe de Aharonian: lo Alternativo. Yo me pregunto lo mismo, Periodismo Alternativo, pero ¿Alternativo de qué? Si entendemos alternativo como cierto, o si entendemos alternativo como supuesto, entonces qué es lo que nos venden por televisión las 24 horas.

Somos marginales porque estamos hablando desde afuera. Mientras la gente es estafada a diario por los medios de comunicación nosotros estamos hablándole, no al estafado, sino al tipo que no tuvo nada que ver en la ecuación. No llegamos a la dueña de casa, no llegamos al poblador, ni siquiera llegamos al mando medio que se rompe el culo por un sueldo miserable. Llegamos a un grupo de gente informada que, en su desesperación, apenas puede cambiar un poco el modelo, mientras tanto las familias se reúnen frente a la tele a mirar noticias que no deberían importarle un carajo, sin embargo terminan siendo parte de ellas (como el sueldo de un deportista; o la inauguración de un hospital en un pueblo X, mientras en otro pueblo no hay ni agua).

Somos marginales porque la publicidad paga el sueldo de los periodistas y la publicidad quiere que pensemos que el mall es el único lugar seguro. La calle es peligrosa, la gente es mala, la salud es pésima, pero en el mall hay guardias, hay calefacción y salud y cosas lindas que puedes comprar porque te lo dice la Claudia Conserva o la Carolina Arregui que jamás envejecen porque existe el Photoshop y la muerte es algo que se puede combatir mintiendo y teniendo plata. Todo el mundo quiere parecerse a Angelina Jolie o tirársela. Todos queremos darle un beso a Megan Fox y la publicidad me dice que si me pongo desodorante en los sobacos las minas me van a querer culear. Y yo les creo porque eso me lo dicen mientras estoy viendo noticias y las noticias dicen la verdad, entonces todo alrededor de un noticiario es cierto.

El show de la violencia

Todos sabemos que los medios gustan de la catástrofe. Sabemos que todos los periodistas quieren ser como Rafael Cavada para que las minas los encuentren ricos. Y como la mayoría de los periodistas son cobardes y guatones lo único extremo que tienen para cubrir (pensando que están en Iran) es una marcha o una huelga. Por eso le ponen color y buscan imagenes de pendejos con una Molotov en la mano y se esconden detrás de los pacos durante las manifestaciones, y esconden los logotipos de sus micrófonos, y hacen la pega de mostrar solo la cara horrible de nuestra sociedad. Son maricones, sapos, y más encima feos. Luego aparecen con cara de corresponsales de guerra y, en lugar de decir que cien mil personas pidieron educación gratis dicen que hubo desmanes o que los “encapuchados con calcetines verdes” quemaron un bus.

La violencia televisada es la madre de todas las represiones. El show macabro de la tele que gusta de mostrar piedrazos, pero que se hace caca de mostrar un bombardeo. La misma que da en horario prime programas detestables como En su propia trampa. Emilio Sutherland, sapo y la reCTM, que estigmatiza y anda hurgueteando en talleres mecánicos y plazas con gitanas para pillar y denunciar a gente que se roba 500 lucas, en lugar de mirar a los propios jefes o a los políticos que pasan junto a él robando millones. Ese tipo de periodistas son y han sido los que han convertido a los canales y a los diarios en enormes Agencias de publicidad y le han quitado a la gente y a la historia (al registro histórico) la posibilidad de ver en el periodismo una herramienta de poder que pueda combatir abusos y que pueda, además, escribir con certeza el paso del tiempo.

Y para cerrar

Me gusta pensar que cuando escribo para un medio de prensa estoy haciendo algo que le puede llegar a servir a alguien. Me agrada tener el poder (chico, pero poder) de evidenciar a los que engañan a la gente y me agrada conversar con la gente de los sindicatos y cagarme de la risa cuando me ven llegar en micro a cubrir y les digo que NO vengo del Mercurio ni de La Tercera. A veces me gusta no haber estudiado periodismo y estar aprendiendo este oficio de amigos y de gente que lo desarrolla sin estar pidiendo pega pa trabajar en la Qué Pasa o en MEGA. Confío en que un día podremos tener más medios independientes gracias a las nuevas tecnologías, y que dejaremos de ser un semanario de lo insólito por el solo hecho de buscar y decir la verdad, aún cuando esa verdad no tiene nada que ver con lo que dicen en el Buenos Días a Todos.

Les mando un abrazo a todos los periodistas de este país que salen a la calle y tratan de construir un discurso a partir de lo ridículo que es el ejercicio de hablar de lo que ocurre, aún cuando sabemos que la pauta de nuestro tiempo viene del norte de américa y nadie cree que nos están cagando por televisión y en cada kiosko. Quizá un día podamos decir que los medios son nuestros, que decimos la verdad y que las empresas realmente nos tienen que empezar a pagar para decir la verdad y no, como ahora, para quedarnos callados.

Aguante compañeros!


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